María Ángeles Durán: “La expropiación del tiempo de las mujeres también es una forma de violencia machista”

A menudo, se utilizan los adjetivos pionero e innovador con  mucha ligereza o reconociendo solo a quienes han aportado algo novedoso al desarrollo tecnológico y digital, orillando a quienes han contribuido al conocimiento humanístico que está en la base de cualquier idea sobre un futuro común más próspero y justo. María Ángeles Durán Heras es una de esas grandes pioneras, con estudios señeros sobre la situación social de las mujeres y el trabajo no remunerado. Entre otros muchos logros, esta feminista “avant la lettre” fue la primera mujer que logró una cátedra de sociología en España y, en 1979, fundó el Seminario de Estudios de la Mujer de la Universidad Autónoma de Madrid, el primer instituto universitario de estudios de la mujer creado en España. En 2009 fue impulsora de la Cátedra UNESCO en Políticas de Género e Igualdad de Derechos entre Mujeres y Hombres, que dirigió de 2010 a 2013. La pujanza actual del feminismo en nuestro país no se entiende sin la actividad de mujeres como María Ángeles Durán y tantas otras que, en los años más duros de nuestra historia contemporánea, ya reclamaban para la mujer el espacio que por justicia les pertenece.

 

– En alguna ocasión usted ha comentado que tuvo que conjugarse en masculino para abrirse paso en la comunidad científica y en su carrera profesional. A pesar de ello ha tenido una carrera profesional exitosa. ¿Qué apoyos encontró por el camino?

En mi carrera profesional ha habido éxitos y fracasos y no la doy por terminada, aunque  por absurdas exigencias administrativas haya tenido que jubilarme. Como emérita sigo dedicando a la investigación las mismas horas que antes, la única diferencia es que no cobro por ello. En alguno de los fracasos ha tenido influencia  mi condición de mujer, pero esa misma condición me ha dado más fuerza para luchar, no se trata solo de lograr objetivos individuales sino de abrir camino. He sido más afortunada que la mayoría de las mujeres porque tuve apoyo familiar desde niña, y el hombre con quien he compartido medio siglo de convivencia y cuatro hijos también ha respetado mi vocación intelectual. Sin esos apoyos no habría resistido la presión social. También ha sido decisivo el respaldo intelectual y humano de los movimientos de mujeres, tanto en España como internacionalmente. La creación del Seminario de Estudios de la Mujer en la Universidad Autónoma de Madrid en 1979 fue un hito en mi vida, le dio una dimensión más profunda y enriquecedora al trabajo académico.

Por cada discriminación evidente hay centenares de acciones disuasorias previas, que desaniman a la competición y anulan la capacidad reivindicativa.

– ¿Cuál fue su experiencia como mujer, primero como estudiante y después como docente, en un mundo académico de hombres?

En los años sesenta, en mi época de estudiante universitaria, todavía quedaban algunas enseñanzas o cuerpos de la Administración Pública vetados para las mujeres. Resultaba una extrañeza, aunque no estaba prohibido, que las mujeres eligiesen algunas especialidades. Apenas había mujeres en el profesorado universitario; yo no tuve ninguna profesora en la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de Madrid que pudiera servirme de modelo. No sufrí problemas graves de discriminación personal en aquella época, solo los generales, que estaban en el aire que se respiraba y la mayoría ni siquiera éramos conscientes de ellos. No llegabas a la discriminación evidente porque te autocensurabas, no intentabas conseguir los objetivos difíciles. En parte sucede lo mismo hoy: por cada discriminación evidente hay centenares de acciones disuasorias previas, que desaniman a la competición y anulan la capacidad reivindicativa.

– ¿Cuál es hoy la situación de la mujer en la universidad española?

En la actualidad, los y las estudiantes están en condiciones similares, por eso las mujeres obtienen muy buenos resultados académicos. El derecho al acceso a la enseñanza fue el primero que se conquistó, después vino la lenta incorporación al profesorado y a los puestos representativos y directivos, donde todavía queda mucho por hacer. Y queda por delante una revisión fundamental pero más profunda y sutil que las anteriores, que es la renovación de los contenidos de la enseñanza, muy sesgados en algunas materias por una  perspectiva excesivamente androcéntrica. Creo que el tipo de materias que se enseñará dentro de algunas décadas en Historia, Medicina, Economía o Derecho, por señalar sólo algunas Facultades, será bastante diferente. Habrá incorporado las innovaciones que aporta la perspectiva de género, que ya están reconocidas por la Ley de la Ciencia.

El desinterés de las mujeres por la tecnología tiene raíces sociales, pero también biológicas.

