Una de las grandes barreras para el aprendizaje es fijarse únicamente aquello que funcionó, dejando casi como tabú los proyectos que nunca llegaron a despegar o supusieron un tropezón tecnológico. La llamada ‘paradoja del cuervo’. Pero, ¿cuáles fueron los grandes fracasos tecnológicos del siglo XX? ¿Lograron despegar tiempo después o quedaron estancados para siempre?
En una época en la que es frecuente dar con uno o dos descubrimientos de relevancia mundial al mes (en las últimas semanas, la muerte de una galaxia distante, el mecanismo de Anticitera y el uso de soft robots), es fácil olvidar que muchos de los fracasos científicos y técnicos que hubo por el camino, muchos de los cuales fueron clave para el avance de otros.
El vehículo eléctrico que durmió durante un siglo
El primer vehículo eléctrico data de 1828, aunque no fue hasta la década de 1890 que vehículos como taxis eléctricos estuvieron disponibles y se compraron de forma masiva. En 1897 incluso hubo una nutrida flota londinense. Con la entrada del siglo XX, el vehículo eléctrico estaba mucho más desarrollado que el basado en el motor de combustión interna.
Luego, el combustible de este último se abarató y la tecnología eléctrica fue apagándose. Hacia 1915 casi todas las empresas fabricantes o usuarias de vehículos eléctricos habían cerrado, cambiado su modelo de actividad o dado el salto al motor de combustión interna. Aunque unas pocas resistieron unas décadas más.
Aunque en la actualidad el motor de combustión se ha demostrado como mucho menos eficiente (aunque particularmente asequible al no incluir sus externalidades negativas, particularmente las económico-sanitarias, sanitarias y ambientales), lo cierto es que hace cien años las prestaciones del motor de combustión interna superaban con creces las que podía ofrecer la electrificación.
Lo cual es comprensible: la luz eléctrica ni siquiera estaba disponible en todas las ciudades y la tecnología de baterías apenas se había desarrollado. La humanidad abrazó el crudo barato y abandonó casi por completo la investigación eléctrica. Se creía un callejón sin salida, cuando en realidad es el futuro.
Las consecuencias para el medio ambiente y la salud de las personas de haber emitido contaminantes atmosféricos durante un siglo se están pagando en la actualidad, y se seguirán abonando intereses climáticos durante décadas. Por suerte, en la actualidad las tornas han cambiado y la electrificación de la movilidad avanza. Lentamente, la humanidad corrige uno de sus errores tecnológicos más graves y con mayores consecuencias negativas.
Tablets y lapiceros táctiles que nunca despegaron
Aunque hoy están por todas partes, la idea de las tablets táctiles o que hacen uso de lapiceros no son recientes, ni mucho menos. El iPad se presentó oficialmente en enero de 2010, pero en 1968 Alan Kay había diseñado el KiddiComp (finalmente llamado Dynabook), un ordenador para niños que nunca entró en producción, pero del que existen algunas maquetas de dos centímetros de grosor.
No tuvo mucha más suerte la PenPad de Pencept. El anuncio muestra una superficie que integra la computación del ordenador personal con la posibilidad de entrada mediante periférico táctil. Seleccionar texto, manejar vectores y escribir eran algunas de sus posibilidades. O lo habrían sido de salir al mercado.
Apenas un año después se estrellaba la Atari ST-PAD (llamada previamente Stylus). Parecida a un Telesketch, esta tableta de 1?MB de RAM fue lanzada en 1986. Destacaba la compatibilidad con PenOS y el lapicero que permitía manejar su interfaz gráfica. Esta tablet tampoco entró en producción, como tampoco lo hizo la Hindsight Letterbug. El mundo no estaba preparado y, sin embargo, durante el primer cuarto del XXI las tablets e-ink, llamadas papel electrónico, están llegando con fuerza.
Iridium, la red satelital de comunicación global convertida en chatarra espacial
En octubre de 1945, Arthur C. Clarke publicó un artículo titulado ‘Relés extraterrestres’ (Extra-terrestrial relays) en el que analizaba la posibilidad de que los satélites dieran cobertura de radio mundial. No se le hizo demasiado caso hasta que el Sputnik ruso logró salir al espacio en 1957.
Incluso con el Transit 1B de la Marina estadounidense orbitando en los sesenta (fue el precursor del sistema GPS), el uso de repetidores espaciales no llegó a despegar. ¿El motivo? Económico: la señal de radio mediante antenas locales y fibra óptica para grandes distancias era mucho más asequible.
En 1987 Motorola trató de lanzar Iridium, una red satelital de la que se llegaron a subir 66 unidades que pronto quedaron convertidas en chatarra espacial al no encontrar clientes que se hiciesen cargo de los costes. El usuario medio no podía acceder a un servicio tan costoso.
No ha sido hasta que la NASA abrió la puerta a trabajar con proveedores privados (hasta entonces solo lo hacían con unas pocas empresas aprobadas) que el precio por lanzar objetos al espacio empezó a bajar rápidamente. SpaceX es la empresa más conocida, aunque le siguen de cerca Boeing, Blue Origin y Virgin. Lugares remotos de África se beneficiarán de esta conexión.
Videotex, el internet primigenio que no terminó de madurar
Cuando la gente piensa en internet suele tener en cuenta la versión actual o dirigir su memoria hacia la World Wide Web y los protocolos HTTP o TCP/IP. Lo cierto es que existió una red ‘global’ previa a internet llamada Videotex. Permitía, usando la conexión telefónica, conectar algunas pantallas de televisión junto a un teclado para acceder a servicios de información.
Nacida en los sesenta como concepto y desarrollada y lanzada en 1972 en Reino Unido, Videotex recuerda mucho al teletexto. En pocos años aparecieron varios sistemas relacionados que recibieron el nombre de ‘servicios de información textual’. Llegaron incluso a tener estándares de mercado y a permitir jugar en remoto desde decenas de países.
En un artículo de 1990 redactado por Julia Cela se hablaba de cómo el videotex “hará posible en mayor medida el trabajo a domicilio”, el precursor del teletrabajo que hoy se disfruta gracias a internet. Pero a finales de los noventa el videotex fue decayendo. Los protocolos IP y otros avances como los navegadores dejaron esta tecnología obsoleta en favor de internet.
La tecnología, desde la perspectiva actual, avanza rápidamente porque hay decenas de miles de tecnologías en investigación en paralelo, pero no siempre lo hizo así. Hubo un tiempo en que en todo el planeta apenas había un puñado de equipos trabajando en cada problema, y sus resultados tardaban en ser publicados. Por eso se olvida el coste de los fracasos y su importancia.
En Nobbot | La paradoja del cuervo o la importancia de los experimentos fallidos para el avance científico
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