El tren es para muchos sinónimo de viaje. Sin duda, es el medio más evocador e históricamente reconocido. A menudo, también es el más asequible. El encanto del tren no es igualado por otros medios de transporte. Es el viaje. Los trenes vienen del pasado pero, gracias a la tecnología, probablemente serán también el futuro de la movilidad.
La revolución digital ha llegado al transporte ferroviario más tarde que en otras industrias. Pero se está convirtiendo rápidamente en algo esencial. El IoT, por ejemplo, permite a los sensores realizar análisis y monitoreo en tiempo real. Identificar problemas antes de que se produzcan demoras, facilitando el mantenimiento automatizado y preventivo.
El big data se emplea para integrar toda la información de tráfico y asegurar un servicio exento de imprevistos. Además, sirve de guía para el diseño de los trenes y su mantenimiento, con modelos matemáticos que aprovechan la realidad virtual. Esto permite una reducción significativa en el tiempo de producción.
Las soluciones digitales pueden implementarse en días o semanas, no en meses o años. La emisión de billetes, el hacinamiento y organización de los trenes son algunos de los problemas que la digitalización puede solucionar de forma más eficiente. Pero no es solo esto. El tren puede ser un aliado en la lucha contra las consecuencias del cambio climático y la urbanización del planeta.
Los desafíos: cambio climático y megaciudades
Hoy en día, el 54% de la población mundial vive en áreas urbanas. Según las Naciones Unidas, esta proporción aumentará hasta un 66% en 2050. 2.5000 millones de personas podrían sumarse a las poblaciones urbanas en los próximos 30 años.
La urbanización ejerce una presión adicional sobre las infraestructuras. Su diseño debe poder absorber dicho crecimiento. Por otro lado, las ciudades amplían su base de poder y se pueden permitir una mayor inversión en transporte público. Un ejemplo de ello es el proyecto Crossrail en Londres, una línea ferroviaria rápida, que pasará por debajo de la ciudad.
El tren de alta velocidad ya ha revolucionado el transporte nacional e internacional. Y ahora se están desarrollando planes para ir aún más rápido. Hyperloop, del omnipresente Elon Musk, es un ejemplo de ello. Puede que no llegue por mano del padre de Tesla, pero el tren superrápido pronto será una realidad.
Finalmente, el cambio climático es un actor a tener en cuenta para las infraestructuras del mañana. Los ingenieros deben considerar las cada vez más frecuentes inundaciones y tormentas, que pueden dañar o depositar escombros en las líneas y en las estaciones. Por otra parte, las altas temperaturas pueden hacer que las vías férreas se expandan y se doblen.
La industria ferroviaria tiene que planificar un futuro con un clima diferente, y construir en consecuencia. El objetivo es predecir y prevenir. Las nuevas redes, estándares y sistemas deben construirse para el mundo de 2050 y más allá. Un mundo que podría ser muy diferente del actual.
Las tendencias para los trenes del futuro
Algunas de las innovaciones más interesantes para el futuro del transporte ferroviario se presentaron en InnoTrans el pasado mes de septiembre en Berlín, la feria sectorial más importante del mundo. Estas son algunas de las tendencias principales:
- Los sistemas de vídeo vigilancia colocados en todos los accesos pueden identificar automáticamente un robo, llamar a la policía o alertar a los operadores del tren. Al mismo tiempo, las imágenes transmitidas en las pantallas actúan como un elemento disuasivo. En Berlín, se presentaron pantallas LCD de tamaño doble en comparación con los modelos que se encuentran en los trenes actuales.
- La posibilidad de saber en cualquier momento cuántos pasajeros viajan a bordo abre muchos escenarios. Uno de ellos es el sistema adaptativo para la climatización, con la potencia que se autorregula en base al hacinamiento del vagón. Del mismo modo funciona el cierre programado de las puertas para evitar la pérdida de calor. Y la iluminación LED, que se ajusta automáticamente en función de la luz externa.
- El interior de los trenes será flexible y multifuncional, gracias a la movilidad de los asientos y de otras estructuras internas. Así, el mismo modelo de tren se podrá adaptar fácilmente a las necesidades locales o estacionales. Se podrá incluir un soporte para bicicletas en verano, y uno para esquís en invierno. También se podrán instalar verdaderos pop-up shops, áreas para máquinas expendedoras o dedicadas al trabajo. Con wifi, por supuesto.
- Finalmente, un tren verdaderamente inclusivo es aquel en el que nadie se queda fuera. Esto significa eliminar todas las barreras arquitectónicas.
Nuevas fuentes de energía
El tren está buscando nuevas formas de alimentarse. La empresa francesa Alstom está desarrollando nuevos modelos de trenes de pilas de combustible con emisiones cero. En líneas no electrificadas, el hidrógeno es la alternativa a los trenes diésel. En las electrificadas más cortas con altos costes de mantenimiento, el hidrógeno puede ser una solución rentable y sostenible.
La energía desde abajo hoy es una solución implementada solo en los tranvías. Pero en el futuro también podría extenderse a los trenes. En lugar de electrificar las líneas con las clásicas catenarias superiores, se pueden trabajar sistemas de recolección de energía con conexiones eléctricas al suelo.
Otra solución tecnológica podría ser la de la carga inalámbrica, sin la necesidad de un contacto físico real. Desde un punto de vista estético, la ventaja sería innegable, especialmente para las líneas que cruzan los centros históricos de las ciudades.
Perfectos para las Smart Cities
Con la afirmación del concepto de smart city, el sistema de transporte urbano será cada vez más flexible, adaptable e integrado. La movilidad funcionará las 24 horas del día, sin horarios fijos y con servicios variables según el flujo de personas y las condiciones climáticas. Los transportes tendrán que formar una red interconectada y los trenes podrán acomodar fácilmente bicicletas o monopatines eléctricos.
Trenes y metro en muchas ciudades acabarán asociándose con empresas privadas y digitales como Lyft o Uber. Pronto tendremos acceso a una especie de Google Maps que nos informará sobre el nivel de tráfico de coches, trenes, metro, tranvía y de los aparcamientos. Los usuarios deben poderse informar fácilmente sobre todo lo relacionado con su viaje. Desde intercambios con otros medios de transporte, incluidos los costes y tiempos de viaje, hasta noticias sobre el clima y las atracciones turísticas locales.
En Estocolmo (Suecia), se utiliza un modelo predictivo, llamado «pronóstico de cercanías», que aprovecha el big data para visualizar todos los datos útiles con dos horas de antelación. Esto permite una previsión de las interrupciones en el servicio, evitando las reacciones en cadena que causan la mayoría de los retrasos.
Por su parte, las estaciones buscan convertirse en un destino y no solo un sitio de paso. Su posición central en las ciudades los coloca en el centro de los esquemas de regeneración urbana. Son un enlace crucial entre los espacios comerciales, de ocio y residenciales.
Muchas estaciones empiezan a aprovechar el enorme flujo de personas de cada día. Donde antes solo había quioscos y tristes cafeterías, ahora nacen tiendas minoristas y establecimientos de comida para todos los gustos y bolsillos. Es el comienzo de una nueva era, que va en tren. Como se ha hecho toda la vida.
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