Cada día conocemos un nuevo wearable que se preocupa por nuestra salud, nos mide el ritmo cardiaco o las calorías que perdemos cuando practicamos deporte. Pero ¿es posible conectarse a nuestros dispositivos electrónicos literalmente? ¿Podremos implantarnos un chip que detecte enfermedades? Un proyecto de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, ha dado un paso más para convertir en realidad esta idea de que nuestro organismo intercambie información con un gadget.
Tal como podemos leer en Teknautas (El Confidencial), el investigador que está detrás de este proyecto, William Bentley, explica que podemos hacer todo lo que se nos ocurra con los teléfonos móviles, excepto comunicarnos con la biología. ¿El motivo? Este científico señala el modo de transmitir la información es diferente: la microelectrónica se basa en sistemas eléctricos y electrodos pero en biología, el foco está en las moléculas. El quid de la cuestión es conseguir la conexión entre ambos.
biología en nuestros dispositivos
Bentley considera que se ha trabajado mucho hacia la consecución de información biológica a través de un dispositivo, permitiendo la transmisión de datos a través de una interfaz pero, a su juicio, es necesario ahondar en el reverso para permitir que los electrodos activen la biología.
Aunque aún falte mucho camino que recorrer, este equipo de investigadores ha llegado a la conclusión de que es posible lograrlo debido a que ya han creado un enlace entre sistemas electrónicos y células bacterianas. En el futuro, esta conexión con la biología podría ayudar a programar dispositivos para detectar y tratar enfermedades.
Por ejemplo, para localizar un hipotético problema, el dispositivo debería identificar ciertas moléculas. Por ejemplo, la del colesterol o la de la glucosa. Los científicos de la Universidad de Maryland explican que las bacterias segregan toxinas moleculares que se unen a nuestra piel mediante receptores moleculares. El objetivo sería identificar esas bacterias, diferenciar sus actividades y determinar cómo responder.
conexión entre bacterias y electrones
Un sistema microelectrónico se conectará con los genes si consiguen aprovecharse de las moléculas redox, que se encuentran en el interior de la célula y que pueden ser modificadas. El dispositivo cambia la redox, añadiendo o quitando electrones. De esta forma, el equipo consiguió alterar las células bacterianas. Las conclusiones revelan que estos electrones también se convierten en moléculas que influyen en el fenotipo de grupos de células cercanos. Además, las señales eléctricas enviadas a través de estas moléculas también han demostrado que se podía controlar el consumo de glucosa y regular la actividad enzimática.
Estos investigadores lograron en uno de sus experimentos que las bacterias se movieran o se detuvieran gracias a que consiguieron controlar el gen de la proteína cheZ, responsable del movimiento, mediante una especie de un interruptor que al activarse y desactivarse paraba o movía hacia adelante la bacteria.
una app y un chip contra enfermedades
Aunque el verdadero propósito de su proyecto diseñar apps que puedan detectar enfermedades e incluso ayudar en sus tratamientos, modificando estos genes o células para mejorarlos con electrónica.
El siguiente paso en el que debe trabajar este equipo científico es en descubrir una manera óptima de conectar el dispositivo móvil con las células. Una de las opciones que barajan es el implante de un chip que transmita la información a un wearable. Otra alternativa que tienen sobre la mesa es tragar una píldora con un sistema microelectrónico que registre patógenos en el aparato digestivo y libere algún tipo de medicamento para combatirlos. En este caso, los usuarios podrían programar cuándo liberar esos componentes.
Fotografías: Allthefreestock.com
Fuente: Teknautas, El Confidencial