José Manuel Otón, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
El mundo actual está inundado de pantallas de todo tipo, con tamaños y calidades diversas, que nos informan, entretienen, distraen o anuncian los contenidos más variados. La mitad de las personas que caminan por la calle, y casi la totalidad de las que viajan en metro o autobús, van pendientes de su móvil como si nada existiese fuera de ese vínculo con su pequeña realidad personal.
El móvil, como mero instrumento para llamar por teléfono, ha dado paso a un aparato cuya mayor virtualidad es la producción de música, textos e imágenes que nos acompañan a todas horas.
El eterno dilema de las pantallas: ¿qué tamaño es ideal?
Desde que el móvil abandonó el teclado (¿se acuerdan de aquellos tiempos en que Nokia dominaba el mundo?) y se transformó en una pantalla que ocupa casi toda su superficie, los fabricantes se han esforzado en encontrar el tamaño ideal que atraiga al mayor número de usuarios.
Los móviles actuales, como ordenadores que son, se distinguen por sus prestaciones –velocidad, memoria, batería– y, por supuesto, por su precio. Pero casi todos comparten el mismo rango de tamaños, entre cinco y seis pulgadas, y un factor de forma (relación largo/ancho) parecido, entre 16:9 y 19:9.
La talla de un smartphone está limitada por la necesidad de alojarlo en el bolsillo trasero de un vaquero o en el bolso. Pero eso no quiere decir que ese tamaño sea el ideal. Los fabricantes son conscientes de que los usuarios preferirían pantallas más grandes (pero no dispositivos más grandes) para leer, acceder a redes sociales, conversar por videoconferencia o, simplemente, ver una película en el autobús. ¿La solución? Aumentar la superficie de la pantalla, manteniendo el tamaño del teléfono.
Eliminado el teclado y reducidos o anulados los bordes, las opciones de crecimiento de pantallas pasan por soluciones drásticas, como la presentada por varios fabricantes en el reciente Mobile World Congress (MWC) celebrado en Barcelona: las pantallas plegables. Se trata de pantallas fabricadas con materiales polímeros que pueden desplegarse generando dispositivos que habitualmente duplican su superficie: caben en el bolsillo y duplican su tamaño. Todos contentos.
Las pantallas plegables han producido, junto con el 5G, el mayor impacto mediático del MWC 2019, e incluso han sido fuente de rumores y noticias en el Consumer Electronics Show (CES 2019, la mayor feria electrónica del mundo) de Las Vegas, celebrado en enero. Pero a pesar de su aparente novedad, debe indicarse que las primeras pantallas flexibles se presentaron en el CES 2013, hace ya seis años.
Por cierto, la moda de doblar pantallas no se ha limitado a los móviles: en el mencionado CES 2019, rodeado de enormes pantallas curvas de formas increíbles, también se ha presentado un televisor de 65″ enrollable provisto de un pedestal en el que puede aparecer y desaparecer.
En lo técnico no todo son ventajas
Las pantallas plegables están basadas en tecnología de diodos orgánicos emisores de luz u OLED (LED orgánicos), la única alternativa actual a las pantallas de cristal líquido (LCD) en visión directa que utilizan móviles, portátiles, paneles de instrumentos, ordenadores de sobremesa y televisores.
Las pantallas OLED se comercializan en algunos modelos de móviles y empiezan a surgir tímidamente en el mercado del televisor doméstico (no confundir con las pantallas llamadas LED, que dominan el sector del televisor actualmente y que emplean en realidad tecnología LCD). Las pantallas OLED destacan por la posibilidad de construirlas en soportes flexibles, como los polímeros, además de los usuales sustratos rígidos, como el vidrio o el silicio, sobre el que se construyen las LCD.
No obstante, su pretensión, anunciada hace años, de desbancar a los cristales líquidos como tecnología estándar en todos los tamaños y aplicaciones, dista mucho de cumplirse. Por el momento, OLED y LCD conviven en el mercado de móviles; en el mercado informático, los OLED aún no han aparecido, y su precio en televisores domésticos es muy elevado en comparación con los LCD.
Algunos expertos cuestionan el futuro de los televisores OLED: es significativo que Samsung, el mayor fabricante de OLED del mundo, no fabrique televisores OLED, únicamente móviles. En todo caso, los móviles OLED tienen un comportamiento más que aceptable, ¿dónde está el problema?
Sencillamente, en los materiales: un material polímero -un plástico- tiene unas propiedades mecánicas muy inferiores a un vidrio, especialmente los vidrios ultraendurecidos del tipo Gorilla Glass que actualmente se instalan en muchos móviles. Un polímero difícilmente puede soportar su uso como pantalla táctil, por no mencionar sus tropiezos con llaves o monedas en el bolsillo.
Probablemente, los modelos presentados este año no pasarán de ser artículos de lujo codiciados por apasionados de la tecnología y adquiridos por aquellos que deseen estar siempre a la última y tengan el bolsillo repleto, porque los precios anunciados habrán hecho palidecer a más de uno: 1.750€ el Samsung Galaxy Fold -un modelo tipo libro con doble pantalla- y nada menos que 2.300€ el Huawei Mate X -de tipo cartera con una sola pantalla- que, eso sí, lleva además incorporado 5G.
Pero hay otra cuestión que no se ha comentado, aunque parece evidente: al desplegar una pantalla de móvil se obtiene una pantalla doble casi cuadrada. Ese factor de forma es un gran inconveniente: las pantallas tienden a ser cada vez más apaisadas. Los televisores, por ejemplo, han pasado de 12:9 a 16:9 y los móviles ya llegan a 19:9. Generar una pantalla cuadrada a estas alturas no parece la mejor idea. Merece la pena destacar la propuesta de Xiaomi, la única compañía que ha mostrado un prototipo de móvil plegable triple que le otorga un factor de forma y un tamaño próximo al de una minitableta.
El futuro de las pantallas flexibles
Parece que las pantallas plegables, enrollables y, en general, adaptadas a superficies curvas han venido para quedarse. Piénsese en el salpicadero de un automóvil transformado por completo en una pantalla curva con información variable.
Pero hay matices importantes: una pantalla curva fija puede hacerse de un material resistente; una pantalla plegable no, al menos por el momento. Se necesita una nueva generación de materiales para que esas pantallas funcionen como táctiles. Se necesitan, además, factores de forma alargados, al estilo de las pantallas actuales.
En todo caso, la tendencia hacia un dispositivo mayor, del tamaño de una tableta pequeña, posiblemente se enmarque en una convergencia entre ordenadores portátiles, tabletas y móviles que acabe convirtiéndose en una especie de asistente informático personal.
La forma final de ese dispositivo está por definir. Podría ser un objeto flexible, adaptado a la muñeca, o rígido, con forma de medio cilindro: en la parte plana se ubicaría una pantalla alargada que podría emplearse para usos normales como programar música o participar en redes. La pantalla grande estaría enrollada en el interior del cilindro y se desplegaría sobre unas guías rígidas. Esta configuración permitiría un factor de forma variable y un tamaño menos limitado.
De momento, son solo conjeturas, pero no tardaremos mucho en saber más sobre lo que está por venir.
José Manuel Otón, Catedrático de Tecnología Fotónica, Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.