En un futuro cercano, ¿pediremos una hipoteca a Facebook? ¿Y nuestra cuenta corriente estará en Amazon? ¿Quizás en Google?
No es una hipótesis tan remota; de hecho, lleva tiempo circulando. Pero ahora parece que la cosa va en serio, con todos los grandes de la tecnología abriendo frente en los servicios bancarios. Y los bancos tradicionales empiezan a preocuparse de verdad.
Que el sector bancario acabaría sufriendo, tarde o temprano, el ataque de las empresas de tecnología es algo que se vislumbra desde hace mucho tiempo. Durante años hemos estado hablando de fintech para definir la revolución de los servicios financieros debido al uso masivo de las nuevas herramientas digitales. Un ejemplo perfecto de ello es el blockchain.
Sin embargo, una cosa es que ese desafío proceda de pequeñas startups. Otra muy distinta que entren en juego compañías globales con miles de millones de usuarios/clientes y una enorme liquidez. No sorprende que dos tercios de los bancos occidentales estén convencidos de que existe un riesgo real de perder el control de la interacción directa con los clientes. Eso sí, sentir compasión por los bancos, lo entendemos, es complicado.
Además, para los comerciantes podría ser la oportunidad de eliminar la intermediación de los circuitos bancarios tradicionales. De ese modo podrían administrar directamente su negocio desde un punto de vista financiero. El mecanismo de pago estaría en la misma plataforma donde se encuentran sus clientes, y donde, por tanto, sería posible realizar microinversiones en marketing y publicidad.
Finalmente, los costes son mucho más bajos, porque para Facebook o Amazon el negocio principal es otro. Básicamente, aumentar la información, los datos, recopilados sobre sus usuarios. Para los gigantes digitales es más importante y rentable saber cuánto pagamos, por qué y cuánto nos queda en la cuenta, o cuánto facturamos e invertimos, que cobrar un pequeño porcentaje de las transacciones.
El objetivo final son los depósitos y préstamos
Amazon tiene acceso a información única y en tiempo real sobre los productos, las ventas y los niveles de satisfacción de los clientes de las empresas que utilizan su plataforma. Esta información se puede utilizar para monitorear negocios y clientes y evaluar el riesgo crediticio. Una función que ocupa el centro de la actividad de la banca tradicional.
En los Estados Unidos, la compañía de Jeff Bezos ya está estudiando un producto similar a una cuenta corriente para sus clientes. Ofrece una tarjeta de débito: la Amazon Cash. Y Prime Reload es un servicio que proporciona un bono del 2% a los clientes que transfieren fondos de una cuenta bancaria a una tarjeta de Amazon. Una forma de pagar menos comisiones a empresas como Visa y Mastercard.
Las ‘Big Tech’ del planeta, sobre todo estadounidenses y chinas, ya no quieren limitarse a los sistemas de pago electrónico, cuya importancia sigue siendo relativa, al ocupar el 5% de las transacciones mundiales. El objetivo final es probablemente el de los depósitos, préstamos y, en general, todos los servicios bancarios más remunerativos.
La entrada a Europa
El 13 de enero pasado entró en vigor la directiva europea 2015/2366. Más conocida por el acrónimo Psd2, la nueva normativa permite a compañías como Amazon o Facebook conectar el pago directamente a la cuenta bancaria del cliente. Previo, obviamente, al consentimiento explícito del usuario.
Precisamente para aprovechar las oportunidades que ofrece la nueva directiva, Google obtuvo en enero la licencia e-money de Lituania. Unos días antes que ‘Big G’, Amazon y Facebook hicieron lo mismo. Una en Luxemburgo y la otra en Irlanda. Los ‘paraísos fiscales’ europeos, de hecho, son la puerta de entrada del viejo continente para los gigantes de la red. Sin embargo, aún no está claro si las licencias otorgadas en un país serán válidas en todos los Estados miembros de la UE.
El hecho es que Google Pay ahora es una cartera digital, que contiene las credenciales de las tarjetas de crédito y débito del usuario. Permite realizar compras en línea, en la aplicación y fuera de línea. La licencia e-money representa un posible cambio radical, ya que permite a Google guardar y transferir los fondos de sus usuarios de manera electrónica. Exactamente como ya hace Paypal, procesando los pagos directamente, sin depender de tarjetas de pago externas.