A pesar de esta mejora de la situación de la mujer en la universidad desde sus años de estudiante, se siguen dando lacerantes situaciones de desigualdad. Una de ellas se manifiesta en el escaso interés mostrado por las mujeres a la hora de cursar estudios en áreas relacionadas con ciencia y tecnología. Como investigadora de la situación de las mujeres en el ámbito científico, ¿cuáles cree que son las razones de esta anomalía?

El desinterés de las mujeres por la tecnología tiene raíces sociales, pero también biológicas. Sabemos que un buen clima social permite aumentar rápida y fuertemente  la matriculación de mujeres en enseñanzas técnicas, en Cataluña consiguieron resultados espectaculares con una sencilla campaña divulgativa y algunos pequeños cambios  administrativos. Pero tampoco hay que olvidar los estudios de Maccoby ; desde muy pequeños se aprecian habilidades diferentes para la mecánica o el lenguaje en niñas y niños, que se exacerban o reducen  según el clima social del país. Lo más interesante es que en todos los grupos hay un número relativamente elevado de niñas con buena habilidad para actividades en que es mejor la puntuación media de los niños, e igual sucede entre los niños.

Es violencia que la pensión media de las mujeres sea un 32% más baja que la de los hombres

– Uno de los desencadenantes de la nueva explosión del feminismo ha sido el movimiento #Me Too que ha visibilizado situaciones de acoso sexual en la industria de Hollywood. En España, la violencia contra la mujer encuentra su más clara expresión en las muertes por violencia de género que  ocupan titulares casi cada semana. Pero, más allá de estos casos de violencia machista que ocupan espacio en los medios, cada día la mujer se enfrenta a múltiples manifestaciones de un micromachismo cotidiano que alcanza incluso al lenguaje…

Hay violencia física, que llama la atención de los medios de comunicación y produce titulares dramáticos. Y hay violencia  económica y social, que pasa más desapercibida. Es violencia que la pensión media de las mujeres sea un 32% más baja que la de los hombres, o que su jornada de trabajo diaria, sumando el trabajo remunerado y el no remunerado, sea una hora diaria más larga que la de los hombres.

En cualquier caso es difícil comparar pensiones contributivas con no contributivas, y el dato más grave no es la desigualdad en la cuantía de quienes reciben pensión, sino el elevado número de mujeres que no tienen ingresos propios (el 25% de las mujeres de todas las edades, según el CIS).  Sin embargo, a lo largo del año, las mujeres de Madrid trabajan como media, según datos de la Encuesta de Uso del Tiempo del  INE, unas 286 horas más que los varones. Y a lo largo de la vida, esta dedicación extra equivale a  21.450 horas.  La Contabilidad Nacional no incorpora el trabajo producido fuera del mercado laboral, por lo que invisibiliza estos datos. Es lo que he llamado la expropiación del tiempo de las mujeres y también es una forma de violencia machista.

– Estos días, en los que asistimos a un gran debate sobre el feminismo, se habla mucho de la economía del cuidado a la que usted ha dedicado buena parte de su actividad investigadora y que, históricamente, ha sido protagonizada por las mujeres. ¿Cuál es el peso de esta economía femenina sin cuyas aportaciones, ni reconocidas ni remuneradas, no se entiende la economía de mercado, masculina, que identifica valor con precio?

A diferencia del mercado laboral, el trabajo no remunerado de los hogares carece de una estructura organizativa y de representación para la defensa de sus intereses o solución de conflictos internos y externos similar a la de los sindicatos de asalariados. Las estimaciones del consumo de trabajo no remunerado para el cuidado, realizadas con la escala Duran a partir de las proyecciones demográficas, fijan un aumento del 6% entre 2015 y 2023 en la carga del trabajo que soportará la población de 15 a 65 años, pero el aumento más espectacular será el debido al consumo de la población de 65 a 80 años, que crecerá un 25 %, y al de la población mayor de 80 años, que crecerá un 21 %. Es un plazo muy breve y la adopción de medidas no puede retrasarse.

En este último grupo de edad, que tiene rentas muy bajas, son las mujeres quienes se hacen cargo principalmente del cuidado no remunerado. Si no se arbitran servicios públicos, además de una mayor participación de los varones y las generaciones jóvenes, la carga del cuidado será asfixiante.

Además, el envejecimiento traerá consigo el aumento de los enfermos crónicos, de los poli-mórbidos y de los ancianos en situación de fragilidad, aunque no estén enfermos. La carga total de cuidados que consumirá la población española en los próximos años será mayor de la que consume ahora, y recaerá en gran parte sobre las mujeres de edad avanzada, que ya en la actualidad soportan a menudo condiciones de trabajo que no  aceptaría ningún convenio colectivo.

Las desigualdades mayores en la jubilación no se dan entre quienes tienen pensiones altas o bajas, sino entre quienes tienen o no tienen pensión. Entre estos últimos, son mayoría las mujeres.

