Los servicios de atención primaria de salud están desbordados. Pese a ello, el tiempo que dedican a cada paciente no ha aumentado en los últimos años. Una burocracia demasiado rígida, el envejecimiento de la población o la necesidad de seguir aprendiendo nuevas técnicas hace que el personal sanitario necesite un cable. ¿Pueden los robots y las máquinas de inteligencia artificial (IA) ayudar a los médicos?
En atención hospitalaria, un robot como Da Vinci, capaz de realizar operaciones de cirugía bariátrica, podría reducir considerablemente los tiempos de espera. En España, estos periodos llegan a los cuatro años. De modo que sí, los robots, pese a sus limitaciones, podrían facilitar y agilizar el trabajo de los profesionales sanitarios.
Necesitaremos más personal sanitario
A pesar de los recortes en sanidad, que sin duda tienen un peso relevante en el trato hacia el paciente, el número de médicos, enfermeros, personal sanitario y asistencial tiene una tendencia creciente (aunque se estancase entre 2011 y 2015).
Con datos de 2017, el informe ‘Heat at a Glance’ de la OCDE informa de que España cuenta con 3,9 médicos y 13 enfermeros por cada 1.000 habitantes. Comparados con los países de nuestro entorno, es una cifra aceptable, y si lo hacemos con el resto del mundo resulta evidente que vamos a la cabeza.
Dicho esto, el envejecimiento acelerado de la población nos acerca a países como Japón. Allí, el 27,87% de la población supera los 65 años. En España esta franja de edad supone el 17,98%, y va en aumento rápido. Es decir, que necesitaremos pronto más personal sanitario por cada 1.000 habitantes. O robots que los ayuden.
El motivo resulta obvio: es la población más envejecida la que más problemas de salud padece, con mayor intensidad y frecuencia, y de mayor gravedad. Si no invertimos en la formación de personal sanitario complementado con nuevas tecnologías, las listas de espera aumentarán y el trato al paciente se verá mermado.
¿Por qué robots como apoyo médico?
Hablaremos de “robots” tanto para referirnos a dispositivos físicos como virtuales (inteligencia artificial). Y es que ambas herramientas ofrecen soluciones interesantes para complementar a los médicos. La palabra clave es “complementar” en lugar de “sustituir”. De momento no podemos enviar al personal sanitario a la jubilación: las máquinas aún no están tan desarrolladas.
Pero sí hemos logrado avances importantes. En el vídeo de abajo podemos observar cómo el sistema robotizado Lokomat ayuda a las personas a rehabilitarse tras una lesión. En palabras de Antonio del Ama, responsable de la Unidad de Biomecánica del Hospital Nacional de Parapléjicos de Toledo, “no tiene sentido que haya tres fisioterapeutas moviendo las piernas de un paciente cuando hay un robot que lo puede hacer y esos tres profesionales pueden estar atendiendo a otros pacientes”.
Del mismo modo que un robot es capaz de echarnos un cable a la hora de rehabilitarnos, evidentemente acompañados de personal sanitario, el diagnóstico y tratamiento también pueden ser automatizados en buena medida. Especialmente si las máquinas lo hacen mejor que nosotros:
- Una IA de Google detecta cáncer metastásico en un 82,7% de los casos mientras que los médicos ‘solo’ lo hacían en el 73,2% [estudio];
- Una red neuronal de la Universidad de Stanford logró batir los resultados de detección de cáncer frente a 21 dermatólogos [estudio];
- Un estudio de la Universidad de Vermont diseñó una inteligencia artificial para descubrir cómo de deprimido estás en base a tu Instagram [artículo].
No son casos aislados. A las inteligencias artificiales se les da realmente bien encontrar patrones. Especialmente si parten de conjuntos de datos que con frecuencia superan el millón de muestras. Una IA como Watson de IBM es el equivalente a decenas de médicos acumulando experiencia durante décadas.
Robots virtuales que peinen las bases de datos médicas
El volumen de datos médicos en los hospitales es ingente. Quizá por eso a veces son blanco de robo. Sin embargo, estas bases de datos no están optimizadas para ser explotadas de forma activa. Tampoco están conectadas entre sí (hospitales y comunidades tienen sus propios sistemas) o con datos que el paciente podría suministrar. Y eso teniendo en cuenta la importancia de los datos.
Un ejemplo. En una consulta, el médico nos hace un pequeño test. En él nos pregunta sobre nuestra actividad física y vida sedentaria. También acerca de nuestros hábitos de consumo o la dieta. En un caso más específico, qué tal nos va el embarazo o si el periodo es regular. Son preguntas muy comunes que roban tiempo.
Curiosamente, es el tipo de datos que ya volcamos a nuestro teléfono con pulseras de actividad, que recogen datos durante todo el día, aplicaciones para comer de forma saludable o aplicaciones orientadas al embarazo. Del mismo modo que hay un mecanismo automatizado de petición de citas, ¿por qué los datos de mi teléfono móvil no le llegan al médico antes de la consulta?
No solo tendría mejores y más fiables datos que lo que le aportamos verbalmente sino también un histórico que muestre tendencias. Solo algunos hospitales privados han invertido en este tipo de mecanismos (la tecnología lleva años lista), destinando el tiempo del médico a hacer el trabajo en el que se ha formado.
De nuevo, la clave no está en la sustitución de personal sanitario por máquinas, sino la ayuda que los primeros podrían recibir de los segundos. Con la ventaja que eso supone para el paciente. El tiempo medio de consulta en atención primaria es de cinco minutos en todo el mundo. En España, gracias a la inversión en tecnología, de 13,4 minutos.
¿Llevar un médico en el pecho?
Hace tiempo nos preguntamos si podríamos vivir con robots, que solemos imaginar grandes y visibles. En referencia a los hospitales, mencionamos cómo la empresa Aethon lleva desde 2012 distribuyendo la comida mediante carritos autónomos, lo que libera a celadores para que puedan encargarse, por ejemplo, de pasar unos minutos más con los pacientes.
Sin embargo, un corazón artificial conectado a internet y que aporte datos sobre nuestro estado de salud minuto a minuto también puede ser un robot. Uno que en caso de problema además sirva de baliza para avisar y localizarnos, y que pueda actualizarse a distancia. ¿Ciencia ficción? Bueno, el Apple Watch fue diseñado en principio para recabar datos biomédicos de los usuarios y acabó abriendo el mercado de los gadgets. Además, por supuesto, de la puerta a nuestra intimidad.
La situación de la atención sanitaria, sin cambios que impliquen tecnología, tenderá a empeorar el servicio a los pacientes. Es por eso que el uso de robots físicos en operaciones, rehabilitación, camilleros o transporte, así como el uso de robots virtuales como IA, resultan imprescindibles.
En Nobbot | El futuro de los quirófanos pasa por la cirugía robótica
Imágenes | iStock/PhonlamaiPhoto, iStock/humonia, iStock/metamorworks, Vladyslav Otsiatsia