La industria de la moda es responsable del 10 % de la contaminación global mundial. La razón de que su impacto sea tan grande es doble. Por un lado, su cadena de suministro es larga y compleja.
Empieza en la agricultura (fibras vegetales) y la fabricación petroquímica (fibras sintéticas), sigue por la manufactura para, pasando por la logística, terminar en la venta al por menor.
Por otro lado, es un sector que ha experimentado un crecimiento enorme durante los últimos años debido a la emergencia de lo que se puede denominar fast fashion (“moda rápida”), por analogía con la expresión fast food.
El impacto ambiental se produce a través de cuatro componentes: el agua que se consume, los materiales que se emplean (y se desechan), el uso y eliminación de productos químicos de potenciales efectos dañinos, y el gasto de energía.
Veamos unos datos para ilustrar la magnitud de sus efectos, extraídos de una revisión sobre el “precio ambiental” de la moda rápida publicada en la revista Nature Reviews Earth & Environment en 2020.
La industria de la moda produce anualmente entre 4 000 y 5 000 millones de toneladas de CO?, lo que representa entre el 8 % y el 10 % de las emisiones globales de este gas.
Su consumo de agua es uno de los más importantes, con unos 7 900 000 metros cúbicos anuales. Es responsable del 20 % de la contaminación industrial de agua, debido a las actividades de tratamiento textil y de tintado. Contribuye en algo más de un tercio a la acumulación de microplásticos de los océanos, con una cantidad anual de 190 000 toneladas.
la moda a gran escala
Ese crecimiento tan grande se ha debido a la capacidad de la industria para ofrecer a los consumidores productos nuevos mucho más baratos y con más frecuencia que antes. Los principales productores han desplazado a compañías tradicionales basadas en la distribución a través de pequeños establecimientos y se han beneficiado de las posibilidades de comercialización a través de internet. Como consecuencia, las marcas de éxito ponen en el mercado hoy el doble de colecciones de las que ponían antes del 2000, cuando comenzó el fenómeno de la moda rápida. Ha crecido tanto la eficiencia de la producción, que a pesar del aumento en el consumo, el gasto por persona en ropa ha pasado en Europa de representar el 30 % de la cesta de la compra en los años 50 del siglo pasado, al 12% en 2009 y al 5 % en 2020. Esa reducción facilita que se compre más ropa, porque se adquiere con mayor frecuencia. En los Estados Unidos se adquiere hoy una pieza de ropa cada 5’5 días. En Europa se ha reducido el tiempo de uso en un 36 % en los últimos quince años.
La industria de la moda ha orientado sus esfuerzos a reducir costes y disminuir los tiempos de entrega porque ello supone un elemento fundamental de su atractivo y éxito, pero la humanidad paga un precio por ello.
Una versión de este artículo fue publicada en el Cuaderno de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Juan Ignacio Pérez Iglesias, Catedrático de Fisiología, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
Muy buen artículo