Los humanos somos bastante hábiles a la hora de modificar la lengua para generar dialectos comprensibles solo para comunidades limitadas. Jergas que van desde el cheli a neolenguas creadas en los despachos de ejecutivos –el último hallazgo es el término trabacaciones– para , ¿quién sabe?, quizás hacer más digeribles nuevas realidades del mercado laboral. Pues bien, en la Universidad de Georgia se han asustado bastante al ver que su inteligencia artificial es capaz de seguir un proceso creativo similar y crear, por su cuenta, dialectos que resultan incomprensibles para los humanos.
Hasta ahora -¡qué optimistas!- hemos pensado que la máquina, tal como canta Jorge Drexler en una de sus composiciones, “la hace el hombre y es lo que el hombre hace con ella”. Sin embargo, esto puede estar cambiando y, lo más inquietante, es que lo está haciendo en los albores del desarrollo de la inteligencia artificial. Conviene por ello leer este artículo tras escuchar la vieja canción de Alaska y los Pegamoides que, en los 80, describieron la “rebelión de los electrodomésticos” así:
“Me da miedo entrar en la cocina, me da miedo lo que pueda ver la tostadora se ha vuelto asesina el lavaplatos no me puede ver. La aspiradora se niega a aspirar dice que no, que no ni hablar, y la nevera está leyendo a Marx y me dice que la deje en paz .” ¿Unos visionarios? Quizás.
apagar una inteligencia artificial
El caso es que investigadores de la Universidad de Georgia han tenido que “apagar” una inteligencia artificial que estaban probando para desarrollar nuevas técnicas de negociación al darse cuenta de que algo no iba bien. Ante la mirada sorprendida de estos expertos en software, la máquina empezó a generar su propio lenguaje en un inglés incorrecto e incomprensible para ellos.
Sin embargo, analizando más en detalle las “frases” surgidas de este software, el equipo de investigadores se dieron cuenta de que, tras su aparente falta de sentido, había una estructura lógica que optimizaba la eficacia de la máquina para llevar a cabo la función para la que se había desarrollado. Su inglés extraño, salpicado de pronombres y determinantes, resultaba más eficaz para negociar, evitando errores y utilizando menos palabras.
Dhruv Batra, investigador en el Facebook AI Research (FAIR) de la Universidad de Georgia reconoce en FastCo que no se planteó ningún incentivo para que esta inteligencia artificial utilizara un inglés correcto en los procesos de negociación entre dos partes, con la cual entre ellas fueron desarrollando su propia comunicación, retorciendo las palabras para conseguir el fin último, que era mejorar el proceso de negociación entre ellas, mediante la utilización de nuevos códigos.
máquinas que piensan distinto
Y es que las máquinas podrían no pensar como nosotros. Tal como explican los investigadores de este proyecto de Facebook, nosotros utilizamos una lógica algebraica del estilo A + B = C, donde «A» podría significar casi cualquier cosa. Pero para una computadora, el significado de esa «A» puede ser mucho más diverso que para una persona. «La razón por la cual los seres humanos fragmentamos ideas en conceptos más simples, es porque tenemos un límite a la cognición”, explica Batra. Sin embargo, los ordenadores y sus redes tienen mayor capacidad, que además se desarrollará hasta límites hoy inimaginables cuando llegue la computación cuántica.
Si observamos este fenómeno desde una óptica positiva, quizás no sea tan malo que las máquinas se comuniquen entre ellas para mejorar procesos que irán a más en un futuro entorno de múltiples objetos comunicados con el desarrollo del Internet de las cosas o las nanocosas. Si nos ponemos pesimistas, y después de ver tantas películas de ciencia ficción apocalípticas, pues es inevitable imaginar una futura rebelión de las máquinas lideradas por un iPhone que conspira con la lavadora, el coche autónomo y el dron de mensajería…que los electrodomésticos han cambiado mucho en estos años.
alzamiento vs rebelión, zuckerberg vs musk
Como ya explicamos en Nobbot, la inteligencia artificial lleva años siendo espoleada para que piense por sí misma. Aunque todavía usa técnicas de machine learning (claro, es una máquina…), ya hemos conseguido que aprenda como los humanos, que se lleve lo aprendido en una tarea para la siguiente, o que componga música y pinte cuadros. En enero de 2017 conseguimos que una inteligencia artificial llamada Watson sustituyese al 30% de la plantilla de una empresa japonesa, y todo apunta al alzamiento de las máquinas para las décadas venideras.
La distinción entre «alzamiento» y «rebelión» es importante, como ya explicamos en su día en un artículo en el que se refutaban los argumentos contra la inteligencia artificial, pero es un debate abierto. Recientemente, dos de los grandes líderes tecnológicos de nuestro tiempo, Mark Zuckerberg y Elon Musk , tuvieron un acalorado debate a cuenta de la inteligencia artificial. Mientras que para el creador de Tesla y Space X, es un verdadero peligro; para el fundador de Facebook, la cosa no es para tanto.
El creador de la red social aprovechó una transmisión a través de su plataforma mientras cocinaba una barbacoa en su casa –él es así de campechano- para acusar al dueño de Tesla de catastrofista e irresponsable. Al fin y al cabo, Facebook apuntala su negocio en la utilización de algoritmos que le permiten crear anuncios personalizados, gestionar noticias e identificar fotografías.
A Musk le faltó tiempo para comentar, a través de su cuenta de Twitter, que “el entendimiento de Mark sobre este asunto es limitado”. Musk ya dijo, hace tres años, en una conferencia en el MIT, que la inteligencia artificial es «la mayor amenaza para la humanidad». Por ello, el empresario creó la fundación OpenAI para desarrollar «inteligencia artificial más segura».
¿Quién tendrá la razón? El tiempo nos dirá
Imagen del «pantallazo» del lenguaje creado por la Inteligencia Artificial, vía FastCo
Imagen del primer disco de Alaska y los Pegamoides, editado en Hispavox
En Nobbot | Cómo refutar los manidos argumentos en contra de la inteligencia artificial