Las estrellas de la NBA Shaquille O’Neal -ya retirado- y Kyrie Irving o, muy recientemente, la joven actriz Millie Bobby Brown se han declarado terraplanistas. Es decir, no creen que vivamos en una canica gigante achatada por los polos, sino en un plano rodeado por un gran muro de hielo. La Flat Earth Society estará frotándose las manos.
Que un joven como Óliver Ibáñez haya ascendido hasta el Olimpo de los youtubers hispanos con más seguidores —305.000 fans y subiendo— hablando en exclusiva de conspiraciones, secretos-mejor-guardados y fraudes históricos nos arroja suficiente contexto del escenario. La exposición mediática siempre ayuda. Y cada vez son más quienes piensan que un vídeo bien montado y aseverado posee mayor credibilidad —o poder de convicción, al menos— que miles de años de avances científicos.
Porque, en plena era de fake news y montajes de pesadilla por obra y gracia de una IA, ser terraplanista suena casi punk, contestatario, que refuerza identidades. Cuando en realidad está haciendo temblar los cimientos del saber. La salud del conocimiento contrastado. Claro que ¿podríamos nosotros demostrar que la Tierra no es plana, sin ascender 20.000 metros en vertical?
1. EL POLO SUR NO EXISTE
«Sólo existe un Polo Norte magnético en el centro de una Tierra plana». Ok, prepara ropa térmica y planea un viaje en la primavera-verano austral.
No cuenta con población nativa y hace apenas 150 años que hemos desembarcado en estos territorios inhóspitos —el 26 de enero de 1853, para ser exactos—, pero pese a ser el rincón más inaccesible de nuestro planeta, el turismo a la Antártida aumenta cada año. En calidad de turistas, 45.000 personas en 2017, casi 50.000 en 2018.
La actividad está determinada por el Tratado Antártico, pero ni todo es hielo y nieve —Isla Decepción cuenta con cálidas corrientes geotérmicas— ni todo está compuesto de refugios y cabañas. Claro, ¿quién querría construir un Mercadona en un continente helado?
Pues ahí está la clave: el Polo Norte es un enorme glaciar flotando sobre el océano ártico. El Polo Sur es un continente. Al sumergirnos bajo sus kilómetros de hielo encontramos roca. Así logra un continente mantenerse parcialmente ajeno a la convección de las corrientes oceánicas, mientras que el otro disminuye cada año su diámetro. Y ojo: la amplitud magnética de la aurora austral es casi idéntica a la boreal, así que sí, el Polo Sur existe.
2. EL HORIZONTE SIEMPRE, SIEMPRE, ES PLANO
«Y todas las imágenes con curvatura son montajes o el resultado de ver el plano a través de una cámara ojo de pez». Podríamos esperar a un eclipse y, con un telescopio astronómico con espejo newtoniano, observar la sombra de la Tierra sobre la Luna. Pero como no tenemos tiempo y Eratóstenes ya lo demostró caminando y midiendo sombras, mejor subirnos a la torre de control de cualquier playa y ver cómo los grandes barcos turísticos parecen emerger del mar conforme se aproximan al puerto.
Cuando vulgarmente oímos “todo está compuesto de esferas”, de escala atómica a planetaria, es por un principio básico: cualquier cuerpo masivo arroja gravedad y, lo que es más interesante, es afectado por su propia gravedad. Su forma es resultado de estas reglas.
¿Por qué Marte, Júpiter o Saturno son esferas y la Tierra no? ¿Por qué una gota de agua, esférica, se deforma por la influencia de la gravedad? ¿De verdad vamos a tener que hablar del Modelo Estándar de la Física de Partículas?
Para desmontar esto, los terraplanistas utilizan el propio material de un tipo de Manitowoc que empezó a sospechar que la Tierra era plana. Lo que ellos omiten es que el propio usuario encontró la respuesta: una curvatura de 0,12º es casi imperceptible, pero sigue siendo una curva. Volando a 41.000 pies de altura, esta curvatura es más evidente, claro. Tendremos que esperar al turismo espacial.
Tal vez no podamos sentir la tectónica de placas en movimiento, ese imperceptible estado líquido. Pero sí probar el péndulo de Foucault: si nos hallásemos en un plano recto, el péndulo no podría oscilar libremente creando un recorrido alabeado, fuerza de la inercia y proyectando una circunferencia.
Cuanto más largo es el cable del péndulo, más obvio se hace este efecto con el que hemos logrado estudiar la tridimensionalidad de la meteorología —desde tornados a los ciclos de los vientos—.
3. LA ESTRELLA POLAR SE MANTIENE FIJA
«Y si nuestro planeta girase a velocidad frenética, la vista de las constelaciones habría cambiado a lo largo de la historia». Debemos recordar que aquello que vemos es el resultado de luz viajando desde millones de kilómetros. Es decir, viejos recuerdos de un presente que no se sucede en tiempo real ante nuestros ojos.
En cualquier caso, si tienes algún amigo viviendo en otro hemisferio, pídele que fotografíe una noche estrellada. Y haz tú lo mismo, a la misma hora, desde tu ciudad. Aun conservando la mayoría, él o ella no verá las mismas estrellas que tú. Si realmente estuviésemos sobre un plano, siempre veríamos las mismas estrellas.
Los terraplanistas argumentan que el hecho de que la Tierra sea plana no significa que el resto del cosmos no se mueva y rote y haya pequeñas estrellas como nuestro falso Sol o falsa Luna haciendo de focos puntuales.
La solución es sencilla: coger el coche y salir de noche a una zona de mínima contaminación lumínica, montar una cámara con trípode y poner a grabar los movimientos de la bóveda celeste. Más que esos círculos perfectos denominados startrails, evidenciarás movimiento en forma de arco.
Movimientos que no son tal: aunque las estrellas se mueven —todo está en perpetuo movimiento, de hecho esta es la razón por la que vemos las mismas estrellas que nuestros ancestros: toda la galaxia y sus constelaciones están rotando al compás—, en realidad es nuestro punto de vista el que cambia, al estar sentados sobre una esfera que gira sobre sí misma.
Una esfera que nos atrae con distintas gravedades según la altitud a la que nos encontremos, ya que nos afectarán, entre otras variables, las distintas densidades atmosféricas.
Y un detalle omitido: los navegantes antiguos no usaban en exclusiva la Estrella Polar para guiarse, sino contrastando la suma de Polaris, en el extremo superior de la Osa Menor y Ácrux, la estrella más brillante de la constelación de la Cruz del Sur.
En resumen, tal vez construyamos raíles sin tener en cuenta la esfericidad de la Tierra, solo los distintos desniveles sobre el plano —entre los que se incluye, contradictoriamente, estas variaciones— pero todas nuestras tecnologías ‘orbitan’ en torno a la gran idea de una esfera.
Desde las comunicaciones y propagación de ondas de radio, con su “zona de silencio” hasta la triangulación satelital, para subir un vídeo a YouTube que afirma que la Tierra es plana se han requerido de estaciones repetidoras y herramientas que han tenido en cuenta y dependen de esa esfericidad. Para todo lo demás, solo necesitamos dos ojos sanos.
Imágenes | Unsplash, en concreto: Joshua Earle, NASA, Lena Bell, Daniel Olah, Bruno Camargo.