Cuando uno imagina un robot le viene a la cabeza algo parecido a Sophia, la ginoide de la Hanson Robotics que hace unos meses consiguió la ciudadanía saudita en un país en el que, paradójicamente, las mujeres carecen de muchos de los derechos de los varones. Este último debate ha agitado las redes, pero en este artículo no hablaremos sobre derecho robótico, sino de una radiografía (limitada) de la robótica actual y futura.
Sophia ha sido construida imitando, en parte, el cuerpo de una mujer: tiene torax, brazos, senos y una cabeza increíblemente expresiva. También tiene mente (procesador, formalmente hablando), que es la parte más importante de esta robot y, probablemente, del resto de robots aquí mencionados, aunque sea una mente limitada:
Todos los robots tienen cerebro, o procesador, pero no todos los robots tienen cuerpo. Según la RAE, un robot es una «máquina o ingenio electrónico programable, capaz de manipular objetos y realizar operaciones antes reservadas solo a las personas», lo que incluye un amplio espectro de formas y funciones. ¿Cómo serán los robots en el futuro? ¿Estarán integrados en la sociedad, o serán formas marginadas?
La robótica virtual no necesita cuerpo
Muchos de nosotros usamos robots virtuales incluso aunque no lo sepamos, ya que un programa o aplicación no es sino un robot: es un ingenio, es programable, manipula objetos (virtuales) y realiza tareas antes reservadas a las personas. Cumple todas las características de robot.
Un ejemplo: el dictado por voz de programas de texto sustituye a un escriba. Los chatbots también son robots virtuales, así como el mecanismo que detecta en Goodreads tu próxima lectura, la respuesta automática de tu email o la inteligencia simulada en el malo de un videojuego.
Estos y otros robots se alojan en servidores de todo el mundo no muy diferentes a nuestros ordenadores domésticos, pero especializados en realizar un gran volumen de funciones por segundo. Se espera que tengan una explosión exponencial pasado 2020. Esto es debido a que un gran número de agentes en el mercado actual ya ha echado el ojo a tecnologías virtuales como el Big Data, Blockchain, IoT, Cloud, etc; así como las ventajas de estos métodos frente a otros tradicionales, como el campo de la ciberseguridad.
Uno de los fantasmas que se extienden ya hasta el horizonte es el consumo de energía de estos robots. El consumo del minado de criptomonedas hizo a finales de 2017 asombrarse al mundo, y The New York Times comentó en enero de 2018 que la energía que consumían estos robots no era nada virtual. Para procesar cada transacción en la red bitcoin es necesaria 80.000 veces más energía que para una transacción con tarjetas de crédito, pero también es más segura en muchísimos órdenes de magnitud, y de ahí la demanda.
Los robots domésticos ya están en nuestros hogares
¿Somos capaces de pensar en un robot doméstico que no sea la aspiradora? En realidad, cualquier electrodoméstico fabricado este siglo podría ser catalogado como un robot, aunque no se mueva. Después de todo, los robots virtuales de arriba no se mueven, ¿por qué habría de hacerlo la lavadora? ¿Adónde tendría que ir para considerarla un robot? ¿No es programable y realiza ya la tarea de lavar de un humano?
Actualmente, el grueso de las casas disponemos de horno, microondas, lavadora, lavavajillas y frigorífico; y unos pocos ya tenemos corriendo por la casa un aspirador que va él solo a cargarse cuando lo necesita y que se pone a limpiar el suelo tan pronto nos hemos ido de casa. Sí, es el mismo que está generando debates sobre privacidad en el hogar.
En el caso de este robot, se ha automatizado la tarea de barrer como la lavadora automatizó el lavado de ropa. ¿Qué tareas quedan en la vivienda que todavía hagamos los humanos y que podamos relegar a las máquinas?
Aunque los robots de cocina ayuden, el grueso de ellos necesitan de ayuda humana para la mayoría de las recetas; así que la próxima Roomba podría ser un robot de cocina que se encargase de todo: desde sacar la comida del frigorífico a prepararla y servirla en la mesa.
Son palabras mayores, por supuesto. Un artificio así requeriría una base estable sobre ruedas con las que moverse por la casa (sin estorbar), un juego de dos o más brazos a la altura de los nuestros para poder operar la comida, y una estabilidad importante. Es poco probable que veamos este tipo de robots en la próxima década, debido a su coste, especialmente si tenemos en cuenta que los aspiradores cuestan 200 euros y están poco o nada extendidos comparados con el volumen total de hogares.
Robots “domésticos” que conducen por las calles
Aunque doméstico viene de domus (casa o vivienda, en latín), en la actualidad entendemos el entorno doméstico como una barrera permeable que llega casi hasta nuestro trabajo. Por ejemplo, el vehículo autónomo es un tipo de robot que formará parte de ese entorno doméstico, inclusive si no lo tenemos en propiedad, debido a que podremos programarlo a nuestro antojo durante el trayecto: escuchar nuestra música, leer nuestros emails, etc. Según Michio kaku, en su La física del futuro (2011), será «una ampliación de nuestra vivienda».
Considerando que el grueso de los vehículos hacia 2020 serán vehículos conectados, y que ya existen taxis autónomos que conducen por nuestras ciudades, es probable que en menos de una década la mayoría de coches fabricados serán autónomos debido al abaratamiento de la tecnología. Más si tenemos en cuenta que esta misma tecnología se usa también para el reparto de comida a domicilio:
La mayoría de los robots que transporten objetos (cosas y/o personas) de un lado a otro de la ciudad tendrán ruedas. Después de todo, la bipedestación en los robots es todavía demasiado costosa como veremos más adelante. Aunque se lleva muchos años trabajando en ella, las ruedas las conocemos a fondo desde hace siglos.
