Entre el 75% y el 85% de las profesiones que habrá en el futuro todavía no existen. La mayoría de ellas estarán relacionadas con la tecnología o requerirán competencias digitales para su desempeño. Unas habilidades que no solo tienen que ver con el uso de herramientas digitales, también con el trabajo colaborativo y creativo.
Para que los alumnos de hoy puedan enfrentarse con seguridad a su futuro, los centros educativos más innovadores están empezando a introducir recursos hasta ahora impensables en un aula. Uno de ellos son los videojuegos.
Sobre sus beneficios hemos hablado con cuatro de los participantes en #EduGameDay. Un encuentro organizado por Microsoft y dirigido a docentes donde varios profesores mostraron lo que ya están haciendo en sus clases para enseñar a través del juego.
El juego como herramienta educativa
Más allá de su carácter lúdico, el juego siempre ha estado presente en los procesos de enseñanza-aprendizaje. “El concepto de gamificación parece muy novedoso en la educación, pero no es así. La manera innata que tiene el niño de interactuar con el mundo real es a través del juego”, sostiene Miguel Sánchez, profesor de Tecnología en Secundaria y de Ciencias de la Tierra en Bachillerato del colegio Jesús-María Sant Andreu, en Barcelona. “Y para ello una de las mejores herramientas que existen hoy en día son los videojuegos”.
La programación es la clave. Porque cuando en el sector educativo se habla de videojuegos la palabra que más aparece en la conversación es «crear». “Es fundamental intentar romper los estereotipos sobre los videojuegos y que los alumnos sepan realmente qué es crear”, apunta Carlos Rodríguez-Solano Archidona.
Este profesor de Primaria y coordinador TIC del colegio Gredos San Diego, en Las Rozas (Madrid), explica cómo uno de los ejercicios que realizan en clase es crear dos personajes que hablan entre ellos y se mueven. “Lo programan ellos mismos y eso es su videojuego. A partir de ahí puedes construir todo lo que quieras. Así, por ejemplo, pueden hacer que en lugar de que esos dos personajes digan una frase, enumeren las tablas de multiplicar. Y es ahí cuando ya trabajas otros contenidos con los niños”.
Adolfo de Grandy del Val imparte Informática y Matemáticas en el mismo centro. Tiene claro que en el futuro se va a requerir no tanto que las personas sepan muchas cosas sino que sepan pensar bien, y en eso radica la programación. “Un ejercicio que hacemos en clase y que a mí me encanta es el de ‘corrige el código’. Les das un código en el que algo falla, lo tienen que aplicar y buscar el error. Eso es maravilloso para hacerles pensar”.
Videojuegos para hacer los deberes
Sin embargo, los estereotipos todavía están ahí. Por eso es fundamental trabajar con antelación ciertos aspectos con los padres y ejercer una labor de formación también con ellos. “Nosotros no hemos tenido ningún problema, pero sí advertimos sobre el empleo de los videojuegos en clase. Así, cuando los alumnos llegan a casa, abren el portátil y se ponen a jugar, los padres saben que su hijo está jugando, pero también aprendiendo”, sostiene Sánchez.
Una postura sobre la que Gonzalo García Fernández, profesor de Física en el Bachillerato Internacional y coordinador TIC el colegio SEK-Atlántico de Poio (Pontevedra), añade algo más: “Cuando los padres tienen toda la información, no controlan tanto el tiempo que el niño juega (aunque lo tienen que hacer igual), y están más pendientes de lo que aprende. Se crea un entorno más colaborativo y se desechan los estereotipos tan establecidos por la sociedad”.
De todos modos, los cuatro docentes coinciden en que el perfil de los padres, al igual que el de los alumnos, está cambiando. “Nosotros utilizamos mucho las redes sociales y el blog del cole para enseñarles qué hacemos”, explica Rodríguez-Solano. “Les informamos de la actividad que vamos a realizar con el juego y los objetivos pedagógicos que queremos conseguir. De esta forma conseguimos que no les llegue solo por los que les cuentan sus hijos”.
colaborar, crear y narrar
Los videojuegos tienen, según la experiencia de García, tres características esenciales como herramienta educativa. Fomentan el trabajo colaborativo, la creatividad (“piensas una cosa que quieres hacer y ellos siempre van más allá”) y trabajo de narrativa (“el videojuego te cuenta una historia y ellos te cuentan otra distinta”). Y en ese entorno, que ellos mismos crean, “es increíble la cantidad de cosas que aprenden y a la velocidad a la que la hacen”.
En su centro, los alumnos de 6º de Primaria tienen que realizar una exposición final con todo lo aprendido durante el curso. ”En pequeños grupos, y basándose en la indagación, planteamos un tema genérico que tienen que romper en problemas más pequeños y plantear la solución correspondiente. Eso es el pensamiento computacional”. Y para llevarlo a cabo utilizan Minecraft.
Con la misma herramienta, en el colegio Gredos San Diego los alumnos más mayores diseñan un videojuego para que los más pequeños aprendan Historia. Y en las clases de Sánchez una de sus propuestas es trabajar con los datos. “Cada uno construye su casa en un pueblo. Todos pueden ver lo que hay fuera, lo público. Dentro colocan las cosas que no quieren que vean los demás, incluso algunas las esconden creando, por ejemplo, puertas secretas. Así trabajamos el concepto de la intimidad y cómo deben preservarla”.
el profesor como guía
El elemento motivador es esencial en cualquier tipo de aprendizaje. Con los videojuegos de por medio parece que ese reto está superado. Su uso en clase consigue captar la atención de los alumnos y, además, les ayuda a adquirir conocimientos y competencias que con metodologías más tradicionales requerirían más tiempo y dedicación.
“Con los videojuegos los alumnos están hablando en su idioma. En clase normalmente ellos tienen que adaptarse al lenguaje docente y ahora es justo al revés: nos los apropiamos para introducir conocimiento y las competencias que queramos”, apunta Gonzalo García. “Por eso todo surge de una forma más natural, y nosotros estamos ayudando y guiando… a veces, porque otras no estás”.
Una idea que también comparte De Grandy. “Una de las cosas que ocurre cuando metes juegos en clase es que el profesor desaparece y eso a mí me parece fundamental en el sistema educativo actual. El profesor tiene que ser un apoyo, un orientador que está ahí para lo que los alumnos necesiten”.
“El videojuego convierte al alumno en protagonista y hace que se sienta más valorado”, añade Sánchez. Y puntualiza que esto no quiere decir que en educación todo tenga que ser gamificación, pero sí tienen que existir esa parte. “Es tan importante para un alumno que sepa coger una tijeras y cortar como que aprenda a desenvolverse en un mapa, orientarse y desarrollar todas sus habilidades”, concluye.
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Imágenes | Noelia Hernández, Microsoft