Ocupados y preocupados por la pandemia de la COVID-19 hemos dejado de prestar la atención que se merece a esa otra gran crisis a la que nos enfrentamos, la medioambiental. Esta sigue generando señales de alarma, como la reducción de los glaciares en Groenlandia.
el grupo de expertos sobre cambio climático de la ONU señalaba que es necesaria una transformación sin precedentes para limitar el aumento de la temperatura global del planeta a 1,5ºC y que los compromisos de reducción de emisiones puestos actualmente sobre la mesa son insuficientes para evitar este calentamiento global.
En 2018,De hecho, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) lleva años advirtiendo de que el Ártico se está calentando mucho más rápido que el resto del planeta. Siberia lleva desde el mes de enero registrando temperaturas 5°C por encima de la media. En junio fueron 10°C. Y el pueblo de Verkhoyansk alcanzó los 38°C. De nuevo los extremos.
En los últimos años se han registrado valores récord de deshielo, acidificación de los océanos o eventos meteorológicos extremos. Pero casi todos son consecuencia directa o indirecta del calor. La temperatura es la mejor referencia, la más precisa, para saber cómo de bien estamos combatiendo el cambio climático, cómo ponemos límite al calentamiento global.
groenlandia se queda sin hielo
Pues bien, un estudio publicado el 13 de agosto, en la revista Nature – Communications Earth and Environment, apunta que los glaciares de Groenlandia han pasado una especie de punto de inflexión, en el que las nevadas que reponen la capa de hielo cada año no pueden seguir el ritmo del hielo que fluye hacia el océano desde los glaciares.
«Hemos estado observando por medio de teledetección para estudiar cómo han variado la descarga y la acumulación de hielo», dijo
Michalea King, autora principal del estudio e investigadora del Centro de Investigación Polar y Climática Byrd de la Universidad Estatal de Ohio. «Y lo que hemos encontrado es que el hielo que se está descargando en el océano está superando con creces la nieve que se está acumulando en la superficie de la capa de hielo».
El análisis de los investigadores encontró que la línea de base de ese pulso -la cantidad de hielo que se pierde cada año- comenzó a aumentar constantemente alrededor de 2000, de modo que los glaciares perdían alrededor de 500 gigatoneladas cada año. Las nevadas no aumentaron al mismo tiempo, y durante la última década, el ritmo de pérdida de hielo de los glaciares ha permanecido más o menos igual, lo que significa que la capa de hielo ha estado perdiendo hielo más rápidamente de lo que se está reponiendo.
«Los glaciares han sido sensibles al derretimiento estacional durante todo el tiempo que hemos podido observar, con picos en la descarga de hielo en el verano», dijo. «Pero a partir del año 2000, se comienza a superponer ese derretimiento estacional con una base más alta, así que ahora tenemos más pérdida de hielo».
un problema planetario
La disminución de los glaciares en Groenlandia es un problema para todo el planeta. El hielo que se derrite o se rompe de las capas de hielo de Groenlandia termina en el Océano Atlántico y, eventualmente, en todos los océanos del mundo. El hielo de Groenlandia es uno de los principales contribuyentes al aumento del nivel del mar: el año pasado, se derritió o se desprendió suficiente hielo de la capa de hielo de Groenlandia como para que los océanos se elevaran 2,2 milímetros en sólo dos meses.
Antes del año 2000, la capa de hielo tendría más o menos la misma oportunidad de ganar o perder masa cada año. En el clima actual, la capa de hielo ganará masa en sólo uno de cada 100 años.
Tal como explicó a Nobbot, Jesús Linares, científico y activista medioambiental, solo contamos con una década de emergencia climática para reaccionar y conseguir una transición ecológica que cambie de arriba abajo nuestro modelo de producción y de consumo. ¿Y si no lo conseguimos qué? ¿Cuál sería la situación esperable? «Si no lo conseguimos simplemente chocaremos con el iceberg. En el escenario “Business as Usual”, en donde no hacemos nada, vamos a condiciones de incremento de 3-4ºC de temperatura, que para entendernos, llamo en mi libro escenario “Mad Max”. No hacer nada no es una opción».