Tras más de una década de investigación y ensayos, el primer exoesqueleto pediátrico del mundo ha recibido el distintivo CE, un ‘pasaporte’ que garantiza el cumplimiento de las directivas de la UE y permitirá que este dispositivo robótico pueda pasar de los laboratorios y los ensayos clínicos a los hospitales y clínicas de rehabilitación.
CSIC- Universidad Politécnica de Madrid).
“No sólo estamos hablando del hito de ser pioneros en la aplicación de la tecnología robótica a los niños sino que, nuestro éxito, lo es fundamentalmente porque vamos a poder ser útiles y ayudar a tener una vida mejor para 17 millones de niños en el mundo”, señala la investigadora del CSIC Elena García Armada, del Centro de Automática y Robótica (“Este es el verdadero éxito de lo que estamos celebrando. Que hemos sido capaces de hacer efectiva una solución tecnológica que no existía, que nadie había pensado, pero que hoy es un rayo de esperanza para miles de familias de todo el mundo”, explica.
Se trata del primer exoesqueleto del mundo que ayuda a caminar a pacientes pediátricos afectados por atrofia muscular espinal. La atrofia muscular espinal es una enfermedad neuromuscular degenerativa que afecta en España a uno de cada 10.000 bebés. La pérdida de fuerza vinculada a la enfermedad impide a los niños caminar y, a consecuencia de ello, desarrollan complicaciones como escoliosis, osteoporosis e insuficiencia respiratoria. Para combatir los efectos de la enfermedad, el exoesqueleto ATLAS 2030 cuenta con motores en sus 10 articulaciones que imitan el funcionamiento del músculo humano y proporcionan al paciente la fuerza que requiere para mantenerse en pie.
La estructura consta de largos soportes, llamados ortesis, que se adaptan a las piernas y al tronco del niño sin la necesidad de control torácico. Ello permite al paciente moverse en todas las direcciones, bien al interpretar y responder ante el movimiento que quiere realizar el paciente o bien al reproducir un patrón de marcha específico fijado para cada niño. Esta terapia robótica puede acompañar al paciente pediátrico en su recuperación entre los cuatro y los diez años.
“La principal dificultad para desarrollar este tipo de exoesqueletos pediátricos consiste en que los síntomas de las enfermedades neuromusculares varían con el tiempo tanto en las articulaciones como en el conjunto del cuerpo. Por eso es necesario un exoesqueleto capaz de adaptarse a estas variaciones de forma autónoma”, explica la investigadora.
un exoesqueleto para pacientes de tipo 2
La atrofia muscular espinal es una de las enfermedades neuromusculares degenerativas más graves de la infancia. Se considera la segunda causa principal de enfermedades neuromusculares, con una incidencia de 4 afectados por cada 100.000 personas, lo que en España supone que entre 300 y 400 familias cuenten con algún miembro afectado.
Tiene un origen genético, su principal consecuencia es la debilidad muscular generalizada y se divide en tres tipos. El tipo 1 se diagnostica a los pocos meses de nacer y genera una alta mortalidad durante los primeros 18 meses de vida. El tipo 2 se evidencia entre los 7 y los 18 meses provocando la incapacidad para andar. El tipo 3 se diagnostica a partir de los 18 meses y muestra sus principales síntomas en la adolescencia, cuando el paciente pierde la capacidad de caminar.
“El exoesqueleto va dirigido a los pacientes de tipo 2, que no llegan a caminar nunca, lo que provoca un importante deterioro de su estado”, añade.