Mi bebe no duerme es uno de los comentarios más habituales de madres y padres que mutan su mirada de ilusión por el nacimiento de su hijo por otra inyectada en sangre, debido al insomnio, tras el feliz acontecimiento.
Largas noches con el bebé en brazos preguntándose qué estarán haciendo mal, les llevan a añorar su vida antes de la paternidad y a buscar soluciones en revistas, libros y, claro, en internet. ¿Quién no ha puesto en práctica el famoso método del doctor Estivill justificando su sadismo con la visión de una plácida noche sin escuchar llantos infantiles?
Frente a técnicas así, que endurecen el corazón del bebé y de sus progenitores, surgen otros métodos menos “crueles”, que se basan en la clásica costumbre de cantar nanas. Si nuestra voz solo es buena para destrozar canciones en karaokes, podemos utilizar vídeos de Youtube con sonidos monótonos o lista de spotify que terminan por enviar al lechoncillo a los brazos de Morfeo.
Mi bebé no duerme, ¿le pongo ruido blanco?
Mi bebé no duerme, así que voy a ponerle el smartphone junto al oído (mal hecho) para que escuche ¡5 horas de sonido de extractora de humos! Se supone que, al ser un ruido blanco, homogéneo y constante, le recuerda al sonido dentro del útero, proporcionándole calma y el ambiente perfecto para dormir o relajarse.
El ruido blanco tiene la particularidad de ser un sonido en el que todas las frecuencias están al mismo volumen, sin sobresalir ninguna sobre la otra. Esto hace que al escucharlo a un volumen suficiente queden anulados el resto de sonidos del entorno, y quizás sea eso y no el recuerdo del útero lo que hace que el niño se duerma. Otra posibilidad es que se estrese tanto que el pobre se duerma de puro espanto.
Los estudios no son concluyentes y hay quien, incluso, afirma que una larga exposición a ruido blanco podría causar dependencia a la hora de dormir o dificultar al bebé la comprensión de otros sonidos.
Un estudio publicado en Archives of Disease in Childhood señaló que los bebés se dormían más fácilmente, pero siempre hay que tener la precaución de situar el origen del ruido alejado de ellos para no dañar su audición.
Así lo recomienda la Academia Americana de Pediatría (APP) que, en 2014, realizó experimentos con 14 máquinas de ruido blanco detectando que todas superaban los niveles de 50 decibelios permitidos para los pequeños; ocasionando daños en su audición y aumentando el riesgo de desarrollo de lenguaje y habla. Su recomendación es bajar el volumen y situar el origen del ruido a una distancia mínima de dos metros.
experiencia y sentido común
En todo caso, al no haber concluyentes evidencias científicas a favor o en contra entramos en el terreno de la prueba y el error, así que lo que hagan las madres y padres en este asunto conviene que esté marcado por el sentido común.
Algunos pediatras, por ejemplo, prefieren que el bebé escuche música relajante mientras está despierto a que se expongan a ruido blanco cuando debe dormir. “Con independencia de que pueda aportar una estimulación cerebral (que está por determinar), la música siempre aporta activos culturales», declara a Infosalus el jefe del servicio de Pediatría del Hospital Universitario Rey Juan Carlos en Móstoles y del Hospital General de Villalba (Madrid), el doctor Iván Carabaño Aguado.
Sin ser expertos en esta materia, parece más razonable relajar a un bebé con música de Brahms o Mozart que con el sonido de aspas de un ventilador, el aire acondicionado o la extractora de humos. Quizás, con un poco de suerte, así pasemos de la frase mi bebé no duerme a esta otra: mi bebé hace que toca el violín.