En 2050, muchas grandes ciudades del mundo tendrán que lidiar con el calentamiento global y el aumento del nivel del mar. La erosión costera y las inundaciones destruirán infraestructuras y obligarán a millones de personas a abandonar sus hogares. Un escenario apocalíptico, pero bastante realista, según los científicos de medio planeta.
Oceanix City se postula como posible solución a esta catástrofe anunciada.
El proyecto fue presentado en el marco de una mesa redonda organizada por las Naciones Unidas. El tema era la exploración de las ciudades flotantes como una perspectiva de futuro inevitable. Oceanix City está diseñada para ser una metrópolis marítima modular, autosuficiente, alimentada únicamente por energía limpia y capaz de no producir residuos.
La propuesta proviene del estudio internacional de arquitectura Bjarke Ingels Group (BIG). Ha sido desarrollada en colaboración con el Center for Ocean Engineering del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y expertos de la compañía Oceanix. Es una verdadera comunidad en medio del mar, resiliente y capaz de albergar hasta 10.000 personas.
Una ciudad modular totalmente autosuficiente
El diseño respeta los principios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible en la ONU. El núcleo de Oceanix City está formado por pequeños barrios de dos hectáreas, con capacidad para 300 habitantes. Está diseñada para crecer, transformarse y adaptarse orgánicamente a lo largo del tiempo. Puede evolucionar de barrios a aldeas y hasta ciudades de 72 hectáreas de estructuras flotantes modulares. Cuenta con servicios, jardines, puertos y, por supuesto, áreas comerciales y residenciales.
La decisión de construir edificios de menos de siete pisos está dictada por la necesidad de tener un centro de gravedad más bajo. Las estructuras deben resistir a la fuerza del viento. Las plataformas estarían ancladas en el fondo del mar, pero podrían ser remolcadas hacia lugares más seguros en caso de peligro. El objetivo es crear estructuras capaces de resistir incluso a huracanes de categoría 5 con vientos superiores a los 250 km/h.
Cada edificio da sombra a los espacios comunes e interiores, aportando comodidad y menores gastos de enfriamiento. Agricultura común y un ciclo de residuos basado en la producción cero ocupan el corazón del proyecto. Cada barrio, independientemente de su tamaño, se construirá dando prioridad al uso de materiales locales. Como el bambú de rápido crecimiento, resistente y con una huella de carbono negativa, ya que puede cultivarse directamente en las islas artificiales.
El proyecto también incluye el concepto de ‘ganadería oceánica’, que implica el cultivo y la cría de alimentos debajo de la superficie del agua. Además, por debajo del nivel del mar, acantilados flotantes de Biorock, algas, ostras, mejillones y almejas limpian el agua favoreciendo la regeneración del ecosistema marino.
Oceanix City podría alojar hasta 10.000 habitantes
Las ciudades pueden ser prefabricadas en tierra y remolcadas a su destino final. Así se reducen los costes de construcción y se crean módulos flexibles para el futuro. Al agrupar seis barrios en torno a un puerto central protegido, las comunidades pueden extenderse hasta 12 hectáreas y alojar 1.650 residentes. Si se agregaran más unidades, Oceanix City podría crecer y formar una ciudad flotante de 10.000 habitantes.
Las funciones sociales, recreativas y comerciales se ubican alrededor del cinturón central del archipiélago. Las plazas públicas, un mercado, centros para la espiritualidad, el aprendizaje, la salud, el deporte y la cultura, son los espacios diseñados para fomentar la comunidad. Así como para animar a los ciudadanos a moverse de un punto de la ciudad a otro a través de los canales de agua, utilizando vehículos eléctricos.
¿Ciencia ficción? En realidad no. Las primeras ciudades flotantes de Oceanix ya han sido diseñadas para regiones tropicales y subtropicales. Las más vulnerables del mundo. Además, el director ejecutivo del proyecto de la ONU Un-Habitat, Maimunah Mohd Sharif, ha asegurado su apoyo a la iniciativa.
La conquista del mar
Por supuesto, lo ideal sería detener el fenómeno del calentamiento global antes de que proyectos como Oceanix City se vuelvan indispensables. Tampoco tenemos que abandonarnos a la visión apocalíptica de la película ‘Waterworld’. Pero es importante abordar un problema real con propuestas concretas. El objetivo ahora es comenzar a construir un prototipo e instalarlo frente a la costa de Nueva York.
Después de todo, las ciudades flotantes no son algo nuevo. Desde los palafitos a Venecia, pasando por Ámsterdam, la ingeniería humana siempre ha luchado por ganar terreno al mar. La diferencia es que hoy ese objetivo se debe alcanzar aplicando también el concepto de sostenibilidad. Algo muy diferente de proyectos faraónicos como las Islas Palmeras de Dubai.
#29Abr Chad Elwartowski, inversor estadounidense en bitcoins, y su pareja, podrían enfrentarse a cadena perpetua debido a que las autoridades de Tailandia les acusan de violar su soberanía por construir un cubículo flotante frente a su litoral #FelizLuneshttps://t.co/esf4NsgWsl
— Heiber Barreto (@HeiberBarreto) April 29, 2019
Repúblicas flotantes independientes
También hay quienes deciden construir su propia fortaleza en medio del mar. Pero, en este caso, el fin no es precisamente el de salvar la humanidad. Es el caso de un grupo de empresarios llamado Ocean Builders. «Solo quiero que las plataformas flotantes existan de verdad. Y quiero que suceda aquí en Tailandia», dijo uno de ellos, Chad Elwartowski, el pasado mes de marzo a la prensa local.
El empresario, cuyo propósito real es evadir los impuestos reclamados por el gobierno tailandés, podría ser condenado a cadena perpetua. Elwartowski es un ciudadano estadounidense que en los últimos años invirtió su dinero con éxito, principalmente en bitcoins. Ahora ha logrado construir una primera casa flotante, donde vive con su pareja. Su intención es erigir otras y venderlas. Hasta que la colonia marina flotante sea lo suficientemente grande.
De hecho, los asentamientos marinos, si están bien posicionados, no pueden caer bajo ninguna jurisdicción. Por lo tanto, nadie puede desmantelarlos. Elwartowski no es un ejemplo a seguir. Pero Tailandia es un estado, cuya capital, Bangkok, se está hundiendo a una velocidad de dos centímetros por año. Así que tal vez tenga que considerar las plataformas flotantes como una solución viable para parte de su población.
Más allá de lo que hagan unos pocos y excéntricos multimillonarios, el avance real de proyectos como Oceanix City dependerá de los estados. A partir de ahí, ya se verá si convertir esas ciudades flotantes en alternativas reales a la vida en tierra firme es una realidad. O se transforman en nuevos paraísos fiscales para los que invierten en criptomonedas. Eso sí, a los más jóvenes tal vez les convenga sacarse la licencia de navegación incluso antes del carné de conducir.
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Imágenes | Oceanix