La Comisión 8 de marzo insta a a colgar de balcones o ventanas un delantal como símbolo de apoyo a las mujeres trabajadoras, para dar visibilidad a las labores domésticas, invisibles y no remuneradas, que la mujer ha desempeñado a lo largo de los siglos.
Pero, en una jornada sin precedentes como promete ser este 8 de marzo, no debemos olvidar que un mandil no representa mejor la lucha por la igualdad de género que el micrófono de esas periodistas que, a pesar de los obstáculos, dan voz a la cara femenina de historia y actualidad; que el microscopio de todas las científicas que golpean el techo de cristal en un sector hostil, ahogado por la falta de inversión en I+D o que el ordenador de esas investigadoras incansables que buscan un hueco entre sus colegas de profesión (en su mayoría hombres) para diseñar un robot que nos haga la vida más fácil. Tampoco que el horno de las panaderas sin vacaciones que, cada día, hacen malabares con los números para que su negocio sobreviva; que la azada de una jardinera… En definitiva, tantas y tantas herramientas asociadas a los trabajos que desempeñan las mujeres en todos los ámbitos de nuestra economía.
Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos hombres de los países que conformaron ambos bandos fueron enviados al frente, cuestión que provocó que el género femenino tuviera que adoptar algunos de los trabajos que hasta ese momento histórico estuvieron vetados para ellas. Las mujeres ejercieron de obreras o ingenieras para desarrollar armamento militar, de enfermeras y camioneras. Así, se empezó a dar forma en el imaginario de muchas mujeres entusiastas a la icónica ‘Rosie La Remachadora’.
Pero mucho antes, en la Alemania de Weimar, las mujeres también demostraron al mundo que podían tener un papel relevante en la vida social. Durante estos años, la mano de obra se nutrió de mujeres que sustituían a hombres devastados por las secuelas de la Primera Guerra Mundial. Por aquel entonces, las mujeres ocuparon puestos políticos, trabajos cualificados o empleos de cuello azul, consiguiendo así ser protagonistas en esferas alejadas del hogar y la familia.
8 de marzo: igualdad de derechos y oportunidades
Por ello ahora, casi 100 años después, las mujeres trabajadoras -panaderas, juristas, políticas, barrenderas o médicas- no se conforman con ser cada vez más iguales, sino solo con serlo absolutamente. Pues a pesar de las conquistas en materia de derechos que han allanado el camino y las políticas de igualdad de oportunidades en el ámbito laboral impulsadas por cada vez más compañías como Orange, aún queda un largo trecho por recorrer.
Y que a día de hoy la brecha salarial de género global se sitúe en el 23%, según la Organización Internacional del Trabajo, entre otros muchos motivos, parece indicar que aún será necesario marcar con violeta muchos 8 de marzo en nuestros calendarios. Por las que luchan, por las que se sienten vencedoras tras cada batalla diaria, por las que no están. Para que un día no haga falta que seamos valientes, tampoco visibles. Entonces, seremos iguales.
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