Imagen: Toto
El váter siempre ha sido un elemento indispensable en el hogar por esta manía que tenemos los humanos de descomer lo comido. Durante siglos, el sanitario ha permanecido imperturbable, cumpliendo con eficacia su función. Sin embargo, en los últimos años, el mundo de la tecnología está dirigiendo su vista al retrete, y no para tirar por el desagüe los múltiples cachivaches inservibles que produce, sino porque ve él una suerte de unidad móvil sanitaria. Hablamos de váteres inteligentes que, gracias al Internet de las cosas, pueden ser lo más parecido a tener un médico en casa… con la diferencia que este nos deja sentarnos en su regazo.
Poca broma con el váter porque es importante y, hasta la ONU, tiene marcado en el calendario del planeta un Día Mundial del retrete. Aunque aquí vamos a hablar de inodoros del futuro, en la actualidad, 4.500 millones de personas no cuentan en sus viviendas con sistemas que eliminen los excrementos de forma segura y 892 millones siguen defecando al aire libre. Esta exposición a las heces humanas tiene consecuencias sobre la salud pública, las condiciones de vida y de trabajo de las personas, la nutrición, la educación y la productividad económica en todo el mundo.
Contar con servicios de saneamiento inadecuados causa unas 280.000 muertes al año por diarrea. También contribuye a la transmisión de numerosas enfermedades (en muchos casos, mortales) como la disentería, la fiebre tifoidea, el cólera o la hepatitis. Además, y en parte como consecuencia directa de todas estas enfermedades, contribuye a la malnutrición.
Por ello, el MIT Technology Review incluía al inodoro sin necesidad de alcantarillado entre los 10 avances tecnológicos que impactarán de manera profunda nuestras vidas. Fue Bill Gates, el millonario fundador de Microsoft, quien presentó este retrete que no necesita agua, no está conectado a ningún sistema de alcantarillado y es capaz de transformar los desechos humanos en fertilizantes. Y lo presentó junto a un bote de …Sí, de eso.
váteres inteligentes vs inodoros con pocas luces
Pero, más allá de los casos de necesidad extrema, la evolución de los inodoros con pocas luces hacia los váteres inteligentes es imparable y se está produciendo a pasos agigantados. Aunque al común de los mortales nos pueda parecer aún innovador, lejos quedan ya aportaciones como el Satis G-Type, de la firma japonesa Lixil, con conexión Bluetooth y que puede controlar las funciones de lavado personal (espray, agua y presión del aire) usando una aplicación para el smartphone que realiza un seguimiento de nuestras visitas al cuarto de baño.
Hoy, la Toilet Board Coalition, una red comercial que promueve una mejor sanidad, cree que el inodoro podrá llegar a salvarnos la vida, pasando de ser un simple intermediario entre nuestro intestino y la alcantarilla a convertirse en un completo centro de monitorización de nuestra salud. Váteres inteligentes que podrán conectarse con nuestro centro de salud para hacerle llegar datos sobre distintas variables que afectan a nuestro bienestar, contribuyendo a la prevención de diversas patologías.
Por ejemplo, según señala a la BBC su responsable para Europa, la firma japonesa Toto ha vendido miles de retretes en hospitales en Japón “que te lavan y te secan, pero también te pesan y analizan tu orina«.
En esta línea, investigadores del Instituto de Tecnología de Rochester (EE.UU.) han creado otro de estos váteres inteligentes que tiene como objetivo reducir las tasas de reingreso hospitalario de pacientes con insuficiencia cardíaca congestiva.
El asiento del inodoro está equipado con distintos sensores para medir la actividad del corazón, y pueden monitorizar el ritmo cardíaco, la presión arterial o los niveles de oxígeno de la sangre. Los algoritmos analizan los datos y, con un mayor desarrollo, alertarán de una condición deteriorada. Se enviará un informe a los cardiólogos, quienes determinarán si es necesaria o no la intervención.
evacuar en compañía en google
Hace años, Google ya presentó una patente para transformar el cuarto de baño en una sala para monitorizar nuestra salud. Al entrar en el “Google Bathroom”“Google Bathroom”, sensores y objetos conectados analizarían la información recibida de nuestro sistema cardiovascular, nervioso, endocrino o muscular.
Así, el espejo podría registrar el color de la piel del usuario durante un año y deducir distintos parámetros relacionados con la salud del usuario. La bañera serviría como cabina de ultrasonidos para medir la presión arterial y el movimiento de los tejidos internos, estudiando los ecos producidos por las ondas sonoras de alta frecuencia.
Por último, el inodoro podría analizar nuestras heces, así como medir la presión y los movimientos de los intestinos, y el peso de quién lo utiliza. También será capaz de observar y analizar las deposiciones, sólidas y líquidas. En caso de anomalía, todos estos dispositivos enviarían automáticamente una alerta al médico del usuario del cuarto de baño.
En fin, ¿qué será lo próximo? Reflexionemos sentándonos en nuestro vetusto inodoro, mientras que llegan estos otros, tan modernos.