En la reciente presentación de sus resultados, correspondientes a 2018, Facebook acalló todas las voces que ponían en cuestión la solidez de la compañía tras sus últimos escándalos. Con un beneficio de 22.112 millones de dólares, Mark Zuckerberg puede ojear tranquilamente todos los comentarios que le acusan de ser el nuevo Gran Hermano. La realidad es que su red social es una plataforma publicitaria y, como tal, ofrece a los anunciantes lo que quieren: retorno de su inversión a través del conocimiento profundo de sus usuarios. Así que podemos escribir sobre la felicidad que proporciona dejar Facebook sin temor a que se tambaleen los cimientos de la compañía. Mark, perdónanos, es envidia, tú sigue a lo tuyo.
yo ya lo hice
Yo mismo tengo que confesar que me decidí a dejar Facebook hace semanas –curiosamente, el mismo día dejé de fumar– y me siento más relajado, no sé si feliz. Por lo menos me evito unas cuantas notificaciones y la consiguiente necesidad de visitar la red social por si me pierdo algo. Que nunca me perdía nada pero, ver una notificación y empezar a babear como el perro de Pávlov, eran una misma cosa.
De momento me mantengo en mis trece y no me arrepiento de mi decisión de dejar Facebook, a pesar los los insistentes SMSs que me invitan a volver a saltar al regazo de Mark Zuckerberg con solo un clic.
Bueno, a lo que iba, científicos de la Universidad de Stanford han realizado un estudio con 2.844 usuarios estadounidenses de Facebook, algunos de los cuales solicitaron eliminar sus cuentas durante las elecciones de medio término en EEUU.
Durante cuatro semanas, los investigadores supervisaron el estado de los participantes mediante encuestas en línea y SMS, y siguiendo su actividad en Facebook (en caso de que abandonaran el experimento) y Twitter. Además, los participantes fueron entrevistados sobre cómo pasaban su tiempo libre sin una red social, cuánto se comunicaban con sus familiares y de dónde obtenían las noticias.
dejar Facebook, perder información
Al final del experimento, tal como nos cuentan en N+1, los participantes se sintieron más felices, comenzaron a pasar menos tiempo en las redes sociales y más, con familiares y amigos. También disminuyó la polarización de sus sentimientos políticos y la conciencia de lo que está sucediendo en el mundo. De hecho, como efecto “negativo”, el estudio detectó que los sujetos del estudio estaban menos informados sobre lo que estaba sucediendo en el país y el mundo tras abandonar Facebook.