En teoría nadamos en un océano de dinero en efectivo, aunque luego, y por desgracia, no lo veamos por ninguna parte. Ni en nuestros bolsillos ni en el colchón de casa. Según datos sacados del libro recientemente publicado en España del economista Kenneth Rogoff, y que lleva el indicativo título ‘Reduzcamos el papel moneda’, desde hace más de una década la cantidad de dinero impreso no ha parado de subir en la mayor parte del mundo.
¿Por qué los billetes de 500 euros están fuera de nuestro alcance?
Si en Europa nos repartieramos los euros que hay en circulación, tocaríamos a 3.200 por cabeza, y de esa cantidad, el 90% serían billetes grandes, de 50 euros para arriba. En el viejo continente, se calcula que el valor de los euros que circulan impresos en papel moneda supone cerca del 10% de su PIB. Los estadounidenses, a los que teóricamente también tocarían unos cuantos de miles de dólares en un teórico reparto del circulante, también suelen defenderse en el día a día con bien poco cash. Y es que, de media, los americanos no llevan el el bolsillo más de 60 dólares, y si uno rebusca en sus casas, el botín también será modesto: no más de 200 dólares, lo justo para una entrada de un partido de fútbol o baloncesto profesional, unas palomitas y un par de cervezas.
Pregúntate si alguna vez has llevado encima un billete de 500 euros y si pudiste pagar en algún lado con él. La respuesta posiblemente a ambas cuestiones es que no. Kenneth Rogoff, y otros analistas, mantienen que los océanos de dinero que ha salido de las fábricas de moneda que custodian los grandes bancos centrales están fuera del alcance del ciudadano corriente. Y, en su lugar, han servido y siguen sirviendo para engrasar la economía sumergida de los países y las actividades fraudulentas, como el tráfico de drogas o personas, la extorsión o los sobornos a políticos.
El dinero no Da la felicidad, pero tampoco importa
El que haya visto la serie ‘Narcos’ recordará cómo el famoso criminal colombiano Pablo Escobar intentaba recuperar aire financiero cuando las cosas se ponían feas desenterrando sacos de dólares que había sepultado años antes, en los tiempos en que todo sonreía al criminal. También es conocido el episodio de la detención en 2014 del Chapo Guzmán, narcotraficante mexicano de leyenda, al que se le encontraron hasta 200 millones de dólares en efectivo. En el día a día, y a menor escala, la abundancia de efectivo sirve a muchas empresas para evadir impuestos o evitar pagos a la Seguridad Social abonando salarios en negro.
En España se calcula que la economía sumergida alcanza el 20% del PIB, lo que supone más de 200.000 millones de euros al año. Se trata de uno de los porcentajes más altos de la UE, solo un poco más bajo que los que se registran en países mediterráneos como Grecia e Italia. El efectivo sirve para lavar dinero, es decir, para hacer que la riqueza que fue generada ilegalmente parezca legal. Pero también sirve para pagar a trabajadores que no están registrados en ninguna parte. La droga mueve solo en EEUU unos 100.000 millones de dólares al año, algo menos de lo que factura Apple vendiendo sus iPhones, sus iPads y ordenadores Mac en todo el mundo. También en Estados Unidos hay unos 11 millones de inmigrantes ilegales, y muchos de ellos son explotados laboralmente.
Si no hay dinero en efectivo, habrá tarjetas
¿Qué propone Rogoff para acabar con esta sangría o al menos para frenarla y poner las cosas más difíciles a defraudadores y criminales? El economista no deja de reconocer las virtudes del papel moneda: preserva la privacidad, no se ve afectado por problemas tecnológicos como la caída de webs o del sistema informático de los bancos, es el medio de intercambio más universal y el usado sobre todo por la gente de más bajos ingresos, es rápido y eficiente en las compras más cotidianas, y también el más interiorizado que tenemos culturalmente hablando. Sin embargo, Rogoff propone la universalización de las transacciones electrónicas y la eliminación paulatina -en un plazo de 10 o 15 años- de los billetes de mayor denominación, es decir, en Europa de todos los de 50 euros o más, y en Estados Unidos, de los de 100 dólares para arriba.
Además, para evitar la exclusión financiera de los que ahora no tienen una tarjeta y sólo se manejan con cash, Rogoff propone que el Estado ofrezca un servicio general de tarjetas de débito básicas y se encargue también de su mantenimiento. Sería un servicio cuyo coste -quizá asumido por el propio sistema bancario- quedaría compensado a medio plazo por la reducción del fraude fiscal y de la delincuencia.
En una segunda fase, Rogoff propone ir cambiando los billetes todavía en circulación -los de menor valor: 5, 10 o 20 euros en España- por monedas de cierto peso, con lo que se complicaría aún más el pago de grandes sumas de dinero recurriendo a este efectivo. Y es que un millón de dólares en billetes de 100 dólares pesa unos 10 kilos, pero en billetes de 10 dólares pesa 100 kilos, y con las monedas aún pesaría más y ocuparía más espacio.
UN mundo diferente que llegará
En el mundo que propone Rogoff pasarían a ser cosa del pasado esas escenas de las películas de gánsters donde se hacen traspasos de pulcros maletines cargados de dinero en un almacén o en una azotea mientras un coche todoterreno o un helicóptero espera al capo, que se monta a toda pastilla para poner tierra de por medio y disfrutar de su botín en alguna isla paradisiaca, probablemente un paraíso fiscal.
En cualquier caso, todo indica que a medio o largo plazo habrá mucho menos dinero en efectivo en el mundo. Y que quizá los que ahora cargamos algo de cash en el bolsillo para pagar por un sandwich en el supermercado o por una cerveza en el bar veamos un mundo sin dinero, o con muy poquito. La popularización de medios de pago a través del móvil y de servicios como Apple Pay, Google Wallet u Orange Cash algo tendrán que ver. Precisamente, Orange lanzará su banco el próximo el año y habrá que ver el papel que desempeña en esta tendencia.
También empujan en contra de los billetes gordos la experiencia de países como Suecia, Noruega o Dinamarca, que han dado pasos claros en el advenimiento de la sociedad sin efectivo. En Europa y en España ya se han dado algunos avances. A partir de 2018 no se imprimirán billetes de 500 euros, tan vinculados a la especulación inmobiliaria en este país y a las actividades terroristas en otros sitios del mundo. Además, desde principios de este año, el Gobierno español ha reducido de 2.500 a 1.000 euros la cantidad máxima que se puede abonar en efectivo.
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