Cerca de 23 000 europeos presentaron su candidatura para ser uno de los próximos astronautas de la ESA. Fue hace algo menos de un año. Hoy, apenas queda un centenar en el proceso de selección.
Los datos no son oficiales, solo aproximados. La única certeza es que, ya solo en la primera fase, la Agencia Espacial Europea descartó la mayor parte de las 23 000 candidaturas presentadas. Entre los 1361 elegidos para la fase dos del proceso de selección había 67 españoles, 28 mujeres y 39 hombres. Mientras la ESA culmina la fase cuatro y el grupo de candidatos es cada vez más reducido, conocemos el proceso desde dentro de la mano de dos de los participantes.
Siempre nos quedará Marte
Perseverance es un robot prácticamente autónomo. Puede parecer un coche teledirigido cargado de tecnología y gadgets de los caros. Pero el último de los rovers que patrullan la superficie de Marte funciona con un alto grado de autonomía. Aun así, en la Tierra siempre hay alguien pendiente de lo que sucede en el planeta rojo, a 200 millones de kilómetros de distancia. Muchas veces, ese alguien es Jorge Pla-García, investigador del Centro de Astrobiología del CSIC.
Desde las instalaciones del centro en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), en Madrid, Pla-García opera el Mars Environmental Dynamics Analyzer o MEDA, una estación medioambiental diseñada en España con la que Perseverance recopila datos sobre el clima marciano, los ciclos de polvo, la presencia de vapor de agua o la intensidad de la radiación, entre otras cosas. Además de esta, el Centro de Astrobiología cuenta con otras dos estaciones meteorológicas en Marte: REMS (a bordo del Curiosity, que lleva casi 10 años en el planeta) y Twins (parte de la misión InSight de la NASA).
“Una de mis tareas es la de explotar científicamente estas estaciones e interpretar lo que estamos midiendo. Pero también las opero, las dirijo desde la Tierra para encenderlas, apagarlas o calibrarlas”, explica Jorge Pla-García. “Por eso, no haber pasado de fase en el proceso de selección de astronautas de la ESA no ha sido demasiado palo. Mi sueño en realidad lo tengo ya cumplido”. Él fue uno de los 1361 elegidos en la primera fase, pero no pudo seguir avanzando en el proceso.
Las seis etapas para llegar a ser astronauta
22 523 candidaturas para astronauta y 257 para los puestos reservados para personas con alguna discapacidad física. Para poder postularse al proceso de selección, era necesario contar con tres años de experiencia profesional, estudios mínimos de nivel máster en una carrera de ciencias y nivel C1 de inglés, además de un certificado médico equivalente al exigido para ser piloto. Francia, con 7087 candidaturas, Alemania (3695) y Reino Unido (2000) fueron los países desde donde se enviaron más aplicaciones. Desde España llegaron 1341.
Una vez cerrado el plazo para presentar candidaturas, la ESA dio inicio a la primera fase de selección y al primer gran cribado. Un panel de expertos se encargó de seleccionar a los candidatos más idóneos, en función de su currículum, su experiencia en el sector espacial o el mundo de la investigación y su motivación. Solo escogieron a 1361 personas, poco más del 6 % del total.
Los elegidos pasaron a la segunda fase, que se celebró ya de forma presencial en las instalaciones del Centro Aeroespacial Alemán (DLR), en Hamburgo. Esta era la primera de las dos tandas de test psicotécnicos, pruebas bastante exigentes de rendimiento físico y psicológico. “Son test que miden la capacidad cognitiva, la memoria auditiva y visual, la reacción frente a estímulos rápidos… Buscaban ponernos un poco al límite con jornadas largas y con mucho esfuerzo”, explica Alberto Franco Ordovás, uno de los candidatos que sí superó esa segunda fase.
Tras trabajar casi cuatro años en el Instituto Astrofísico de Canarias (IAC) en Tenerife, este ingeniero mecánico forma parte ahora del equipo que está actualizando y poniendo a punto el acelerador de partículas del Lawrence Berkeley National Laboratory, el primer sincrotrón que se construyó en el mundo. “Ahora están completando ya las pruebas médicas de la cuarta fase, pero no me han llamado”, añade Franco Ordovás. A falta de confirmación oficial, que no ha superado las pruebas de la fase tres.
Esta está también muy centrada en los aspectos psicotécnicos, pero con el foco puesto en el trabajo en equipo y en la reacción ante situaciones extremas. Tras una cuarta fase de pruebas médicas muy exhaustivas, los candidatos que sigan en pie (a estas alturas, probablemente menos de 100), se enfrentarán a una ronda de entrevistas con un tribunal de expertos y, finalmente, a una entrevista con el director general de la ESA. La decisión final se espera para octubre de este mismo año.
Habrá más oportunidades
La última vez que la ESA seleccionó un nuevo equipo de astronautas fue en 2009. Fueron seis los elegidos, dos italianos (Samantha Cristoforetti y Luca Parmitano), un alemán (Alexander Gerst), un danés (Andreas Mogensen), un francés (Thomas Pesquet) y un británico (Timothy Peake). Antes, había que remontarse hasta 1991, año en el que fue seleccionado Pedro Duque, el primer astronauta español, que acabaría volando por primera vez al espacio el 29 de octubre de 1998.
“Nací en el año 91. Mi generación tuvo la suerte de vivir la selección de Pedro Duque”, recuerda Alberto Franco Ordovás. “Nos inspiró a muchos”. Para el ingeniero mecánico, además del factor aspiracional, lo que más le llama de ser astronauta es que es una profesión ligada a la investigación científica de campo. “Si te gusta estar delante de un ordenador, ser astronauta no es para ti. Pero, si te gusta ‘cacharrear’, es una oportunidad maravillosa, es ciencia con un punto de aventura”.
Por eso, cuando se le pregunta si volvería a presentarse, no duda en su respuesta. “Si volviesen a pasar otros 13 años, podría volver presentarme. Pero sabemos que la ESA quiere reducir el tiempo entre convocatorias. Y estando como está la situación internacional ahora mismo [en referencia a las relaciones complicadas de la ESA con la agencia espacial rusa tras la invasión de Ucrania] es probable que se necesita más gente y se necesite pronto”, añade el ingeniero nacido en Zaragoza, aunque criado en Tudela (Navarra).
Jorge Pla-García también confía en tener una segunda oportunidad. Aunque está ya en el límite de edad, cree que este se irá elevando en próximas convocatorias y así poder volver a intentarlo. “Ser astronauta es el sueño de muchos niños. Carl Sagan solía decir que los científicos son niños que no han crecido. En algún momento de su infancia pasa algo que hace que sigan siendo niños. No sabemos bien qué desencadena ese cambio, pero algunos seguimos manteniendo los mismos anhelos que teníamos de pequeños”, añade el investigador. “Ser astronauta es algo que muy pocas personas en la historia de la humanidad han conseguido. Tiene que ser una pasada”.
A finales de este año, la ESA contará ya con su nuevo equipo de astronautas, un puñado de esos niños que no han acabado de crecer y sueñan con ver la Tierra desde el espacio. Tras un año y medio de entrenamiento, serán asignados a una misión, compartiendo espacio con alguno de los otros siete astronautas activos que en la actualidad tiene la Agencia Europea. Entre ellos, quizá esté alguno de los seres humanos que vuelvan a poner el pie en la Luna.
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Imágenes | Unsplash/Ju Guan, Nicolas Lobos, ESA