Francia creó un rudimentario sistema nacional de telégrafo en la década de 1790, gracias al trabajo del ingeniero Claude Chappe. En 1834, un par de banqueros corruptos llamados François y Joseph Blanc lanzaron el primer ciberataque de la historia, corrompiendo los datos que recorrían este primitivo sistema visual de telecomunicaciones para obtener una ventaja en el mercado de bonos.
Este sistema telegráfico consistía en una cadenas de torres, cada una de las cuales contaba con un sistema de brazos móviles de madera en la parte superior. Las diferentes configuraciones de estos brazos correspondían a letras, números y otros signos. Los operadores de cada torre ajustaban los brazos para que coincidieran con la configuración de una torre adyacente, observada a través de un telescopio, lo que hacía que las secuencias de signos se replicaran a lo largo de la red. Gracias a este ingenioso mecanismo, los mensajes podían surcar la geografía francesa de manera mucho más rápida. La red estaba reservada para el uso del gobierno, pero en 1834 dos banqueros, François y Joseph Blanc, idearon una forma de utilizarla para sus propios fines.
el primer ciberataque para obtener ventaja en el mercado de bonos
Los hermanos Blanc intercambiaron bonos del gobierno en la ciudad de Burdeos, donde la información sobre los movimientos del mercado llegaba con retraso de varios días desde París. Los inversores podían obtener la información más rápidamente, usando mensajeros a caballo y palomas, pero los hermanos Blanc encontraron la manera de utilizar la línea telegráfica para obtener un beneficio mayor que sus competidores, protagonizando el primer ciberataque de la historia.
Para ello, sobornaron al operador de telégrafos en la ciudad de Tours para introducir errores deliberados en los mensajes del gobierno que se enviaban a través de la red. El sistema de codificación del telégrafo incluía un símbolo de «retroceso» que indicaba al transcriptor que ignorara el carácter anterior. La adición de un carácter espurio que indicaba la dirección del movimiento del mercado del día anterior, seguido de un retroceso, significaba que el texto del mensaje no se tenía en cuenta para su entrega al final de la línea. Pero este signo adicional podría ser visto por otro cómplice: un operador de telégrafos que observaba la torre situada a las afueras de Burdeos con un telescopio, y luego transmitía la información a los Blanc.
La estafa fue descubierta en 1836, cuando este operador enfermó y reveló el secreto a un amigo, para le sustituyera. Los hermanos Blanc fueron llevados ante el juez, aunque no pudieron ser condenados porque no existía ninguna ley contra el uso indebido de las redes de datos. Por ello, esta acción de los hermanos Blanc en la red francesa se califica como el primer ciberataque de la historia.
redes sociales de hace 2000 años
Esta anécdota ha sido rescatada en The Economist por el escritor y periodista Tom Standage, que tiene una gran experiencia en este tipo de historias; su libro de 1998 The Victorian Internet planteaba una aguda mirada sobre los paralelismos entre la burbuja del telégrafo y la burbuja de internet de fines de la década de 1990; su ensayo de 2006 retrató a los predecesores del pánico moral sobre los videojuegos (como sucedió antes con el vals y la novela); también ha escrito sobre la gran conversación en el Facebook del siglo XVII (los cafés); y su libro de 2013, The Writing on the Wall, sitúa el inicio de las redes sociales hace 2000 años («de las cartas de papiro que los estadistas romanos intercambiaban por todo el Imperio hasta la irrupción de tratados impresos de la Reforma y los panfletos que difundían propaganda durante las revoluciones estadounidense y francesa)”.
Según Standage, estas comparaciones, quizás demasiado atrevidas, «nos ofrecen enseñanzas que podemos aplicar al mundo digital de nuestros días. La primera es que hay que evitar la complacencia. Los ataques cibernéticos, como sucedió con Yahoo, a menudo pasan desapercibidos durante muchos años y es posible que muchas (si no la mayoría) nunca se detecten. Malwares como WannaCry llegan a los titulares porque sus efectos son muy visibles, pero da una imagen inexacta de la escala del problema de seguridad cibernética. La mayoría de los atacantes, no anuncian su presencia».
el eslabón humano es el más débil
«En segundo lugar, independientemente de la tecnología, la seguridad es algo parecido a una cadena y los humanos son siempre el eslabón más débil. El sistema de telégrafo francés se ve irremediablemente inseguro para los ojos modernos, con sus torres de telégrafos a la vista. Pero su debilidad clave fue el error humano, algo que sigue siendo cierto hoy en día. Centrarse en la seguridad como un desafío puramente tecnológico deja de lado una parte importante del problema: también depende de establecer los incentivos sociales y económicos adecuados», añade.
«Finalmente -concluye-, los ataques a la red no son solo anteriores a las redes electrónicas modernas: son tan antiguos como las redes mismas. La historia de los hermanos Blanc es un recordatorio de que, con cualquier invención nueva, la gente siempre encontrará la manera de hacer un uso malicioso de ella. Este es un aspecto intemporal de la naturaleza humana, y no es algo que la tecnología pueda o deba esperar solucionar».
Fuente: “The crooked timber of humanity”