¿Hay vida ahí afuera? La pregunta subyace en buena parte de las misiones espaciales y lleva décadas buscando respuesta.
Las últimas noticias al respecto nos llegaron de Venus. La presencia de fosfina en su atmósfera, un gas asociado a la actividad biológica en la Tierra, disparaba las apuestas. Sin embargo, la existencia de vida venusina no deja de ser más que una hipótesis en un planeta en el que se superan los 460 °C en superficie. Gran parte de las esperanzas de hallar seres extraterrestres sigue puesta en Marte.
Durante la última década se han multiplicado las pruebas que señalan que el planeta rojo pudo ser un lugar acogedor para la vida. Sobre todo durante sus primeros 1500 millones de años de historia. Pero un nuevo estudio liderado por el Centro de Astrobiología (CAB, CSIC-INTA) señala ahora que encontrar su rastro puede ser más complicado de lo que pensábamos. Es más, quizá nunca lleguemos a dar con las huellas de los marcianos.
La vida antigua en Marte
Nuestro planeta y sus vecinos se formaron hace unos 4500 millones de años. La historia del origen del sistema solar nos es desconocida en gran medida, pero sobre la Tierra sabemos un poco más. Tras unos primeros años turbulentos, nuestro planeta empezó a enfriarse. Hace unos 4400 millones de años se formaron los primeros océanos y empezó a llover. Y, con el agua, no tardó en llegar la vida.
Hay muchas teorías sobre el origen de la vida y poco consenso a su alrededor. Lo que sí se sabe es que durante miles de millones de años todos los organismos vivos fueron unicelulares. No fue hasta la llamada explosión del Cámbrico hace 530 millones de años (aunque, probablemente, todo empezó un poco antes) cuando surgieron los antepasados de todos los seres vivos pluricelulares que habitan hoy la Tierra.
¿Qué pasaba en Marte mientras tanto? La evolución del planeta rojo en sus primeros años de vida camina de forma paralela a la de la Tierra. Hace entre 4500 y 3500 millones de años, en la era noeica, Marte tenía océanos, ríos y lagos. Si hubo una época propicia para la vida marciana, fue esa. Y si las cosas funcionan en Marte de forma parecida a en la Tierra, esa vida tuvo que ser unicelular.
La búsqueda de fósiles marcianos
Desde que a finales del siglo pasado se probó que Marte podía haber albergado vida en el pasado, empezó la búsqueda de señales que lo confirmasen. Pero encontrar vestigios de esta vida unicelular y primigenia es aún más complicado en el planeta rojo que en la Tierra.
“La superficie y subsuperficie de Marte no son los lugares ideales para la preservación de compuestos orgánicos que puedan retener información sobre posibles formas vivas pretéritas. La radiación es intensa, la sequedad absoluta y además contienen cantidades importantes de compuestos oxidantes”, señalan desde el CAB.
A pesar de todo, la NASA anunciaba en junio de 2018 que el rover Curiosity había encontrado compuestos orgánicos en arcillas de hace más de 3000 millones de años conservadas en el cráter Gale. Y lo hizo en los primeros cinco centímetros de profundidad la superficie marciana, donde más intensa es la radiación solar. Además, la NASA también publicaba datos que mostraban variaciones estacionales en la presencia de gas metano en la atmósfera marciana.
En los próximos años, llegarán varias misiones a Marte buscando confirmar los hallazgos y profundizar en la búsqueda de vida. El rover Perseverance, que despegó este verano y tiene previsto aterrizar a principios del próximo año, tomará muestras más profundas del terreno y las preparará para que futuras misiones las traigan de vuelta a la Tierra. Las esperanzas son siempre muchas, pero las probabilidades de que no se encuentre nada concluyente son elevadas.
Un pasado ácido, ¿un presente yermo?
Las condiciones actuales en Marte son inhóspitas. Con una tenue atmósfera azotada por el viento solar, las temperaturas son extremas, la sequedad es elevada y la alta radiación hace difícil la presencia de vida en el presente. En un paper publicado en ’Scientific Reports’, un equipo liderado por el CAB ha añadido un nuevo condicionante que dificulta la preservación de compuestos orgánicos en Marte y que no se había tenido en cuenta hasta ahora: la exposición a ácidos.
Por causas que se desconocen, Marte perdió la gran mayoría de sus mares, lagos y ríos en algún momento de su pasado. Sin embargo, el agua no desapareció por completo. Durante millones de años (y es probable que todavía pase en la actualidad), pequeñas cantidades de agua siguieron corriendo por la superficie y filtrándose entre las rocas.
“La naturaleza química de estos fluidos que circularon entre las rocas ha determinado en gran medida que se hayan podido preservar compuestos orgánicos en Marte”, explica Alberto G. Fairén, director del estudio. “Nuestro estudio describe cómo la exposición a fluidos ácidos complica enormemente la preservación de orgánicos en las arcillas […] Nos permite obtener información sobre la naturaleza del agua que ha circulado por el subsuelo del cráter Gale durante los últimos 3.000 millones de años”.
Es decir, que los minerales arcillosos de Marte, capaces de preservar compuestos orgánicos durante mucho tiempo, podrían haber visto reducida su capacidad de conservación tras haber estado expuestos a agua demasiado ácida. La información podría contribuir a redirigir los esfuerzos en la búsqueda de fósiles de vida marciana.
Quizá, eso sí, no sean los restos de eras pasadas los que confirmen la presencia de vida en Marte. Quizá la vida todavía exista en los rincones del planeta rojo. Las últimas investigaciones señalan la presencia de, al menos, cuatro grandes lagos subterráneos de agua salada. Puede que allí, protegidos de las hostilidades de la superficie, los organismos marcianos sigan proliferando.
En Nobbot | Esta imagen de Marte es una fiesta para los ojos, disfruta de ella
Imágenes | NASA/JPL-Caltech/University of Arizona 1, 2, NASA/Nature