Hennie Kuiper no necesita presentación para los aficionados al ciclismo. Considerado uno de los 100 mejores corredores de la historia, el neerlandés fue campeón del mundo y quedó dos veces segundo en el Tour de Francia (la primera de ellas tras Bernard Thévenet, quien admitió haberse dopado). El 5 de abril de 1981, se coronaba también campeón del Tour de Flandes. Pero el papel de Hendrikus Andreas Kuiper en la clásica belga es secundario. Los protagonistas son los árboles que le rodeaban y la historia que nos cuentan del cambio climático.
Aquel 5 de abril de 1981, la cadena belga VRT retransmitió la carrera en directo. Y lo sigue haciendo hoy en día. Ahora, un equipo de investigadores de la Universidad de Gante ha decidido analizar más de 200 horas de archivos de la televisión pública flamenca entre 1981 y 2016 en busca de evidencias del cambio climático. Y las han encontrado.
El rastro del calentamiento global
En 1981, el debate sobre el cambio climático estaba lejos de las agendas políticas. En aquellos años, el consenso alrededor de su evidencia crecía a nivel científico. Pero ni los modelos de estudio ni la recopilación de datos estaban diseñados para el análisis del calentamiento global y su impacto. Por eso, todavía hoy es complicado elaborar tendencias y predicciones, sobre todo a nivel local. Sin embargo, resulta que el cambio climático lleva años siendo parte del prime time.
“Las imágenes de televisión de carreras ciclistas se prestan a la investigación, ya que recorren rutas relativamente fijas y se organizan en todo el mundo, brindando la oportunidad de estudiar una amplia gama de especies y lugares que actualmente están poco estudiados”, explican desde la Universidad de Gante. De hecho, hacen un llamamiento a estudiar el archivo audiovisual de otros eventos anuales como maratones, torneos de golf, carreras de rally o, incluso, conciertos al aire libre.
Para su investigación, cuyos resultados fueron publicados en julio en ‘Methods in Ecology and Evolution’, la revista de la sociedad británica de ecología, los científicos analizaron más de 200 horas de vídeo del Tour de Flandes a lo largo de 35 años. El equipo liderado por Pieter De Frenne, recopiló 523 observaciones individuales de foliación y floración cada año. Para ello, se centraron en 46 árboles y arbustos que aparecían siempre en las imágenes.
“Hemos detectado avances sorprendentes en el momento de la foliación y la floración de los árboles: en la década de 1980, en el momento de la carrera, casi ningún árbol había brotado, mientras que muchos lo habían hecho en el vídeo analizado entre 2006 y 2016”, explican los investigadores en el paper. Según sus cálculos, la foliación aumentó en un 19% y la floración en un 67% entre 1981 y 2016. Algo que, aseguran, se relaciona directamente con las temperaturas registradas de enero a marzo.
La sombra del cambio
Antes de 1990, casi ningún árbol había brotado ni florecido en abril. A partir de ese momento, la salida del periodo de letargo invernal se adelanta. Lo hace, sobre todo, en especies como la magnolia, el espino y los abedules. Cruzando los datos obtenidos de la televisión con los registros de temperaturas, los investigadores belgas no tienen dudas. Las temperaturas máximas promedio en la zona han aumentado en 1,5 °C desde 1980.
“Una foliación más temprana de los árboles puede suponer buenas noticias para algunas especies animales. Los árboles crecerán más y producirán más madera”, explica el profesor Pieter De Frenne. “Sin embargo, cuando las hojas aparecen antes, también se alarga el periodo de sombra, algo que afecta a los ritmos de otros animales y plantas e incluso ecosistemas completos”.
Según el autor principal del estudio, la foliación temprana puede impedir que otras plantas que florecen en el suelo del bosque no lleguen a brotar. Como resultado, se puede reducir el néctar disponible para los insectos. Así, la sombra del cambio climático se extiende a lo largo de la cadena trófica.
Una puerta abierta a más ciencia
El estudio de la relación entre los factores climáticos y los ciclos de los seres vivos se conoce como fenología. Analiza desde el desarrollo reproductor de las plantas hasta las migraciones animales y su relación con la temperatura, la humedad y otros parámetros ambientales. Para esta ciencia es indispensable el acceso a una fuente fiable, estable y constante de datos. Hasta ahora, estos datos solían ser muy sesgados, ya que se centraban en especies concretas o áreas geográficas específicas.
Gracias a las técnicas de análisis de vídeo desarrolladas por los investigadores belgas, se abre la puerta a nuevas fuentes de datos. A registros que no habían sido explotados hasta la fecha.
“Nuestro método también podría usarse para recopilar datos sobre otros aspectos importantes para la investigación ecológica o evolutiva, como la salud de los árboles, los niveles de agua en ríos y lagos o la penetración de especies invasoras”, concluye De Frenne.
Los dos años en que Kuiper quedó segundo en el Tour de Francia, 1977 y 1978, se había apuntado la victoria en la mítica cima del Alpe d’Huez. De sus 21 curvas de herradura hasta los 1.850 metros de altitud, también salieron victoriosos Marco Pantani, Lance Armstrong o Carlos Sastre. Aunque la etapa sea en verano, el telón de fondo de los Alpes siempre deja ver, por ahora, nieves perennes. Quizá revisando el archivo de France Télévisions encontremos más pistas de cómo estamos cambiando el planeta.
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Imágenes | British Ecological Society, Robbie Shade, iStock