En Guia del autoestopista galáctico, la novela de Douglas Adams de 1979, uno de los personajes es presentado de un modo altamente inusual. Zaphod es el semi-medio-hermano de Ford, del que afirma que «comparte tres de las mismas madres». Lo que lleva a la pregunta: ¿Cuántas madres tienen Zaphod y Ford?
Este disparate genético y sexual que carecía sentido cuando se publicó el libro seguía siendo un absurdo incluso cuando la película llegó a los cines en 2005. Sin embargo, hoy día es posible tener tres padres biológicos, y se espera que el número pueda aumentar en caso de ser necesario.
¿Un bebé nacido de tres padres?
Como ocurrió en 1978 con la primer bebé probeta de la historia, Louise Brown, es posible que muchos lectores levanten una o ambas cejas al leer que ya ha nacido un bebé con tres padres biológicos (dos mujeres y un varón) en Reino Unido.
Se llama Ibrahim, nació en 2016 y, gracias a esta carambola tecnológica no morirá por la enfermedad congénita que había acabado con la vida de sus dos primeros hermanastros no nacidos. La madre del pequeño posee una enfermedad rara llamada síndrome de Leigh que afecta al sistema nervioso en desarrollo, y que es hereditaria.
Este síndrome parte de una deficiencia o daño del genoma mitocondrial del óvulo. Para evitar transmitir la enfermedad a los hijos se extrajo el núcleo del óvulo, sano y con ADN nuclear; y se fusionó con el citoplasma del óvulo de otra donante sana. Es decir, el nuevo óvulo contiene (como todas las células) dos trazas de ADN, el ADN nuclear y el ADN mitocondrial. Pero, en este caso, cada ADN proviene de una mujer diferente.
Tras este mecanismo, el óvulo de dos madres fue fecundado in vitro mediante un espermatozoide e implantado en la cavidad uterina de la primera madre. ¿El resultado? Un niño sano con ADN de tres padres:
- Un ADN mitocondrial de la segunda madre
- Un ADN nuclear fruto de la mezcla de la primera madre y del padre
A pesar de que formalmente hablando no hay edición de genes, y por tanto no estamos hablando de transgenia, tan solo Reino Unido y México permiten este tipo de manipulación de óvulos, de momento. Aunque ya hay varios países interesados en una tecnología que salva vidas.
No se conoce ningún tipo de complicación médica para este tipo de métodos que evita el nacimiento de bebés con defectos congénitos. Y es que, como ocurre con la investigación de tratamientos como el xenotrasplante, las barreras no son tecnológicas ni medicinales, sino legales y éticas.
Según los expertos, todavía queda un lustro o 10 años para que la sociedad admita el método de los tres padres como un procedimiento estándar para eliminar enfermedades congénitas.
¿Podemos manipular nuestros propios genes?
Por suerte, la tecnología biológica avanza a pasos agigantados y, antes de que esta técnica haya sido aprobada por la ética de la comunidad médica, se ha logrado otro hito para eliminar enfermedades congénitas como la miocardiopatía hipertrófica (MCH).
Es posible que a los lectores esta enfermedad no les diga nada, pero que a muchos les suene el nombre de Antonio Puerta, el futbolista que cayó tendido en el campo de juego y que no volvió a levantarse. Como muchos atletas, Puerta tenía un gen bautizado como MYBPC3 que se encarga de hipertrofiar el ventrículo izquierdo.
Este gen engrosa las paredes del músculo cardíaco y hace que bombear sangre sea más complicado para el corazón, con lo que se esfuerza más. En momentos de mucha tensión, como puede ser un partido de fútbol o una carrera de corta distancia, hemos sido testigos en directo cómo este tipo de enfermedad puede tener consecuencias como la muerte súbita. ¿No sería maravilloso eliminar el MYBPC3 de nuestro ADN nuclear?
Editar ADN mediante CRISPR/Cas9 para corregir mutaciones
Sí, eliminar enfermedades es algo deseado, pero no es fácil eliminar un gen. La mayoría de genes no tienen solo una función en nuestra biología. Un mismo gen puede expresar una deficiencia de glóbulos blancos, una característica física y parte de nuestra inteligencia afectiva. Por suerte, hemos aislado algunos genes, como el MYBPC3 o el HBB, cuya mutación tiene como objetivo el de ponernos difícil el seguir existiendo.
