Cuando Frank M. Ahearn escuchó el ruido de un helicóptero policial sobre el tejado de su casa ya sabía lo que le esperaba. Sus años de rastreador (o si preferimos el término inglés «skip tracer») de celebrities al servicio de los paparazzi le habían aportado grandes ingresos, no en vano era uno de los mejores en su campo. Había sido capaz de dar con la mismísima Monica Lewinski tras su «episodio» con el presidente Clinton y desde entonces su habilidad para encontrar información online y un talento innato para la ingeniería social le habían convertido en un socio ideal para los periodistas del corazón. Pero Frank sabía que estaba cruzando el umbral de la legalidad y el helicóptero que sobrevolaba la azotea parecía confirmarlo, iban a detenerle. Rápidamente cogió el móvil y marcó todos los números del teléfono de su abogado excepto el último, y esperó a que las fuerzas del orden abriesen la puerta para completar la llamada.
No ocurrió nada. Más tarde descubrió que no era a él a quien buscaban sino a un animal escapado del zoológico. Sin embargo este suceso le hizo replantear su trabajo, mantenerse al borde de la ley para buscar pistas sobre donde pueden encontrarse actores o cantantes iba a terminar por pasarle factura, así que decidió dar un giro total a su labor. Pensó que todo el conocimiento que había adquirido lo utilizaría ahora para «hacer desaparecer» a la gente que lo desease. Nadie mejor que un experto rastreador de pistas para dar recomendaciones sobre cómo hacernos invisibles o crearnos una vida ficticia, pues el mundo online en el que tanto había aprendido era un excelente caldo de cultivo para ello.
Desde entonces, sus clientes serían banqueros con ganas de desaparecer en una isla desierta, mujeres acosadas por maltratadores en libertad, tipos con suerte que habían ganado la lotería o padres de jovenzuelos que habían grabado un vídeo subido de tono que ahora se encontraba al alcance de sus compañeros de instituto. Pero cualquiera podía ser su cliente porque como dice el lema del skip tracer, «da igual quien seas, siempre hay alguien que quiere saber de ti. Siempre». En este mundo tan globalizado y digitalizado, con tantas posibilidades de exponernos excesivamente al público, la vanidad se convierte en vulnerabilidad, cualquier acción queda grabada a fuego en la web y volver a recuperar nuestro anonimato se antoja como un lujo. Pero para eso está la gente como Frank (eso sí, prepara tu billetera).
Quien tiene un amigo (en Facebook) tiene un tesoro
Los perfiles en redes sociales, incluso si tenemos un nivel de privacidad considerable, son una mina de oro para los rastreadores online profesionales. Existen más de treinta redes sociales de éxito donde buscar información privada y un listado de amigos a los que podemos ‘’engañar’’ pidiendo información sobre nuestra vida. Querer contactar con una antigua novia, nuestro fanatismo por una cantante, una película, etc. Cualquier pequeño dato sobre nuestros gustos puede convertirse en el punto de partida para que recojan información sobre nosotros. Y de hecho, aunque seamos celosos de nuestra intimidad, quizá nuestros vecinos, amigos y empresas tipo zabasearch.com no lo sean tanto a la hora de compartir nuestras fotos o información personal.
Hagamos un ejercicio práctico. Prueba a buscar aleatoriamente un nombre en Facebook, navega por su timeline. Ahora busca su nombre en zabasearch.com para localizar su dirección y su teléfono, luego escribe su dirección en Google Maps (sí, ahí es donde vive), localiza a sus vecinos, búscalos en Google, mira sus perfiles… Tras un par de búsquedas en el todopoderoso Google, tienes toda la información al alcance de tu mano.
Frank M. Ahearn comenta el caso de una joven, llamémosla por ejemplo Kim, quien estaba cobrando un sueldo tras simular una baja médica. Tras una serie de búsquedas en Google, nuestro detective descubrió que era fan de Madonna, lo que quedaba patente en su perfil de Facebook y en los foros en los que participaba. Después, se inventó un concurso a través de una web no oficial, le envió un email a la estafadora en el que le ofrecía participar en un casting para un video musical de la cantante. Sus aptitudes como bailarina no le sirvieron para aparecer en un vídeo de la Reina del Pop, pero sí para demostrar ante un juez la falsedad de su enfermedad.
¿Cómo borrar nuestra huella en internet?
Richard Connell escribió a mediados de los años 20 ‘El juego más peligroso del mundo’, en el que cuenta la historia de un náufrago que nada hasta la costa de una isla prácticamente desierta, tan solo habitada por el general Zaroff y su secuaz Iván. Aliviado por encontrar compañía humana, el náufrago descubre la terrible realidad: el general es un aficionado a cazar humanos y él parece ser su siguiente víctima. Las reglas de este peligroso juego son simples, tienes una pequeña ventaja de tiempo para escapar y esconderte en la selva, si logras sobrevivir una noche, recuperarás la libertad.
