Imagen de Emilian Danaila en Pixabay
A veces, contemplando esas redes sociales que “arden” con cualquier pequeña chispa encendida por irrelevantes pirómanos de la opinión, nos preguntamos si no habría que limitar su uso. Por supuesto, hablamos de una limitación nacida de la voluntad de los usuarios, respetuosa con la libertad de información y opinión, no impuesta. Pero el caso es que, hablando de imposiciones, el gobierno de Uganda ha decido gravar el uso de las redes sociales y los ciudadanos de ese país no se lo han tomado demasiado bien.
un impuesto para frenar el cotilleo
Fue el pasado mes de julio cuando las redes sociales enmudecieron para los ugandeses que no pagaron la tasa anunciada por su gobierno dos meses antes. El 31 de mayo, el Parlamento de Uganda aprobó una nueva ley sobre redes sociales que contemplaba un impuesto diario de 200 chelines ugandeses (0,04 euros) a los usuarios de 60 plataformas con contenido en streaming, como Twitter, Facebook, Youtube, Instagram o incluso Whatsapp.
Como era de suponer, la medida no fue acogida con especial entusiasmo por los ugandeses que, más allá del rechazo al pago de dicha tasa, la entendían como un ataque a la libertad de expresión. Este país cuenta con más de 24 millones de usuarios de telefonía móvil sobre una población de unos 35 millones de personas y la penetración de internet es de más del 45%, cifra que aumenta de año en año.
¿Pero por qué se tomó una decisión así? Yoweri Museveni, el presidente de Uganda impulsó su puesta en marcha para limitar el “cotilleo” online. Además, como es obvio, se planteó como una nueva fuente de recaudación fiscal que lo ugandeses han tratado de evitar utilizando aplicaciones VPN, que permiten navegar por internet sin ofrecer detalles sobre la ubicación.
millones de ugandeses dejan internet
El caso es que meses después de la imposición de esta tasa, el resultado –según informa The Guardian– ha sido que millones de ugandeses han abandonado internet. En concreto, tres meses después de arrancar esta medida, 2,5 millones de internautas han dejado de serlo, según la Comisión de Comunicaciones de Uganda.
Este abandono de internet tiene consecuencias económicas importantes en un país con importantes carencias en los servicios bancarios y en el que los ciudadanos se sirven de la telefonía móvil para enviar dinero a través de mensajes de texto. El volumen de estas transacciones ha disminuido de forma relevante, aunque las autoridades consideran que será una tendencia pasajera.
Unas autoridades que, por cierto, serán sometidas al escrutinio ciudadano en unas elecciones que tendrán lugar en menos de dos años y que, las fuerzas opositoras ugandesas, sitúan en el origen del impuesto a las redes sociales.
No parece que vayan muy desencaminados si tenemos en cuenta que, en 2016, el presidente Yoweri Museveni ordenó el cierre de las redes sociales para detener la difusión de lo que él consideraba propaganda engañosa.
el reino unido también enseñó la patita
Más cerca de nuestro país, en el Reino Unido, ya surgió una idea similar a la de Uganda, hace poco más de un año. En una entrevista al Sunday Times, el ministro de seguridad Ben Wallace atacó a compañías como Facebook y Google, calificándolas de “especuladores insaciables“.
Según la autoridad británica, estas empresas no dedican suficientes esfuerzos a combatir al extremismo y al terrorismo en sus redes y esa labor debe ser asumida por las agencias de seguridad estatales, con el coste “de cientos de millones de libras” que eso conlleva. Wallace quería financiar este gasto con un impuesto exclusivo para esas compañías, según TechCrunch, pero su idea sigue durmiendo el sueño de los justos.
Aunque no hay que descartar que reviva esta ocurrencia pues, en fechas recientes, un informe sobre desinformación y “fake news” en el que ha trabajado durante el último año el Comité Digital, de Cultura, Medios y Deporte del Parlamento británico, volvía a poner en la picota a las redes sociales. Este documento calificaba de «gánsteres digitales a las empresas que hay detrás de ellas.
¿Tú dejarías las redes sociales?
¿Y nosotros, compulsivos usuarios de las redes sociales, las abandonaríamos si tuviéramos que pagar por su uso? Bueno, a lo mejor la motivación surja desde otro lado, tal como apunta la abogada especializada en tecnología y privacidad, Paloma Llaneza.
Esta experta, que acaba de sacar al mercado su libro Datanomics en el que aborda los problemas de privacidad asociados al uso de las redes sociales e internet, explicó a Nobbot que “es importante no usar servicios que no nos respetan como clientes por muy gratis que sean o por mucho que creamos depender de ellos. Se puede vivir sin WhatsApp y Facebook, yo soy prueba de ello”.
«Nos han vuelto adictos a sus servicios gratuitos, nadie les ha parado los pies y ahora es muy difícil volver atrás». Pero al menos queda un último recurso: soltar lastre, dice, destruir cualquier rastro de esas siglas en tu móvil. «Yo lo he hecho y, oye, ¡no me he muerto!», explica Paloma Llaneza en una reciente entrevista en El Confidencial.
¿Y tú qué harías?
En Nobbot / “Gánsteres digitales”, así califica el Parlamento británico a las redes sociales