El HBB es un gen encargado de regular la hemoglobina, uno de los componentes de la sangre. Cuando falla genera problemas como la beta-talasemia que a su vez provocan problemas más conocidos como anemias. El problema del paciente no es que le falte hierro, sino que su gen HBB tiene una mutación y no hace bien su trabajo. Suministrar hierro no es una cura, sino un remedio paliativo, la cura es la reparación del HBB.
Para eliminar este gen defectuoso de una cadena de ADN y sustituirlo por el mismo gen sano, un equipo de científicos chinos realizó en 2014 un experimento en el que usaban la técnica CRISPR/Cas9 (se lee crisper). El método CRISPR/Cas9 consiste en el corte de la molécula de ADN para insertar otro segmento, como si de unas tijeras moleculares se tratase.
La ventaja de este método es que, una vez reparado el ADN, este se transmite de padres a hijos. Es decir, si conseguimos reparar un óvulo o espermatozoide cuyo ADN contenga una mutación de HBB o el gen MYBPC3, evitaremos dos enfermedades de aquí a cientos o miles de años (hasta que surja otra mutación u otro gen que exprese la misma enfermedad).
Sin embargo, el experimento chino no funcionó como se esperaba porque en los embriones (que por motivos éticos no se llevaron a término) apareció un fenómeno conocido como mosaicismo genético. El mosaicismo significa que parte de las células embrionarias habían conseguido dividirse con la corrección del HBB, pero otras aún conservaban el gen dañado.
El mosaicismo no es malo en absoluto, y de hecho se sabe de personas con esta alteración genética en la que un mismo individuo tiene dos o más genotipos de ADN nuclear sin que suponga un problema, aunque ciertos tipos de mosaicismo están asociados a algunas patologías. Como el experimento pretendía eliminar la mutación HBB, supuso un fracaso.
La técnica CRISPR/Cas9 para eliminar mutaciones
Por fortuna, la ciencia se apoya sobre experimentos previos y en 2017 un equipo estadounidense liderado por Shoukhrat Mitalipov repitió la técnica de manipulación genómica CRISPR/Cas9 para eliminar el gen MYBPC3 (el de los infartos mencionado antes).
En lugar de seguir los pasos del experimento chino de manipular el ADN nuclear del esperma antes de la concepción, el equipo de Mitalipov usó la técnica de corte en el momento en que el óvulo y el espermatozoide se unían, y observó un hecho curioso.
En lugar de aparecer mosaicismo, el espermatozoide con el genoma cortado cogía de manera automática y sin intervención humana parte del ADN sano del núcleo del óvulo en una técnica de reparación del embrión que no se había visto hasta ahora salvo en bacterias. Hoy día se sabe que las bacterias son permeables al ADN de otras bacterias cercanas y que, aunque su reproducción se realiza por división celular, sus mutaciones más evidentes suelen venir por este método de captación.
No somos tan diferentes de las bacterias, y de las 58 inseminaciones, 42 de las cadenas de ADN se autorrepararon a sí mismas durante la inseminación. Esto elevó la posibilidad de heredar un gen sano del 50% al 72,4%.
Estos hitos tecnológicos suponen un antes y un después para la salud humana. Aunque buena parte de la cadena de ADN tiene efectos desconocidos, hemos identificado al menos 10.000 enfermedades expresables como un único gen defectuoso sin el cual podemos vivir perfectamente sanos. Sin embargo, como hemos hablado en otra ocasión este tipo de tratamientos plantean hoy día debates éticos.
Al igual que se normalizaron otros tratamientos en su día polémicos como el uso de la transgenia para fabricar la insulina, los niños probeta o las hormonas usadas para el cambio de sexo, es necesaria una alta alfabetización científica para que la población entienda qué son y qué suponen estos avances científicos, sus consecuencias, beneficios y riesgos. De ese modo la población podrá posicionarse con conocimiento.
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