La estrategia del náufrago es simple: primero tiene que borrar sus huellas, luego colocar pistas falsas sobre su paradero y, finalmente, encontrar un lugar donde estar sano y salvo hasta el amanecer. Precisamente, estas fases de supervivencia son las mismas que tenemos que seguir si queremos desaparecer u ocultarnos en la web: borrar, desinformar y reformular. Aquí van unas recomendaciones:
- Busca tu nombre en Google y puede que descubras que estás presente en varias webs al alcance de todos. Selecciona cada una de estas entradas y realiza las operaciones oportunas para borrar tus datos. En la mayoría de sites, suele existir un email para cuestiones legales o un contacto para clientes.
- Hay quienes llaman a cada empresa de servicios que tienen contratada para obligarles a cambiar sus datos (por ejemplo, suprimiendo una letra de su nombre) y así evitan ser encontrados por aquellos que tienen acceso a la base de datos. Cada uno pone el límite que estima necesaria a su seguridad.
- Cuidado con lo que tiras a la basura en la puerta de tu casa. Cualquiera puede hacerse con facturas, revistas a las que te suscribes, invitaciones a eventos, etc. Puede servir de excusa para realizar una llamada a una empresa concreta y reclamar información sensible. De hecho, haciendo las preguntas concretas es relativamente sencillo.
- Despista con fotos de viajes falsas, duplicando perfiles con tu nombre, y crea redes de amigos inexistentes. Hay miles de perfiles deseando tener nuevos amigos. Demuestra tu creatividad, puede ser muy divertido.
- ¿Conoces servicios como https://www.guerrillamail.com/es/about, en los que podemos crear una cuenta de email que expirará en un par de horas? Puede resultar útil en determinadas ocasiones. Además, se puede compartir una cuenta de Gmail, en la que escribir mensajes que se mantienen siempre en borrador. De esta forma, la comunicación es posible sin necesidad de enviar ningún email desde esa cuenta.
- Nadie te impide crear cuentas de email gratuitas con dominios de otros países. A pesar de que nunca has vivido allí, eso solo lo sabes tú.
- ¿Utilizas apps de citas? Conviene que tengas un email exclusivo para este tipo de servicios.
- Crea una alerta con tu nombre en Google, cada vez que alguien te mencione, te llegará un mail.
- Asume que cada persona nueva que conozcas es alguien en quien desconfiar hasta que se demuestre lo contrario. Se trata de algo básico, lo sabemos, pero si echas un vistazo al libro de Frank M. Ahearn ‘How to disappear’, te llevarás más de una sorpresa.
Frank M. Ahearn 1 – Acosador 0
El caso de Vera es uno de los trabajos de los que Frank M. Ahearn se siente más orgulloso. Esta joven había sido maltratada por su adinerado marido, que estaba a punto de salir de prisión. El futuro no se presentaba muy prometedor, pues el agresor se había encargado desde la cárcel de mantener aterrorizada a la mujer y a su hijo, y además amenazaba con hacerle la vida imposible por todo lo que había ocurrido.
Aunque las fuerzas policiales estaban al tanto, la joven Vera decidió contratar a nuestro rastreador estrella. Pronto la maquinaria se puso en marcha, poco a poco Vera fue creando una serie de pistas falsas que la llevaban a un apartamento en otro país, cuyo alquiler estaba asociado a una cuenta bancaria a su nombre. Si alguien conseguía acceder a su cuenta descubriría que los servicio básicos de teléfono, el seguro, o la electricidad estaban a nombre de empleados de empresas que vivían a miles de kilómetros. La estrategia de despiste le iba a costar tiempo y dinero al acosador. Pero, además, paralelamente se creó otra cuenta bancaria, a través del teléfono antiguo de la acosada, que estaba vinculada también a la cuenta de un amigo de Frank que viajaba por todo el mundo haciendo compras en Chicago, Utah o Nueva York. Por todo ello, encontrar a Vera iba a ser complicado.
Las pistas falsas que complementaban la desaparición de Vera incluían información online, alquileres ficticios y una maraña de teléfonos desviados a otros teléfonos. Ahora Vera vive tranquila, lejos de su acosador. Gracias a Frank M. Ahearn y a su trabajo.
Referencia bibliográfica: How to Disappear: Erase Your Digital Footprint, Leave False Trails, And Vanish Without A Trace, Frank M. Ahearn.