El cambio climático está lleno de desequilibrios. Temperaturas altas y bajas en máximos históricos. Especies que desaparecen y provocan efectos en cascada. Alimentos sabrosos que amenazan con dejarnos. Y un desajuste claro entre la evidencia científica sobre el calentamiento global y las decisiones tomadas para frenarlo. Quizá sea porque quien toma esas decisiones no vivirá lo suficiente como para sufrir las peores consecuencias.
El argumento es duro. Pero no falto de lógica. Mientras tanto, los más jóvenes, sin derecho a voto ni capacidad para tomar decisiones, ven como su futuro pinta cada vez más negro (y caliente). Y quieren que se les escuche. Lo que empezó como un acto de rebeldía en una escuela sueca se ha convertido en una ola de protestas de post-millennials que se extiende por Europa y prepara una gran manifestación global el próximo 15 de marzo. Es el movimiento ‘Youth for climate’.
Los centennials pasan a la acción
Son la primera generación que ha crecido en internet. Son impacientes (qué adolescente no lo ha sido) y tienen conciencia social. No conciben el mundo sin la red. El mismo mundo que están dispuestos a salvar. La primera gran movilización de los centennials o generación copo de nieve empezó a tomar forma el año pasado en las acciones de la joven sueca Greta Thunberg.
En su perfil de Twitter se define como una activista climática de 16 años con Asperger. Tras un verano, el de 2018, de temperaturas de récord en Suecia, decidió pasar a la acción. Durante dos semanas faltó a clase para sentarse a las puertas del Parlamento de su país. Y protestó. El impacto de las altas temperaturas en la actualidad de Suecia y la cercanía de las elecciones parlamentarias hicieron el resto. La voz de Greta Thunberg se sobrepuso al ruido mediático y llamó la atención de todos.
Pocos meses después, en diciembre, la joven se subió al escenario de la conferencia COP24 de las Naciones Unidas celebrada en Katowice, Polonia. “Decís que queréis a vuestros hijos por encima de todo. Sin embargo, estáis robándoles su futuro delante de sus ojos. Hasta que no empecéis a centraros en lo que es importante en lugar de lo que es políticamente posible, no habrá esperanza”. Sus palabras no inspiraron acciones concretas en la cumbre. Pero prendieron la llama del activismo climático en miles de jóvenes.
La marcha global por el clima
Greta Thumberg sigue faltando a la escuela. Ahora se ausenta cada viernes. Compagina sus estudios con las protestas, entrevistas a medios internacionales, reuniones con representantes políticos como Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, intervenciones en el Foro Económico Mundial en Davos e incluso charlas TED. Inspirados por sus acciones, los jóvenes han salido a la calle en los Países Bajos, Holanda, Bélgica, Francia o Reino Unido. También se han producido ya las primeras manifestaciones en España.
La ola de protestas ha saltado a Canadá, Estados Unidos y Australia. No tienen un lema común. Ni siquiera comparten un hashtag. Bajo etiquetas como #FridaysForFuture o #SchoolStrike4Climate, el movimiento ‘Youth for Climate’ deja el colegio cada viernes para pedir acciones concretas e inmediatas contra el cambio climático. La manifestación más multitudinaria celebrada hasta ahora, que tuvo lugar en Bruselas el 27 de enero, reunió a más de 70.000 personas.
“Unite behind the science. The actions required are beyond any manifesto or any party politics. Once you have done your homework you realize we need a whole new way of thinking.“
My full speech at EESC in Brussels: https://t.co/sHRiPPUtjZ #FridaysForFuture #SchoolStrike4Climate pic.twitter.com/bmlGzwFgzL— Greta Thunberg (@GretaThunberg) February 24, 2019
La primera gran convocatoria mundial está marcada en el calendario. El 15 de marzo todo el mundo está llamado a la acción en sus respectivas ciudades. La marcha global por el clima ha servido también para dar forma a peticiones algo más concretas. Asegurar una transición ecológica equitativa entre ricos y pobres. Abandonar los combustibles fósiles y apostarlo todo a las renovables. Y desarrollar una serie de acciones a la altura de las exigencias del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC).
La semilla de la lucha juvenil
Desde grandes ONGs como Greenpeace hasta organizaciones locales han aprovechado el movimiento más o menos espontáneo iniciado por Greta Thunberg. Aun así, la ola de protestas sigue siendo descentralizada y carece de unidad. Denominadores comunes de otras luchas juveniles que acabaron convirtiéndose en grandes movimientos y que consiguieron cambiar las cosas.
La campaña contra el uso de pajitas de plástico que ha terminado, entre otras cosas, con la prohibición de varios tipos de productos de un solo uso en la Unión Europea, empezó en 2011 como un proyecto de Milo Cress, un joven norteamericano que entonces tenía nueve años. O el movimiento ‘Kids Cut Palm Oil’, que forzó a algunas multinacionales a replantearse el uso que hacían del aceite de palma (aunque las consecuencias no siempre sean las esperadas), tuvo su inicio en una iniciativa escolar.
La historia inspiradora, un público deseoso de fenómenos virales y el altavoz de las redes sociales forman el cóctel perfecto. Las dos semanas que Greta Thunberg se pasó sentada frente al Riksdag en Estocolmo han dado la vuelta al mundo. Pero el desequilibrio inicial sigue ahí. Cientos de protestas y miles de voces pidiendo soluciones. Miles de artículos y vídeos en YouTube. Pero cero acciones para intentar frenar el calentamiento global.
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Imágenes | GTRES/AP Photo/Gian Ehrenzeller (portada), Avaaz, Wikimedia Commons/Leonhard Lenz,