A mediados de los 80, el mundo entero recibió noticias de África: el Sahel era víctima de la sequía. Las reservas de agua se agotaron, la tierra se secó y numerosas personas tuvieron que abandonar sus hogares.
Pero no se trataba de la primera vez que esta zona de África sufría las consecuencias de la sequía y la desertificación, ni sería la última. Para devolver la vida a estos territorios degradados, una iniciativa a nivel mundial está replantando árboles para crear un muro verde de más de 8.000 kilómetros a lo ancho de todo el continente. Con la creación del Green Wall se esperan restaurar 100 millones de hectáreas de tierra, almacenar millones de toneladas de carbono y crear hasta 10 millones de empleos verdes en zonas rurales de aquí a 2030.
Una expansión silenciosa
La desertificación es la degradación de la tierra como resultado de variaciones climáticas o actividades humanas, como la deforestación o el pastoreo excesivo. Cada año se pierden 24.000 toneladas de suelo fértil, con numerosas consecuencias medioambientales, económicas y sociales.
Este fenómeno se da, sobre todo, en áreas de tierra seca, que suponen más del 40% de la superficie terrestre. Algunas de las zonas más afectadas son el centro de Asia y la región subsahariana. Es precisamente allí, al sur del desierto del Sáhara y al norte de la sabana, en donde se encuentra la región del Sahel. Una de las zonas más pobres del planeta y en donde se están notando de manera más cruda las consecuencias del cambio climático, en forma de sequías, inundaciones y otros desastres naturales.
Según la ONG Acción contra el hambre, en el Sahel viven alrededor de 150 millones de personas. De ellos, uno de cada seis vive en estado de inseguridad alimentaria y uno de cada cinco niños padece desnutrición aguda. Sin embargo, es difícil precisar un número concreto de habitantes, ya que la falta de alimentos, los conflictos armados y la migración (a Europa o a otras zonas del continente) hacen que sea una región con mucho movimiento poblacional.
Datos de Naciones Unidas revelan que unos 60 millones de personas podrían verse obligados a abandonar el Sahel en los próximos cinco años. Para entonces, en 2025, habrán desaparecido dos tercios de la tierra cultivable si no se pone fin a la desertificación.
qué es y qué busca Green Wall
El Sahel abarca desde Senegal, en la costa Atlántica, hasta Eritrea, en el mar Rojo, cruzando el continente en una franja de más de 8.000 kilómetros. Desde 2007, la iniciativa Green Wall busca unir estos dos mismos puntos con una superficie verde de 15 kilómetros de ancho. El plan, liderado por la Unión Africana y apoyado por numerosos países y organismos internacionales como la FAO, la Unión Europea o el Banco Mundial, busca restaurar los ecosistemas dañados y reconvertirlos en tierras fértiles. Una vez completada, se tratará de la estructura viva más grande del planeta.
Más de una década después, se ha cubierto cerca de un 15% del terreno. En Etiopía se restauraron 15 millones de hectáreas degradadas. En Senegal, se plantaron 11,4 millones de árboles. Y en Nigeria, la cantidad de nuevos empleos generados suma los 2.000. Las historias siguen, en forma de tierras que vuelven a ser fértiles y la plantación de semillas de hasta 50 especies de árboles en países como Burkina Faso, Malí o Níger.
En estas zonas en las que avanzaba la desertificación, la presencia de árboles y zonas verdes permite restaurar el pastoreo y contar con nuevas tierras fértiles en las que producir alimentos. Además, ayudarán a acumular CO2, regular la hidratación de los terrenos y reducir las altas temperaturas.
Entre los objetivos del proyecto, destaca crear tierras fértiles y oportunidades económicas, algo de vital importancia a nivel social en una de las zonas de población más joven del mundo. En el Sahel, el 65% de la población tiene menos de 25 años. Igualmente importante es aumentar la resiliencia climática, ya que se trata de la región de la tierra en donde las temperaturas suben más rápido.
Una década decisiva
En total, la iniciativa Green Wall aporta soluciones que pueden ayudar a alcanzar 15 de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU para 2030. Todos, excepto los que hacen referencia a ciudades sostenibles y la vida bajo el agua.
«La Gran Muralla Verde es una iniciativa verdaderamente inspiradora, que está generando soluciones urgentes ante los mayores desafíos del siglo XXI», señaló el secretario ejecutivo de la CLD, Ibrahim Thiaw, en relación al estreno del documental ‘The Great Green Wall’, dirigido por Jared P. Scott, en el Festival Internacional de Cine de Venecia.
En la próxima década, los avances de iniciativas como esta serán decisivos para frenar las consecuencias del cambio climático. Consecuencias que en lugares como el Sahel tienen un grave impacto social en forma de desplazamientos y migraciones, hambrunas y otros conflictos. Y que a nivel global van mucho más allá. Si se alcanzan los objetivos, esta muralla verde podría almacenar hasta 250 millones de toneladas de dióxido de carbono. Algo que contribuiría a dar un pequeño pero necesario respiro al planeta.
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