La prodigiosa memoria de Pico della Mirandola es proverbial. Se dice que podía recitar toda la ‘Divina Comedia’ del revés, a partir del último verso hasta el primero. Una proeza que el humanista medieval podía lograr con cualquier poema al acabar de leerlo.
Pico no era un excepción. En la Edad Media se veneraba a los ancianos principalmente porque se les veía como prestigiosos y útiles almacenes de recuerdos. El papel era muy caro y la forma más efectiva de conservar la información era memorizarla. Recordar toda la ‘Biblia’ de memoria era bastante común entre los eruditos. No en vano, los monjes eran los miembros más respetados de la comunidad. Porque el conocimiento es poder y, en esa época, conocer significaba en gran medida recordar.
Simónides de Ceo, poeta griego del siglo VI a. C., es considerado el inventor de la nemotecnia. Según Simónides, la mente humana puede recordar muchas más cosas de las que pensamos, pero solo si las traduce en imágenes. Estas deben ser almacenadas en un espacio mental. Un lugar conocido que se puede visitar cuando se necesita. Es la técnica de los loci o del ‘palacio de la memoria’.
A finales del siglo XIV, la nemotecnia se practicaba casi como una disciplina deportiva. Pietro da Ravenna, un distinguido jurista, presumía recordar perfectamente veinte mil casos legales. No era el único. San Agustín, mil años antes, contó el caso de su compañero de estudios Simplicio. El joven podía recitar perfectamente todas las obras de Virgilio y Cicerón.
En el pasado, la memoria era otra cosa
Sin embargo, lo que sorprendía de Simplicio no era la cantidad de material memorizado, sino que supiera recitarlo a la inversa. Y es que, entonces, la memoria era otra cosa. En las escuelas, junto con la gramática y la retórica, los profesores enseñaban a recordar. Un tipo de pedagogía que continuó a lo largo de toda la antigüedad, cruzó la Edad Media y llegó hasta el siglo XIX. Aún en 1953, Ray Bradbury imaginaba, en ‘Fahrenheit 451’, que cada persona podía memorizar un libro entero.
El uso de un lenguaje hablado, y luego escrito, ha representado una extensión formidable de las posibilidades de almacenamiento de nuestra memoria. Hoy, sin embargo, hemos desarrollado numerosos soportes externos para no tener que conservar tanta información. De este modo, podemos usar la ‘RAM’ del cerebro para otras operaciones aparentemente más sofisticadas, como sacarnos un selfie.
Los dispositivos tecnológicos se están fusionando con el cuerpo humano. Desde los smartphones, que son ya casi prótesis de nuestro cuerpo, a los visores para la realidad aumentada. Hasta llegar a los chips insertados directamente en el cerebro para mejorar nuestra capacidad cerebral. O para resolver problemas como la sordera. La perspectiva es fascinante e inquietante a la vez. Y el camino a recorrer es tan largo que tal vez nunca lo veamos completado.
Los experimentos, sin embargo, llevan haciéndose desde hace bastante tiempo y están empezando a mostrar los primeros resultados. Durante los últimos cinco años, DARPA, la agencia de defensa de los Estados Unidos para la investigación avanzada, ha invertido 77 millones de dólares en el desarrollo de dispositivos capaces de recuperar las capacidades nemónicas de quienes hayan sufrido daños cerebrales graves.
Dispositivos tecnológicos para aumentar la memoria
El primero de los dispositivos experimentado con seres humanos ha sido creado por Michael Kahana. Un profesor de psicología de la Universidad de Pennsylvania que colaboró ??con la empresa de tecnología médica Medtronic. El funcionamiento de esta herramienta, según explica la revista ‘Bloomberg‘, es relativamente simple. El dispositivo está conectado al lóbulo temporal. Desde ahí supervisa la actividad eléctrica del cerebro y, a través de ella, prevé si se va a crear una memoria duradera.
«Hemos incluido sensores que miden las señales eléctricas en el cerebro […] de la misma manera que los meteorólogos predicen el tiempo utilizando sensores que miden la humedad, la temperatura y los vientos», explica Kahana. Cuando estos sensores notan que la actividad en el lóbulo temporal no es óptima, el dispositivo proporciona una pequeña descarga eléctrica. El paciente no lo nota, pero la señal se fortalece y mejora las posibilidades de formación de la memoria. Según los primeros resultados, este dispositivo puede mejorar la capacidad nemónica entre un 15 y un 18%.
Uno de los pacientes que se sometió a la prueba solo podía recordar tres de las doce palabras que debería haber memorizado. Después de recibir la ayuda tecnológica, logró recordarlas todas sin dificultad. La diseñada por Kahana no es la única herramienta en la que se está trabajando. Un equipo de investigadores del Centro Médico Wake Forest y de la Universidad del Sur de California está experimentando con una solución para aumentar la memoria hasta en un 37%, según un estudio publicado el año pasado.
Esperando la miniaturización
En este caso el funcionamiento del dispositivo es más complejo. Para dar forma a nuestra memoria, varias neuronas emiten señales de una manera muy específica. Transmiten una especie de código diferente para cada memoria y para cada individuo. Al observar varias neuronas en el hipocampo, los investigadores aprendieron a reconocer patrones que indican cuándo se está formando una memoria. Cuando el cerebro encuentra dificultades, el dispositivo ayuda a las neuronas a enviar un código correcto. Esto permite que la memoria se forme.
En ambos casos, estos dispositivos se probaron solo en pacientes epilépticos que ya tenían electrodos implantados en el cerebro. De hecho, el hardware externo necesario en la actualidad todavía es demasiado grande para ser insertado en el cráneo. Pero esto es solo el comienzo. La miniaturización es inevitable y estos dispositivos, antes o después, podrían estar disponibles para todos. Como enseñaron los antiguos, la memoria se puede entrenar y mejorar mucho, pero quizás ya seamos demasiado perezosos. Preferimos confiar en la ayuda tecnológica.
Como siempre en estos casos, los primeros usuarios serán personas con enfermedades o con problemas graves de memoria. Pero será solo el primer paso. Con toda probabilidad, estas herramientas acabarán siendo utilizadas para aumentar las capacidades de todos. Para no olvidar nunca un aniversario, grabar en la memoria ‘El Quijote‘ en unos minutos o guardar información confidencial como unos 007 modernos. Depende de cuántos episodios de ‘Black Mirror‘ hayas visto.
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