Un estudio firmado por la Universidad de Helsinki parece establecer que tener sexo con robots es moralmente más aceptable que hacerlo con un o una profesional. Profetizar que los androides dedicados al sexo puedan derrotar un día el flagelo de la prostitución es utópico pero legítimo.
La investigación finlandesa será presentada oficialmente en el marco del International Congress on Love and Sex with Robots de Las Vegas en 2020. Toda una cumbre sobre el tema del sexo con robots. El trabajo ha analizado las reacciones de 432 participantes. El resultado fue que a la mayoría le parecía más aceptable que una persona pague por practicar sexo con un robot que con otro ser humano.
Tener sexo con robotS es más aceptable
Para medir el grado de aceptabilidad o disgusto, los investigadores crearon dos escenarios. Inventaron una breve historia de ciencia ficción en la que, en 2035, un hombre de unos 30 años decide ir a un burdel. En un caso, la estructura está ocupada por profesionales del sexo en carne y huesos y, en el otro, por robots. El estudio también se replicó utilizando a una mujer como sujeto.
Las dos situaciones se complicaron al especificar que, en un caso, el protagonista era soltero, en otro casado. En todos los cuatro escenarios resultantes, la historia termina con el hombre (o la mujer) que practica relaciones sexuales. La intención era someter al protagonista de la historia a una evaluación moral, solicitando a los participantes su opinión sobre los hechos.
En las conclusiones del paper, se puede leer: «Los resultados muestran que pagar por tener relaciones con un robot se condena con menos dureza que hacer lo mismo con un ser humano. Especialmente si el cliente está casado». Según los investigadores, además, «las personas no saben si considerar una infidelidad el hecho de practicar sexo con robots». Al respecto, más que desde el punto de vista ético, serán interesantes las posibles consecuencias legales para abogados, jueces y legisladores.
Elimina los conceptos de explotación e infidelidad
En cuanto a las implicaciones relacionadas con la explotación de las personas en la prostitución, no hay evidencias de que los robots cancelen el sentimiento de culpa o el conflicto ético. Pero todo sugiere que así es. Los frenos éticos y morales, de hecho, se debilitan mucho cuando los humanos nos relacionamos con criaturas que consideramos inferiores.
Un claro ejemplo de ello, también en términos de explotación sexual, es el de los esclavos en la antigua Roma. Y tampoco es casualidad que hasta los años 50 del siglo pasado, la desnudez de las personas negras, en pantalla o revistas, no fuera un problema. Mientras que se consideraba inmoral exponer la de los blancos.
Según el equipo finlandés, su encuesta también evidencia algunos factores psicológicos que influyen en cómo consideramos a los robots. Los resultados de hecho indican que, si bien tener sexo con robots se valora como el sexo entre humanos, el robot sexual se considera un robot y no una persona. En resumen, el objeto realiza perfectamente su función, y por esta razón nos es útil, pero no se convierte nunca en sujeto. Enamorarse de un robot, al menos para una mente sana, sería complicado.
Sentimos compasión por todo lo que se mueve
Sin embargo, otro estudio realizado en Alemania mostró cómo los cerebros de 40 personas reaccionaron negativamente al ver un vídeo en el que un ser humano maltrataba a Pleo. Un robot de juguete con forma de dinosaurio. Pleo protagonizó también un experimento realizado por el MIT en el que se pedía a los participantes que lo torturaran. Para muchos resultó imposible de hacer.
En 2007, un coronel sintió la necesidad de detener un ejercicio en el que el robot Talon sufría graves daños, calificándolo de «inhumano». Probablemente, esto sucede porque todo lo que puede moverse necesariamente nos recuerda a algo vivo. Es lo que nos han enseñando miles de años de evolución. Y nuestros cerebros todavía se están adaptando a la idea de estar rodeados de seres artificiales.
nos encariñamos con los robots
Los robots se mueven y nos ayudan, y por tanto les tenemos cariño. De acuerdo con la teoría del apego, los seres humanos tienen una extraordinaria facilidad para antropomorfizar las herramientas que les facilitan la vida cotidiana. De hecho, muchos desarrollan un vínculo emocional incluso con su coche.
Sin embargo, en el momento en que los robots se vuelvan demasiado parecidos a los humanos, podríamos comenzar a sentir una verdadera repulsión hacia ellos. Es la teoría conocida como ‘uncanny valley’ (valle de la maravilla o del asombro). Básicamente, cuanto más un robot se asemeja y se comporta como un humano, más acabaremos empatizando con él. Hasta alcanzar un límite, más allá del cual, el robot se vuelve inquietante.
¿Terminaremos estrangulados por un robot sexual?
Harmony es un robot diseñado por la empresa californiana Realbotix, famosa por sus Real Dolls. Esta muñeca dotada de inteligencia artificial es capaz de reconocer la cara y la voz del propietario. Puede seguir sus movimientos y mover sus labios en sincronía con lo que dice. Pero, sobre todo, tiene su propia personalidad (programable), aprende lo que se le explica y es capaz de sostener conversaciones cada vez más articuladas. Y, tal vez, en medio de una agradable noche de sexo, te acabará estrangulando.
Es lo que temen algunos expertos en ciberseguridad. El riesgo de que unos hackers tomen el control de los robots sexuales para llevar a cabo acciones ilegales es un escenario plausible. Al menos para aquellos que han cruzado el límite del ‘valle del asombro’. Como es sabido, el internet de las cosas llenará nuestros hogares de objetos conectados a la red. Y, actualmente, estos objetos son un coladero en términos de seguridad.
De momento, sin embargo, pensar que un robot tenga las habilidades para cometer un asesinato o un atentado es por lo menos excesivo. Sobre todo porque todavía estos androides ni siquiera son capaces de caminar. Por ahora, quizás, el mayor problema relacionado con la difusión de los robots sexuales es la soledad, aunque puede haber otros también importantes que obligan a seguir estudiando las implicaciones del uso de estos «sexbots».
el uso de sexbots podría agravar problemas sexuales
Según un estudio científico, los robots sexuales suelen ser publicitados de forma engañosa como posible solución a la disfunción eréctil, la soledad y, como hemos visto, la explotación de las trabajadoras del sexo. Incluso se ha propuesto su uso para tratar la pedofilia y evitar agresiones sexuales a mujeres y niños.
Pero la cosa no está tan clara. En un editorial publicado en ‘BMJ’, Chantal Cox-George, del St George’s University Hospitals NHF Foundation, y Susan Bewley, del King´s College de Londres (Reino Unido), argumentan que ninguno de estos usos cuenta con el respaldo de la evidencia científica, es más, su uso podría agravar problemas ya existentes.
Se cree que los sexbots podrían ser útiles ante la disfunción eréctil o el celibato forzoso que supone la pérdida de la pareja. Sin embargo, según estas investigadores, los robots podrían empeorar problemas ya existentes, ya que no satisfacen la necesidades de intimar con alguien o el deseo recíproco.
“El principio de precaución debería rechazar el uso clínico de los sexbots hasta que se hayan postulado sus beneficios, la reducción del daño y sus usos terapéuticos necesitan una comprobación empírica”, concluyen las expertas en su editorial.
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