Usted ya está jubilada y, precisamente, la cuestión de las pensiones también se halla de actualidad, con mensajes que ponen en duda el mantenimiento del sistema. Una vez más, son las mujeres que no han cotizado por su trabajo en el hogar, las más perjudicadas. ¿Cuál es su opinión sobre la situación en la que se encuentran esas mujeres que, después de toda una vida trabajando en casa, no reciben ninguna pensión?

Las desigualdades mayores en la jubilación no se dan entre quienes tienen pensiones altas o bajas, sino entre quienes tienen o no tienen pensión. Entre estos últimos, son mayoría las mujeres. El empleo remunerado genera derechos post-laborales, pero no así el trabajo no remunerado en el hogar. O al menos, no en la misma medida. La principal diferencia radica en las rentas post-laborales, pero no es la única. Otros derechos menos visibles relacionados con el empleo son la disponibilidad y control de los planes de ahorro o pensiones, el acceso a los seguros médicos de empresa, y los derechos de representación en las asociaciones sindicales. Todos ellos son más amplios o fáciles de mantener para los ex trabajadores del mercado laboral que para las trabajadoras/es no remuneradas de su propio hogar.

Por si fuera poco, la falta de ingresos propios genera dependencia monetaria en el hogar, subordinación y sobre todo inseguridad y dificultad para encontrar otro modo de subsistencia cuando la convivencia no es satisfactoria o el cónyuge fallece.

– Uno de las mayores dificultades para mantener el sistema de pensiones de cara al futuro es la tasa de natalidad, que en España es de las más bajas del mundo. En esta sociedad sin niños es clave la dificultad que tiene la mujer para compatibilizar la maternidad con su carrera profesional. En su opinión, ¿qué medidas se deberían tomar para acabar con esta situación y revertir la configuración actual de la pirámide poblacional?

La estructura demográfica característica de las sociedades avanzadas tiene forma de torre, no de pirámide. Los que nacen no se mueren pronto, y eso hay que celebrarlo como una gran conquista sin vuelta atrás. Hay que adaptarse a esta nueva situación, teniendo en cuenta que la etapa post laboral será cada vez más larga por la mejora de la longevidad. La solución a los problemas no viene tanto por la vía del aumento de la natalidad como por la vía de la redistribución.

No le veo sentido a prolongar el dolor de un enfermo terminal que pide ayuda para irse ya.

– Terminamos esta entrevista abordando su experiencia con el cáncer de mama. En su libro autobiográfico ‘Diario de batalla’ contó su batalla contra la enfermedad y allí apuntaba la idea de que la ciencia debe servir para curar, pero también para facilitar el tránsito cuando ya no sabe devolver la vida. ¿Cree que se debería despenalizar la eutanasia en España?

¿Eutanasia?. El primer texto castellano (siglo XIII)  cuyo autor se conoce es de Gonzalo de Berceo, considerado precursor de  los místicos Santa Teresa o San Juan de la Cruz. En su obra  ‘Los milagros de Nuestra Señora‘ la Virgen se lleva al cielo a un obispo santo »cuando le llegó la hora en que había de sufrir», para evitarle las penalidades del final de la vida. Me parece un modelo de conducta. No le veo sentido a prolongar el dolor de un enfermo terminal que pide ayuda para irse ya.

– Años después de superada la enfermedad,  ¿qué queda en usted de esa traumática experiencia? ¿Qué diría a las mujeres que han sido diagnosticadas con esta enfermedad?

Diario de batalla’ fue el resultado de una promesa. El tumor llevaba allí seis años  y no había sido bien diagnosticado, creí que iba a morir. Cuando estaba  empezando la quimioterapia, prometí que si curaba daría voz a los enfermos de cáncer, relatando mi propia experiencia. Entonces era una palabra tabú, se evitaba pronunciarla. Cinco años después saqué las cintas que había ido grabando, y me puse a escribir. Lloré mucho al principio, el recuerdo me dejaba conmocionada. Es difícil dar un consejo porque cada enfermedad y cada circunstancia personal es diferente, pero repetiré lo que me dijo mi oncóloga: concéntrate en curarte, no pierdas energía en recriminaciones ni en lamentos. Como en toda enfermedad, la actitud del enfermo es un factor importante de ayuda para la curación. Y la de su entorno familiar y amistoso, también. 

Eso sucedió hace veintitrés años. Me salvó la tecnología, una buena organización sanitaria y el apoyo de la familia, los amigos y los compañeros de trabajo. Después de aquella mala época, he podido vivir con normalidad. Los investigadores confían en que el cáncer se convierta en »un ruido de fondo», una enfermedad crónica a la que cada vez son mayores las probabilidades de ganarle la batalla. Mi cariño y ánimo para quienes están ahora atravesando esa dura etapa.

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