“Vosotras, las familiares, inevitables golosas, vosotras, moscas vulgares, me evocáis todas las cosas”, decía el poeta. Pues bien, al emprendedor murciano Diego Amores las moscas le evocaron una manera original de proteger el medioambiente.
Su empresa Entomo Agroindustrial apuesta por la economía circular utilizando como recicladoras de material orgánico de desecho a las “moscas soldado”. Las larvas de esta especie pueden desarrollarse en una amplia diversidad de materia orgánica, desde estiércol y carne en descomposición, hasta frutos y vegetales. Y es ahí donde llega la magia de una idea brillante: el uso de los insectos como transformadores de materia orgánica para crear nuevos productos de valor añadido.
moscas y medioambiente
El modelo se basa en la aplicación industrial de Hermetia illucens (mosca soldado negra) como conversor de materia orgánica en una instalación de 400 m2 en la que se ha invertido medio millón de euros. Esta especie ha sido seleccionada por su alta capacidad de conversión de gran variedad de residuos de diferente índole, por permitir su producción industrial a densidades muy elevadas, y por no considerarse una plaga o un insecto que pueda tener un impacto negativo en el medio ambiente.
“Entre los residuos que ya hemos valorado en mayor o menor medida, están aquellos provenientes de la hostelería, residuos vegetales provenientes de cultivos hortícolas, subproductos de la industria vitivinícola (pieles y sedimentos de levaduras), de la industria cervecera (bagazos y sedimentos de levaduras), residuos obtenidos en la obtención de azúcar de caña, melaza o remolachas, residuos de industrialización de aceite de oliva o aceites provenientes de semillas, etc.”, explica Amores.
En esta planta, la primera en Europa de este tipo, un residuo, o un grupo de ellos, son previamente caracterizados y bien por separado, o bien diseñando una mezcla balanceada de todos ellos, son dispuestos en el sistema de producción. Sobre este alimento se dispone una cantidad establecida de larvas, que en un ciclo de sólo 12 días son capaces de incrementar su masa en 50 veces.
Esta masa larvaria es posteriormente procesada para obtener productos con valor añadido, como harinas desgrasadas con un alto contenido proteico, ácidos grasos, compost, etc.
La ventaja competitiva de este modelo es clara: “partimos de un residuo con poco valor, y obtenemos una batería de productos con valor añadido en un ciclo biológico de sólo 12 días, sin producir contaminantes o subproductos indeseados”, concluye Diego Amores.