Muchos corazones de ciudades, en vez de ser pulmones de zonas verdes, parecen socavones de plantas y plantas, pero de aparcamientos.
Según un estudio publicado por Fintonic, los españoles gastamos una media de 500€ en parking y peajes a lo largo del año. A esto tendríamos que sumar los impuestos, facturas de taller, reclamaciones, tiques de aparcamiento y multas puntuales.
Y aún no hemos dicho nada acerca del tiempo. Parémonos un segundo a pensar: ¿cuánto gastas dando vueltas hasta encontrar el hueco para aparcar? Algunas estimaciones oscilan entre los 20 y los 40 minutos diarios. Estamos hablando de 15 horas cada mes. Un tiempo que bien podrías dedicar a ver la octava temporada entera de Juego de Tronos, por ejemplo.
Y ya no hablemos, en materia de salud, cómo afecta este dilatado y rutinario proceso. Estrés, problemas respiratorios… Si aún debemos convivir algunos años más con los vehículos de combustión gasolina y diesel, al menos debemos establecer dinámicas que separen la convivencia ciudadana del tráfico. Tal y como hacen, salvando las distancias, los espacios para no fumadores.
Sólo hay que ojear las iniciativas que hemos visto desde Rotterdam a Pontevedra. O, similar al modelo de Madrid Central, Oslo convirtió su zona centro en un lugar libre de coches. Ya no hablamos de circulación restringida, sino de la erradicación de los mismos en todo el núcleo urbano. ¿Y dónde están los vehículos?
PARKINGS VERTICALES
El año pasado, el Grupo de Trabajo Interplataformas de Ciudades Inteligentes presentó un amplio catálogo de soluciones entre las que se encontraban modelos de parques verticales. ¿Y qué son? Una ventaja frente a los problemas de espacio. Y también una forma de centralizar su uso y aprovechar algo más esos puntos ciegos de la planificación urbanística.
La única forma de incorporar más plazas sin aumentar la extensión del aparcamiento es mediante un modelo vertical. Y no hace falta salir de España para verlos en acción. En Azuqueca de Henares (Guadalajara) ya contamos con un primer ejemplo, una especie de ascensor para 15 vehículos. En Madrid hay algunos más.
Y se estima que estos ‘mecanos’ pueden instalarse en cuestión de horas y ser útiles tanto en zonas residenciales como en puntos más congestionados donde el estacionamiento afecte al flujo habitual de vehículos. No producen, por tanto, un impacto tan grave a nivel urbano y no exigen obras con meses de planificación y costosísimo gasto de recursos.
Desde hace más de un lustro, en China son frecuentes los parking verticales con pasarelas entre edificios e incluso modelos giratorios y circulares. En Taiyuan, provincia de Shanxi, incluso cuentan con un modelo para vehículos sin motor. Solo hay que echar un ojo al porfolio de empresas como Giken. Y distribuidores como Rotary Parking Canada, empresa que ya ha instalado 537 unidades en 31 países, han logrado posicionarse como alternativas válidas ante los modelos tradicionales.
En Aarhus, Dinamarca, el centro cultural DOKK1 se ha convertido en una seña de indentidad y casi un símbolo de progreso histórico. Es el garaje robotizado más grande y más avanzado tecnológicamente de todo el continente: 972 plazas y tarjetas magnéticas para cualquier usuario. El día de servicio, a 33,50 euros (250 coronas danesas, para ser exactos). Y el Reforma 180 de Ciudad de México también puede lucir orgulloso el mismo galardón en todo Latinoamérica, con 1.800 plazas de parking de las cuales la mitad están robotizadas.
¿Sus fortalezas? Unos 120 segundos de media en recuperar el coche. Ni siquiera necesitas saber dónde aparcaste. En caso de corte de energía, un sistema auxiliar con generador propio nos devuelve nuestro vehículo. No son necesarios operarios ni vigilantes de seguridad. El sistema está completamente automatizado y sensorizado.
CONSTRUYENDO EL APARCAMIENTO ROBOTIZADO O “INTELIGENTE”
Como los ejemplos citados, decenas. Desde el más grande del planeta, en Al Yahra (Kuwait) con 2.314 plazas de estacionamiento, hasta el más tecnificado, el Volkswagen Autostadt en Wolfsburg, Alemania, un garaje que no nació para servir al público, sino para albergar los cientos de vehículos nuevos que después los clientes pasarán a adquirir. Algo similar a lo que pudimos ver en ‘The Fast and The Furious: Tokyo Drift’, con los famosos carruseles tokiotas.
Pese a ese fascinante halo de misterio que rodea a los garajes, esos escenarios donde nacen algunas de las mejores persecuciones del cine (de ‘60 segundos’ a ‘Drive’), debemos ser conscientes de que de glamurosos tienen bien poco. Por suerte, como vemos, estos cementerios de cemento han ido transformándose en espacios mucho más atractivos. Japón apostó por “aparcar” sus vehículos en el océano. Aquí puedes encontrar algunas imágenes de Umihotaru.
Este tipo de soluciones automovilísticas son, además, un puente de convivencia entre el vehículo tradicional, el híbrido y el eléctrico.
Los coches autónomos pronto serán mayoría y en varios años las infraestructuras robotizadas podrán ahorrarnos tiempo, no solo en buscar la plaza asignada, sino también en asumir la responsabilidad de irse ellos mismos a su lugar de aparcamiento. Imagina trasladar esto a la enésima explanada llena de charcos en un día de lluvia y la urgencia de aparcar a la vez que cientos de compañeros laborales. No necesitaríamos una inteligencia artificial, sino paciencia de santos.
Sí, existen buenas aplicaciones para ayudarnos a encontrar sitio libre, como Easy Park, e-park o las internacionales BestParking y OPnGO, y la telemetría de nuestros vehículos cada vez es más avanzada, de forma que nos facilita el mapeo de plazas disponibles. Pero los parking robóticos parecen ser la solución definitiva para la convivencia entre habitabilidad, aprovechamiento del espacio urbano y gestión de nuestro propio tiempo.
Nobbot | ¿Acabarán estas ‘apps’ con el problema del aparcamiento en las grandes ciudades?
Imágenes | Unsplash (Omer Rana, Andrey Kirov) / Imagen de portada: Volkswagen Automobile Berlin