El resto del mundo
Sistemas de pago similares ya están activos en los EE.UU. Como el de Facebook Messenger o Amazon Pay. En China esta línea se cruzó desde hace tiempo. En Shanghái, Pekín o cualquiera de las Chinatown del mundo, en los restaurantes hay códigos QR en las mesas. El cliente se sienta y escanea el código con el teléfono a través de WeChat (propiedad de Tencent). Pide, come y paga con Alipay. Todo dentro del móvil. El camarero solo trae los platos.
Si en los Estados Unidos y China la confianza en la tecnología es mucho mayor que la que se otorga a los bancos, en Europa la cosa no está tan clara. Por un lado, tenemos bancos muy antiguos, cuya reputación, ya débil, después de las crisis de 2008-2011 se desplomó. Por otro lado, sin embargo, las grandes tecnológicas se perciben como cada vez más intrusivas y opacas. Y comienzan a acumular un número considerable de escándalos y multas.
Las alianzas con los bancos
Los llamados ‘GAFAM’ (Google, Apple, Facebook, Amazon y Microsoft) y los chinos ‘Bat’ (Baidu, Alibaba y Tencent) probablemente llegarán a ofrecer sus propios productos bancarios. Pero es muy posible que, al menos al principio, lo hagan en sinergia con los bancos tradicionales.
De esta manera, las antiguas instituciones financieras contarían con marcas nuevas y atractivas como Amazon Bank o Google Bank. Un modo para vender sus productos a las generaciones más jóvenes, menos ‘amigables’ con los bancos, pero muy involucradas en la tecnología. Por su parte, las ‘Big Tech’ cobrarían comisiones ciertas, sin los riesgos típicos del sector. Y seguirían centrándose en su negocio principal: los datos.
De hecho, Facebook ya está trabajando para crear alianzas con Jp Morgan Chase, Citigroup, Wells Fargo y US Bancorp. La idea es integrar sus servicios bancarios en Messenger y WhatsApp, como ya hace con American Express, Mastercard, MoneyGram y PayPal. La red social de Mark Zuckerberg estaría desarrollando su propia criptomoneda, que haría de WhatsApp una plataforma de pagos y transferencias de dinero.
Amazon, por su parte, ya cuenta con una tarjeta de crédito y una colaboración sinérgica con Jp Morgan. Finalmente, según el diario ‘Wall Street Journal’, Apple también estaría produciendo una tarjeta de crédito con Goldman Sachs. Se apoyaría en el circuito de Mastercard, sería compatible con Apple Pay y usaría Wallet para mostrar el saldo y los detalles de la cuenta.
Asumiendo el riesgo de desbordar el populismo más vulgar, es difícil pensar que el sector bancario, abollado, pero todavía muy central, y los gigantes digitales que dominan el mundo terminen librándose una guerra. Los intereses comunes son demasiados y llegar a una confrontación directa no sería bueno para nadie. La esperanza es que también sea ventajoso para todos nosotros.
Alternativas a la banca tradicional
Estas grandes multinacionales tecnológicas no son los únicos nuevos agentes cuya irrupción se espera en el sector bancario. A finales de año habrá un nuevo protagonista en España con el lanzamiento de Orange Bank.
Según Laurent Paillassot, CEO de Orange en nuestro país, la apuesta de las telecos debe ir enfocada hacia la diversificación y a explorar nuevos territorios con el fin de anticiparse a las necesidades básicas de los clientes y preparar futuros motores de crecimiento. “Dentro de esa línea de trabajo –explica- Orange ha detectado que los servicios financieros en movilidad representan una extraordinaria oportunidad”.
El consejero delegado de Orange España ha añadido que la compañía quiere ofrecer a sus clientes «una alternativa» a la banca tradicional, así como una entidad secundaria a aquellos que buscan una oferta sencilla y centrada en el móvil. De ahí el lanzamiento de Orange Bank, que es la culminación de un proceso iniciado en 2016 con la adquisición de Groupama Banque.
En Nobbot | ¿Veremos el final del dinero en efectivo? La tecnología podría desbancarlo
Imágenes | iStock