Desde la ciudad sagrada de Cuzco, los incas dieron forma a la última gran civilización precolombina. De norte a sur, de la mano de la cordillera de los Andes, se extendió también la última gran generación de astrónomos quechuas. Con las estrellas como guía, su conocimiento se perdió casi por completo tras la llegada de los colonos en el siglo XVI.
Hoy, en ese mismo territorio, en la región altiplánica de Puna, en el norte de Argentina, se empieza a levantar el proyecto LLAMA, un instrumento óptico que busca aportar luz para descifrar el universo. Retomando el testigo inca, el Large Latin American Milimiter Array buscará planetas extrasolares, estudiará la atmósfera solar o analizará los agujeros negros masivos.
Así es el telescopio LLAMA
El proyecto científico está financiado por Argentina y Brasil, pero ha llamado la atención de científicos de todo el mundo, por lo que aspira a convertirse en algo más que un radiotelescopio. Por el momento, todavía está en construcción y sus piezas acaban de ser entregadas tras su elaboración en las instalaciones de Vertex, en Alemania. La misma compañía se encargó en su día de 25 de las antenas del Atacama Large Millimeter Array, más conocido como ALMA, situado a unos 350 kilómetros del LLAMA, en territorio chileno.
Una vez construido, LLAMA se convertirá en un telescopio del tipo Cassegrain, también similar a los del ALMA. Contará con un reflector principal de 12 metros de diámetro y dos cabinas Nasmyth donde se instalarán varios receptores. Estos receptores podrán detectar ondas de frecuencias que van desde los 35 GHz hasta poco más de 1 THz (las llamadas ondas milimétricas y submilimétricas). Y, sí, estarán configurados como el ALMA.
El porqué del parecido con ALMA
“Aunque inicialmente el instrumento funcionará como un telescopio individual, se utilizará como parte de una extensa red de interferometría de base muy larga (VLBI). Dicha red puede incluir el telescopio ALMA, el Atacama Pathfinder Experiment (APEX) y el Atacama Submillimeter Telescope (ASTE)”, explica la web del proyecto.
Así, el radioteslecopio LLAMA sería una pieza más, la última en llegar, de una red latinoamericana de instrumentos de observación. La interferometría, que se basa, en líneas generales, en observar un mismo objeto al mismo tiempo, pero con diferentes telescopios, se utiliza, entre otras cosas, para detectar fuentes de radio distantes y rastrear naves espaciales.
Además, dado que las técnicas de VLBI se pueden utilizar a la inversa, sirven para medir diferentes movimientos de la Tierra, como la rotación o la deriva de las placas tectónicas con precisión milimétrica. Permite, al igual que las técnicas astronómicas incas, pero de forma bastante más avanzada, medir y estudiar el planeta en base a las estrellas.
Entender mejor el Universo
Dada la escasez de instrumentos como LLAMA en el mundo y el carácter único de la red de interferometría, la comunidad científica internacional hace cola para conseguir unas pocas horas de observación en una de estas infraestructuras. Teniendo en cuenta las características de este radiotelescopio, se podrá utilizar para observar tanto objetos cercanos que emitan una fuerte radiación, como el Sol, como para detectar radiaciones débiles y lejanas.
Un ojo hacia el Sol
Dadas la capacidad de registro de cortas longitudes de onda, el telescopio LLAMA podrá observar las zonas bajas de la atmósfera solar, que apenas se han estudiado hasta el momento. Además, permitirá aportar más datos sobre las protuberancias solares y la actividad en la cromosfera, donde se producen las fulguraciones solares que en la Tierra se convierten en auroras polares.
La información que promete recabar el radiotelescopio LLAMA sobre el astro central de nuestro sistema podrá contrastar los datos recabados por el Solar Submillimiter Telescope (SSL). Situado en el complejo astronómico de Leoncito, también en Argentina, es el instrumento más preciso dedicado a la observación ininterrumpida del Sol y sus fulguraciones desde el año 2001.
En busca de una nueva Tierra
Buena parte de los esfuerzos para encontrar vida extraterrestre no se centran exactamente en dar con la vida en sí, se buscan las condiciones perfectas para la habitabilidad. Al igual que la red de investigación NExSS (Nexus for Exoplanet System Science), de la NASA, el LLAMA escaneará el universo cercano para estudiar sistemas planetarios cercanos al Sol.
Según los impulsores del proyecto, se podrá utilizar también para estudiar los discos protoplanetarios. Es decir, los anillos de material que orbitan alrededor de una estrella joven y en los que se producen los procesos que dan lugar a nuevos planetas. Además, el LLAMA mantendrá un ojo puesto en objetos espaciales que estén cercanos a la tierra, como asteroides.
Las estrellas y el mundo que las separa
Al igual que con los planetas, las características del LLAMA le permitirán observar las regiones donde se forman las estrellas, así como estudiar estos astros en su periodo de formación y en sus edades más tempranas. Podrá ser utilizado para analizar la disposición de las estrellas en la Vía Láctea y otras galaxias y, lo más importante, para estudiar los fenómenos del espacio “vacío” que las separa.
De acuerdo con la web del proyecto, el Large Latin American Millimeter Array reforzará el estudio del medio interestelar galáctico e intergaláctico. En concreto, permitirá conocer mejor la materia y la energía que existe entre estrellas y galaxias, un espacio de gas y polvo cósmico surcado por rayos cósmicos.
De momento, aunque con retraso, el radiotelescopio LLAMA encara la fase final de su construcción en el valle Abra Alto Chorrillos, a 4.825 metros sobre el nivel del mar. Allí, a lo largo de 2018, la ciencia ganará un nuevo instrumento con el que monitorizar el vasto espacio que nos rodea. Un nuevo ojo dirigido hacia el Hanan Pacha, el mundo de arriba en la cosmovisión inca, que compartían los dioses del sol, la luna, el rayo y las estrellas.
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Imágenes: LLAMA Observatory, ESO, NASA, Pixabay, Wikimedia Commons