El mantenimiento energético de los centros de datos que facilitan nuestra vida digital implica un consumo de agua, tierra y dióxido de carbono que hasta ahora ha sido subestimado. La huella medioambiental de internet crece imparable.
estudio publicado en 2013. Las proyecciones estimaban que esta cifra se duplicaría para 2020, y así ha sido. Las emisiones globales de dióxido de carbono producidas por internet ya habían alcanzado el 3,7 % del total, antes del inicio de la crisis de la covid-19 en marzo del 2020.
Hace ocho años la industria de internet producía unos 830 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, el equivalente al 2 % de las emisiones globales de CO2, la misma proporción que toda la industria de la aviación, según unAunque el confinamiento supuso una caída récord en las emisiones globales de carbono ese año, el teletrabajo y el aumento del entretenimiento en el hogar han seguido representando un impacto ambiental significativo, según se destaca en SINC.
“Internet es como cualquier otra industria. Ya hemos visto qué ha pasado con otras cuando empiezan a crecer a niveles desorbitados y gastan más recursos, es imposible hacerlas sostenibles”, comenta a SINC Joana Moll, artista, investigadora y creadora de CO2GLE, un proyecto en tiempo real basado en la red que muestra la cantidad de CO2 emitida cada segundo gracias a las visitas globales a Google.com.
Pero además de las emisiones de CO2, la forma en la que se almacenan y transfieren los datos de internet también genera un gasto de agua y tierra por la energía eléctrica que necesita. Así lo constata por primera vez un trabajo publicado en la revista Resources, Conservation and Recycling.
la huella medioambiental del streaming y las videollamadas
“Las plantas de energía termoeléctrica (por ejemplo, de carbón o nucleares) requieren agua para enfriarse, lo que afecta la huella hídrica. Las presas hidroeléctricas también tienen una huella hídrica alta”, subraya Renée Obringer, investigadora posdoctoral en National Socio-Environmental Synthesis Center (SESYNC) en EE UU., y autora principal del trabajo.
Este estudio reveló que la huella de tierra global media para el uso de internet era de 3.400 km2 al año. “Esto está relacionado con la cantidad de terreno necesario para construir y mantener centros de datos y redes de transmisión”, añade a SINC la investigadora.
Según las previsiones, el uso de internet seguirá aumentando hasta alcanzar para 2023 el 66 % de la población global, de la que más del 70 % poseerá conectividad móvil. Se tendrán, además, 3,6 dispositivos por persona ese año conectados a internet. Pero ¿cuál de nuestros usos tiene mayor huella?
Una de las mayores huellas de carbono corresponde a la transferencia de datos, como ver películas en streaming. En 2020 el tráfico debido al streaming ocupó más del 80 % del total, según un informe de Cisco. Cada segundo, casi un millón de minutos de contenido de vídeo había viajado por la red ese año. Así, un televisor HD con acceso a internet que emite de dos a tres horas de contenido al día generaría de media tanto tráfico como un día en un hogar entero.
Además, las redes sociales como Facebook, Twitter e Instagram, que cuentan con millones de usuarios en todo el mundo, ya permiten transmitir vídeos en tiempo real. A esto se añaden las plataformas como YouTube, Netflix y HBO, cuyo consumo no ha dejado de aumentar. De hecho, estas aplicaciones son algunas de las mayores fuentes históricas de tráfico en la red.
Al streaming se unen las videollamadas. Según un informe de Eurostat, el 78 % de los españoles realizó el año pasado a través de aplicaciones como Zoom y Google Meet. Solo una hora de videoconferencia emite entre 150 y 1.000 gramos de dióxido de carbono. Por comparar, cuatro litros de gasolina quemados por un automóvil emiten cerca de nueve gramos.
Pero, además de la emisión de dióxido de carbono, esa hora de videollamada requiere entre dos y doce litros de agua, así como un área de tierra que equivale al tamaño de un iPad Mini. “El uso global de internet podría implicar 2,6 billones de litros de agua al año (considerando el valor medio). Esto se debe al agua utilizada para producir la electricidad que hace funcionar los centros de datos y las redes de transmisión”, informa A SINC Obringer.
Desde el comienzo de la pandemia, varios países han informado de un aumento del 20 % en el tráfico de internet. En España, seis de cada diez personas consideran que internet y el móvil ha sido esenciales en sus vidas el año pasado y el 90 % afirma que utiliza internet a diario, según un informe publicado recientemente por la Fundación BBVA.
Si la tendencia continúa hasta finales de 2021, este aumento del uso de internet por sí solo supondría un bosque de más de 115.000 km2, el doble de la superficie de Castilla y León, para secuestrar el carbono emitido. El agua adicional necesaria en el procesamiento y transmisión de datos sería suficiente para llenar más de 300.000 piscinas olímpicas, mientras que la huella de tierra resultante sería igual al tamaño de la ciudad de Los Ángeles.
10 gestos para reducir el impacto de internet en el planeta
La situación es muy precoupante, pero hay pequeños gestos individuales que podrían ayudar a paliar esta situación:
- Reduce la calidad de las películas que ves en las plataformas de streaming
- Apaga la cámara en las videollamadas siempre que puedas
- Minimiza el tiempo de lectura en internet
- Cierra todas las pestañas que no estés utilizando en tu navegador
- Comprime los archivos que envíes por email
- En tus búsquedas asegúrate de elegir la palabra clave adecuada
- Elimina las aplicaciones que ya no uses
- Si visitas una web que ya has consultado, escribe directamente en la barra de direcciones del navegador y no en el motor de búsqueda. Así evitas que tu búsqueda vaya y vuelva a los centros de datos
- Desactiva las notificaciones del móvil
- ¿Te interesa una newsletter? Si no es así, cancela la suscripción.
empresas concienciadas con el medioambiente
Además de los pequeños gestos de cada individuo, las empresas que desarrollan su actividad tienen mucho que decir para remediar, en lo posible, esta situación. Y es que, si bien la digitalización ha supuesto avances importantes para los más de 4.500 millones de personas con acceso a internet, la reducción del impacto medioambiental de la tecnología parece esencial si queremos sumar los 3.000 millones de humanos restantes a la revolución digital.
Veamos un ejemplo. Ante este panorama, y tal como refleja en su último informe de sostenibilidad, Orange asume el compromiso con la sociedad de reducir su huella de CO2 en un 30% para 2025 hasta lograr cero emisiones de carbono para 2040.
Para ello, la compañía naranja ya ha puesto en marcha distintas iniciativas que van desde un programa de sensibilización de la sociedad cuyo objetivo es impulsar la recuperación de móviles en desuso para su reciclaje y reacondicionamiento, hasta la reforestación de casi 10 hectáreas de bosque en Teruel o un acuerdo con Iberdrola que evitará la emisión de 110.000 toneladas de CO2 al año.
Con estas y otras medidas, las emisiones de Orange se han reducido hasta las 4.300 toneladas, “frente a las más de 100.000 que tienen nuestros competidores en el mismo entorno”, según Daniel Morales, manager de Responsabilidad Social y Sostenibilidad de Orange.
Este esfuerzo le ha valido a la compañía la concesión del sello Calculo y Reduzco de la Oficina Española de Cambio Climático que distingue a Orange entre aquellas entidades que calculan su huella de carbono y se encuentran en la senda de reducir sus emisiones.
Las nuevas tecnologías también ayudarán a remediar este problema. Así, gracias la nueva red móvil 5G, se podrá hacer un uso inteligente de la red será más eficiente, ya que el consumo energético se ajustará milimétricamente a lo que los clientes necesiten, pudiendo incluso hacer predicciones basadas en los patrones habituales de uso.