Universidad es una de esas palabras que nos crean rápidamente una imagen mental. Imaginamos avances, estudios, experimentación, un lugar para aprender y difundir el saber y en el que se concentran algunas de las mentes más creativas, inteligentes y elocuentes de nuestra sociedad. También es un espacio en el que se han logrado hitos que parecían inabordables para el ser humano. Y el centro neurálgico de la vanguardia, de todo lo que vendrá para cambiar nuestras vidas. Por eso, hoy queremos hablar de un concepto como Smart Campus.
La importancia del Smart Campus
A menudo hablamos del concepto de Smart City. Por un lado, lanzan nuestro universo hacia adelante, consiguiendo que la tecnología y sus fascinantes innovaciones formen parte del día a día de nuestra cotidianidad. Pero también, luchan contra los problemas a los que nos enfrentamos como sociedad y que se focalizan en una mejor gestión de los recursos medioambientales, la reducción del consumo energético, la disminución de los residuos que dejamos como regalito a nuestro planeta…
Pues bien, las experiencias Smart Campus vienen a ser un símil de lo que se hace en la ciudades inteligentes aplicado al ámbito universitario. Muchos campus se establecen, de hecho, como una pequeña ciudad, organismos interconectados en los que estudiantes y profesorado pueden encontrar todo lo que necesitan. Llevar su existencia a otro nivel y aprovechar el impulso de la vida universitaria, esa energía y esa reivindicación de futuro a un ámbito en el que la sostenibilidad y las nuevas tecnologías se den la mano, parece un desarrollo bastante lógico.
Aplicar este tipo de realidad en un entorno que, a priori, parece predispuesto a abrazarlas con mejores garantías, no sólo mejora la vida de la comunidad universitaria, sino que puede ser el primer paso para un desarrollo urbanístico posterior, del que todos los ciudadanos se vean beneficiados. Así, en muchas universidades ya se han creado organismos específicos para el desempeño de esta funcionalidad inteligente.
Una nueva organización
Uno de los aspectos en los que primero se ven las consecuencias del desarrollo de soluciones smart pasa por la organización misma de los departamentos de las universidades. En la Universidad de Zaragoza, por ejemplo, cuentan con un rectorado de sostenibilidad e infraestructuras. Una de sus iniciativas se centra en crear un sistema de información geográfica y espacial del campus. Ello se traduce en el uso de bases de datos que sirven para gestionar las actividades del campus gracias al mapeo de instalaciones y aulas. Pero también en un análisis del número de personas que pasan por determinado recinto, las clases que se encuentran vacías a determinadas horas…
Todo para el usuario, con el usuario
La Universidad de Málaga es otro de esos Smart Campus que buscan estar a la cabeza de la modernidad. En su caso, pone verdadero ahínco en que las soluciones inteligentes sean un buen recurso para el bienestar de los ciudadanos. Ello pasa por cuidar, en lo posible, de la salud de las personas. Para llevarlo a cabo, analizan el estado de cada edificio y dictaminan posibles interferencias con lo que debería ser un perfecto equilibrio: la temperatura, el grado de humedad, la presencia de alérgenos... Estos cambios y mejoras operan gracias a la implicación de los usuarios, sin los que sería imposible la evolución de los sistemas de trabajo. Un ejemplo de esa búsqueda de la participación está en el lanzamiento de un proyecto en el que se han invertido 150.000 euros para la formación de equipos de trabajo en los que empresas, profesorado y alumnos trabajen con iniciativas para fomentar el concepto de Smart Campus.
Gestionando recursos
No se trata de estar a la vanguardia de las soluciones inteligentes por una cuestión de estética, sino porque verdaderamente, esas nuevas herramientas ofrecen una serie de soluciones muy útiles y prácticas a la hora de gestionar el funcionamiento de los campus.
Así, la Universidad de Alicante, por ejemplo, despunta también como Smart Campus en su gestión de la afluencia de vehículos que acuden hasta sus instalaciones. Se monitoriza esa presencia y el uso que se hace de las zonas de aparcamiento. De esta forma, pueden prestar un servicio de asistencia a los usuarios para indicarles qué áreas se hayan menos concurridas y tienen plazas disponibles. De igual manera funciona con otros espacios de la universidad, como las cafeterías. Si una de ellas está llena, los alumnos pueden saberlo e ir hasta otra que tenga menor ocupación.
La movilidad es una de las principales cuestiones que trabajan las universidades que esperan convertirse en Smart Campus. La UAB, la Universidad Autónoma de Barcelona, es otro de los centros de referencia. Para ello, trabajan como se haría en una ciudad, pero aplicado a un ámbito más pequeño. Como ellos mismos explican, desde su dirección se esfuerzan en conseguir una «movilidad más eficiente, sostenible e integradora«. El conjunto de actuaciones se llama Smart Mobility.
Cuidado de la naturaleza
Siempre hemos hablado de la necesidad de respetar la naturaleza, pero los últimos datos que ofrece la Comisión Lancet sobre Contaminación y Salud y que nos dicen que una de cada seis personas mueren ya en nuestro planeta por los volúmenes de contaminación (no sólo en el aire) nos pone en alerta. Cuidar el medioambiente pasa a ser una cuestión prioritaria, un tema de vida o muerte en que nos jugamos nuestro futuro y el de las personas que deben heredar el planeta.
De nuevo, hemos de citar a la Universidad de Málaga con otra de sus interesantes propuestas. A mediados de noviembre, la UMA presentaba las actividades de su Club Aula Verde, que se celebrarán a lo largo de todo el curso. Algunas de ellas son ‘Del campo al campus’, ‘Recapacicla’ o ‘Semana Verde’, propuestas que ya ha llevado a cabo otros años con bastante éxito. Por ello, quizá, se han animado a impulsar nuevas ofertas en esta línea, con acciones de concienciación acerca del cambio climático, actividades de voluntariado en torno a Red Natura 2000 o iniciativas relacionadas con el Programa Andalucía Ecocampus.
Las universidades son los lugares de saber y conocimiento, en las que se concentran las mentes que, en un futuro, cuidarán de que la evolución humana sea la mejor posible. Por ello, se convierten en estupendos campos de experimentación para lo que las smart cities traerán al planeta.
Imagen | Pixabay
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