El robot del vídeo de arriba se llama EAT24, de Marble, pero empresas como Postmates y otras muchas también están trabajando en este tipo de reparto en ciudad. En 2012, la empresa Aethon colonizó los hospitales con sus robots transportistas, y en 2011 se realizó un vídeo que mostraba robots disfrazados de trenecitos para repartir comida en el Hospital para Niños de Boston como forma de juego:
Los robots industriales evolucionan a los cobots ayudantes
La mayoría de los robots se encuentran en las fábricas, recluidos al limitado espacio de su jaula de trabajo. No es que estén encerrados en contra de su voluntad (no poseen nada parecido), sino que necesitan trabajar en un entorno aislado para evitar desafortunados golpes contra los operarios. Esto también se da en las farmacias automatizadas como la que visitamos en su día, en las que el robot está “atrapado” en una habitación para evitar dañar a nadie con sus rápidos movimientos.
Cada vez más la palabra cobot (collaborative robot) está ganando fuerza en la industria. No queremos robots incapaces de moverse de su puesto de trabajo, dado que eso supone una pérdida considerable, así como máquinas poco maleables o versátiles. Por contra, un robot que pueda desplazarse por todo el hangar de una fábrica y pueda trabajar mano con mano con los operarios tendrá mucho más valor.
La industria automovilística es una de las más beneficiadas por la adopción de cobots en los puestos de trabajo. Los robots son capaces de levantar grandes volúmenes junto a los técnicos sin que estos corran peligro, y en lugar de optimizar una fábrica 100% autónoma como la Autofac de la serie Philip K. Dick’s Electric Dreams (2017), se fomenta el trabajo en equipo entre humanos y robots. Esto es especialmente útil en rescate de montaña.
Dicho esto, los cobots no tienen por qué disponer de brazos o articulaciones para sernos de utilidad, ni tienen por qué saber soldar o remachar. Hace unos años, Amazon se dio cuenta de que sus empleados caminaban muchos kilómetros al día de un lado a otro de los grandes almacenes con estanterías. De hecho, el grueso de la jornada de trabajo se la pasaban yendo de una estantería a otra, de modo que diseñó un tipo de robot roomba llamado Drive.
Los Drive no aspiran, pero cada uno de ellos es capaz de levantar hasta 1.300 kg de estanterías especiales llamadas Pod (vaina, en inglés). Tienen una velocidad de 1,7 m/s, inferior al paso moderado (5 m/s), pero que ahorra mucho tiempo a los operarios. Ahora, los trabajadores de esta gran empresa no tienen que desplazarse de un lado a otro, sino que esperan a que las estanterías vengan a ellos.
Esta tecnología concreta es de Amazon, y no están dispuestos ni a venderla ni a cambiarla por nada debido a cómo optimizan sus almacenes. Sin embargo, robots parecidos empezarán a aparecer en otros lugares del mundo a la vez en distintos tamaños y formas, y es que el transporte de mercancías está creciendo año tras año (un 33,5% entre 2009 y 2014 según medios especializados). Necesitamos una mejor gestión de menor impacto ambiental.
Robots humanoides o antropomorfos
Este tipo de robots es al que estamos acostumbrados a ver en el cine. Tienen forma de varón (androide) o de mujer (ginoide), como Sophía. C3PO, el inaguantable robot de la saga Star Wars (1977-actualidad), es un androide, así como Terminator (1984), los NS-6 de Yo, Robot (2004) e incluso los replicantes de Blade Runner (1982, 2017). Estos últimos eran orgánicos, pero hoy sabemos que los robots no tienen por qué estar hechos de metal, y que hasta el papel sirve para darles forma.
Aunque son los robots que tenemos en mente, también son los menos probables de ver por las calles en el futuro, y es que su coste es muy alto. Pensemos en nuestra bipedestación. ¿Cuántos animales andan erguidos además de nosotros? Algunos simios, en algunas ocasiones. Incluso Sophia, uno de los robots más avanzados de la historia, parece torpe con las nuevas piernas que consiguió en enero de 2018.
El grueso de la fauna usa mecanismos de mayor ahorro energético y estabilidad como:
- El cuadrupedismo que comparten todos los tetrápodos (los seres de cuatro patas) y el robot SpotMini de la Boston Dynamics, del vídeo de abajo
- El nado, para acuáticos y anfibios, como el Mexibot
- El salto, muy común en insectos como las pulgas, y presente en el robot Salto de la UC Berkeley
- O la reptación, como las serpientes presentes en todo bioma (desierto, rocoso, bosque e incluso medios acuáticos) y los robots sidewinding
Andar sobre dos piernas es terríblemente inestable, y si los humanos lo conseguimos es porque nuestro cerebro hace complejos cálculos matemáticos en milésimas de segundo. De manera general, los robots que intentan caminar a dos patas (¿O piernas?) tienden a caerse en las cuestas y escaleras. A veces ni siquiera hace falta que el suelo esté en pendiente para caer de bruces y romperse.
Se habla mucho de Atlas, otro de los robots de la Boston Dynamics que es capaz de andar y que a finales de 2017 veíamos dando saltitos en un limitado campo de pruebas. Sin embargo, apenas se habla de Handle, también de la BD (son los mejores del mundo en robótica de movilidad), con el que cerramos el artículo. El vídeo de sus proezas es sin duda impactante y es que, con una autonomía eléctrica de 15 millas (24 km), consigue hacer piruetas que asociamos a los bailarines.
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