Acaba de presentarse en España el Huawei P9. Hace tan solo unos días que LG lanzó su LG G5, mientras que aún está “caliente” el intocable Samsung Galaxy S7 y estamos esperando al nuevo iPhone. ¿Qué tienen todos estos teléfonos en común? Pues varias cosas: son los buques insignia de sus respectivas marcas, son de alta gama, son caros y, en general, son infrautilizados por sus compradores.
Pues sí, todas las encuestas confirman que el 90% de los usuarios no exprimen al máximo todas las posibilidades de sus smartphones. Y es que a todos se nos van los ojos con los terminales de última generación: son bonitos, son potentes y tienen infinidad de opciones… que no se suelen utilizar. Si miramos la publicidad de los teléfonos, nos inundan los datos: ¡más RAM!, ¡procesadores con más núcleos!, ¡capaces de realizar varias tareas a la vez! ¡pantallas con millones de píxeles! Y todo para consultar el WhatsApp.
Hablando siempre de los terminales más “high nivel”, los más “fashion”, vemos un hardware más potente que el de muchos ordenadores, y que supera ampliamente las necesidades de las aplicaciones que usamos diariamente. Pensemos un momento en nuestro día a día: desconectamos la alarma del teléfono; consultamos nuestra agenda y el tiempo que vamos a tener; utilizamos un lector de noticias para ponernos al día y, si acaso, miramos en el navegador cómo llegar a nuestro nuevo destino. Mientras llegamos tal vez echemos una partida a juegos como Candy Crash y, por supuesto, consultamos nuestras redes sociales… y todo esto con una máquina que cuesta más de 600 euros.
Para todos estos usos, no merece la pena gastarse ese dinero. Pero es que actualmente prima más el estatus o la estética al comprar un smartphone. Se ha convertido más en un complemento de moda que en un dispositivo funcional (personalmente lo que menos utilizo de mi teléfono son las llamadas), pero debemos pensar fríamente qué uso vamos a dar al teléfono.
Cuándo es lógico comprar lo último de lo último
Estos dispositivos están pensados para ese usuario «geek» que quiere poseer la última tecnología pero que, también, sabe aprovecharla. Es decir, utiliza el smartphone como la potente máquina que es, que trabaja con ella tal vez más que con el ordenador, que se divierte con el teléfono con esos juegos que requieren un gran procesador y una excelente pantalla, que cuando hacen fotos abren el modo manual y «juegan» con la ISO, la apertura focal, el balance de blancos…
Son usuarios que entienden perfectamente qué es lo que compran y que saben aprovechar al máximo todo lo que estos smartphones de gama alta le pueden ofrecer: con ellos podremos hacer fotos con diferentes efectos como estelas de luz o desenfoques selectivos, grabar vídeos en 4K, acceder a opciones del desarrollador (en el menú Ajustes) para controlar el hardware de un modo profesional: depuración de USB, cambiar la resolución de la pantalla, desbloquearlo mediante la huella dactilar, etc.
¿Y qué me decís de los asistentes de voz como Siri, Google Now, Cortana o el S Voice de Samsung? ¿o las sincronizaciones en la nube propias de cada marca? La mayoría de los usuarios ni siquiera han abierto estas aplicaciones. Podemos hacer fotos o responder mensajes sin desbloquear la pantalla, capturas de pantalla con los auriculares o pasando la mano por encima del teléfono, controlar algunas aplicaciones sólo con los ojos, reducir la pantalla de los grandes terminales para utilizarla con una sola mano… Para algunos seguro que parecen cosas de ciencia ficción, pero son utilidades que llevan con nosotros bastante tiempo.
Por eso, para todos aquellos que pocas veces o nunca utilizarán estas opciones, hay teléfonos inteligentes por mucho menos dinero. Es cierto que podemos encontrar algunos por menos de 100 euros, pero si queremos estar tranquilos y no tener problemas (de rendimiento, cuelgues o de espacio), podemos comprar unos excelentes terminales por un precio que ronde los 300 euros. Nos aseguramos buen funcionamiento y larga vida, porque las gamas más bajas suelen sufrir de poco espacio y, lo que es peor, no le llegarán las actualizaciones con lo que quedará obsoleto mucho antes.
Uno de estos teléfonos (lo que llamamos gama media) será más que suficiente para la inmensa mayoría de los usuarios. Cubrirá las necesidades básicas de navegación, conectividad, reproducción multimedia y las aplicaciones básicas. Sólo necesitarás algo más potente si eres un jugón que quiere emplear su tiempo en esos juegos que requieren de grandes prestaciones.
Por eso, antes de comprar nuestro nuevo teléfono detengámonos un momento y reflexionemos. ¿Necesitamos en nuestro bolsillo tanta tecnología? ¿Vamos a utilizar todas esas especificaciones? Posiblemente no, con lo que nos podemos ahorrar unos buenos euros.
Imágenes | Pixabay
Rsister88 efectivamente el Moto G es un excelente smartphone que no es todo lo conocido (y valorado) que debería. Conozco algún terminal por algo menos que serviría perfectamente a la mayoría de usuarios, pero he querido publicar un precio medio. Gracias por comentar.
No te falta razón, pero, ¿300 euros? La mayoría de los mortales van más que sobrados con un Moto G y vale menos de 200.