La televisión tradicional no pasa por su mejor momento, una obviedad a juzgar por el decrecimiento de los últimos cuatro años. Podríamos creer que estamos viviendo una tendencia inversa: en 1992 —el primer año que empezaron a medirse—, con muchos menos «aparatos» en los hogares, no pasábamos de los 192 minutos anuales de consumo, cuando el reciente 2016 nos ha dejado 231 minutos.
Pero la realidad es distinta: hay una serie de condicionantes a los que hay que prestar atención.
NUEVAS FORMAS PARA NUEVOS TIEMPOS
Aunque el Teletexto se pueda seguir consultando a través de Internet y cualquier espectador de TDT disponga de una parrilla de más de 20 canales en abierto, hay quien dice que la televisión tradicional está muriendo. ¿Qué sentido tienen los directos o andar emitiendo en bucle parrillas eternas cuando el espectador actual elige los contenidos y quiere verlos cuando y donde quiera?
Vivimos un periodo dulce de contenidos a la carta: HBO España, Netflix, HULU, Amazon Prime Video, OrangeTV y un largo etcétera de servicios IPTV. Si queremos ver contenidos parciales, no tenemos nada más que entrar en las webs de CBS, FOX, NBC, ESPN o StarZ y disfrutar de las últimas series. Con los contenidos españoles podemos hacer lo mismo: programas como Late Motiv están al alcance de un clic.
Por si fuera poco, a este escenario se suma YouTube TV. YouTube es el mayor proveedor de vídeo internacional. Se ven más de mil millones de horas diarias de contenidos. Por comparar: en Netflix se ven unas 116 millones de horas diarias.
Que YouTube dé el salto a la tele con 30 canales por cable y servicios como ‘DVR en la nube’ —es decir, un disco duro para grabar cualquier programa y mantenerlo almacenado durante 9 meses— es algo que hace temblar los cimientos tradicionales. El sistema de suscripción es, además, otro paso hacia los modelos más exitosos en la actualidad: los programas familiares. Por 35 dólares al mes dispones de seis cuentas individuales y acceso completo a YouTube RED, con la consiguiente videoteca de películas y series originales.
De los 44,5 millones de espectadores potenciales como universo de consumo, más de la mitad han recluido la TV generalista como objeto accesorio dentro de su mundo de ocio. El consumo en maratón, los atracones a series saltándose incluso algunos capítulos, las sinergias entre plataformas y la rápida caducidad hace plantearse la pregunta: ¿dejará de existir la televisión tradicional?
LO QUE DIGA MI HERMANO MAYOR
Gran Hermano ha sido un termómetro capital para hablar de televisión moderna en España. El debut de este gran reality show nos pilló con el pié cambiado. Y aún así, gracias a difusión controlada, la gala de presentación arrojó un 36,5% de share: traducido en espectadores son 5.296.000 millones.
La gran final de Gran Hermano 17 dejó un share de 19,30%, 2.344.000 millones de espectadores. Es evidente que el formato ha sufrido cierto desgaste, aunque sus fieles se mantienen al pie del cañón.
La realidad es que hace 16 años la familia se sentaba en torno a la esa caja del ocio porque, efectivamente, el ocio estaba centralizado. Reunirse para ver la sitcom de turno era el tema de conversación del día siguiente. La diversificación de plataformas —tablets, smartphones, consolas, convertibles— ha condicionado esta máxima.
UNA CUESTIÓN DE RENTABILIDAD
Miremos ahora en el mundo de los deportes, uno de los mercados pujantes más importantes. El seguimiento de grandes eventos deportivos se ha segmentado: donde antes podíamos ver desde las clasificatorias hasta la gran final, actualmente sólo se compran «paquetes» con las últimas etapas de una competición.
De 2004 a 2008, Telecinco hizo historia entre los aficionados de la F1: nunca habíamos visto por dentro el mundo del motor y, mientras Fernando Alonso se coronaba como campeón del mundo durante dos años seguidos (2005 y 2006), miles de fanáticos madrugaban cada domingo para no perderse ni un sólo tiempo de vuelta.
Todo esto desapareció: los 25 millones anuales que costaban los derechos de la F1 se hicieron insostenibles a partir de 2012 debido a las bajas audiencias. Por otro lado, los mercados emergentes como las coberturas de los eSports han pasado a manos de televisiones «privadas» o plataformas especializadas.
EL PODER DE LA INFORMACIÓN
Uno de los principales motores por los que la televisión actual funciona son los programas informativos. Ofrecen una cobertura sobre el tiempo, el estado de las carreteras y las tendencias habituales —vacaciones, fiestas nacionales—. Tal vez un neófito se pregunte por qué dedicar quince minutos a hablar de nieve en pedanías, pero los datos no engañan: es exactamente lo que el público fiel espera.
Frente a esto, Google Maps ofrece una información más fría y aséptica, difícil de traducir para las personas mayores. Apenas esta salvedad garantiza la supervivencia del formato tradicional. Si algo están demostrando canales temáticos, videotutoriales y, en general, el poderoso ecosistema youtuber, es que empatizamos y confiamos en nuestro canal de cabecera más que en cualquier periódico.
Por otro lado, YouTube recaba métricas precisas del consumo, su medición del share no se basa en sondeos o estimaciones. Posee una gran base de datos de cada usuario y muestra contenidos en torno a las preferencias de cada uno. Estamos hablando de una «televisión» personalizada para cada espectador. 24 horas al día y en cualquier lugar donde haya conexión a datos.
Aún queda lo más importante: la publicidad, quien determinará el verdadero sustento de muchos de los nuevos modelos televisivos. YouTube ya dijo hace algún tiempo que prescindiría del modelo clásico de 15, 20 y 30 segundos obligatorios previos al vídeo, con fecha de caducidad para 2018. Mientras tanto, la plataforma vivirá una transformación donde adaptarse a nuevos formatos —anuncios insertados, reproducción automática— y garantizar su futuro.
Herramientas como AdBlocker ya negocian y selecciona el tipo de anuncios que vemos. Los periódicos ofrecen periodos de gracia para leer contenido premium a costa de desactivar estos bloqueadores de publicidad. La batalla será dura, desde luego. Una cosa sí es segura: el usuario contará con una gran oferta de contenidos…y ya se verá en qué plataformas.
Imágenes | Pexels, Orange, YouTube, TVE, Zattoo
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