Siempre que surge una nueva tecnología genera suspicacias, cuando no miedo. El propio Platón desconfiaba de la escritura porque consideraba que destruía el pensamiento y debilitaba la memoria.
Cuando surgió el ferrocarril, los miembros de la Academia de Medicina de Lyon se preguntaban «si valía la pena arriesgarse a subir a un tren y padecer daños en la retina y problemas en la respiración debido a la alta velocidad, y a que las mujeres embarazadas pudieran sufrir abortos involuntarios debido a las sacudidas”. Pues bien, hoy le toca a la tecnología 5G a la que se señala en EE.UU. como un posible peligro para la fiabilidad de las previsiones meteorológicas.
Descartados sus efectos sobre la salud, las nuevas redes 5G se enfrentan ahora a otro miedo casi peor: nos pueden fastidiar las vacaciones de verano en Benidorm. Por lo menos eso es lo que se sugiere en un artículo publicado en la revista Nature que alerta del peligro de que el espectro dedicado en EE.UU. a las comunicaciones 5G pueda interferir con el de los satélites meteorológicos.
¿previsiones meteorológicas en peligro?
«Este es un problema global», dice Jordan Gerth, meteorólogo de la Universidad de Wisconsin-Madison. Esto es así porque, aunque el artículo hace referencia a EE.UU., debido este es uno de los más importantes mercados de telecomunicaciones, las decisiones que tome su gobierno podrían influir en políticas globales sobre cómo regular esta nueva tecnología.
Y es que el gobierno de EE.UU. ha comenzado a subastar bloques de frecuencias de radio inalámbricas que se utilizarán para la red de comunicaciones móviles de próxima generación 5G. Pero algunas de estas frecuencias se encuentran cerca de las que utilizan los satélites para las observaciones cruciales de la Tierra, y a los meteorólogos les preocupa que las transmisiones 5G desde teléfonos móviles y otros equipos puedan interferir con sus los datos que sirven de base a sus previsiones meteorológicas.
Entre dichas frecuencias se halla la de 23,8 GHz. Los satélites registran la energía que irradia la Tierra a esta frecuencia para evaluar la humedad en la atmósfera y esos datos son utilizados por los meteorólogos para predecir cómo se desarrollarán las tormentas y otros eventos climáticos. Y aquí surgen los miedos: una estación 5G que transmita casi a la misma frecuencia producirá una señal que se parece mucho a la del vapor de agua. «No sabríamos que esa señal no es completamente natural», dice Gerth. Visto así, los pronósticos serían menos precisos si los meteorólogos incorporaran esos datos erróneos en sus modelos.
que no cunda el pánico, reservemos hotel
Alarmados por la integridad física de los meteorólogos del telediario, preguntamos a uno de los grandes expertos españoles en redes, Manuel Sánchez Malagón, Director de planificación de red en Orange España.
Empieza su explicación con una introducción tranquilizadora. “La magia de las telecomunicaciones está precisamente en poder radiar al mismo tiempo diferentes informaciones en diferentes frecuencias y que no interfieran entre sí. El ejemplo más claro es el dial de la radio: tú mueves el dial y cuando estás entre dos frecuencias de dos emisoras adyacentes, oyes ruido, y conforme te acercas a una u otra, vas escuchando más nítidamente porque se elimina la interferencia.
Mediante circuitos electrónicos puedes crear filtros que dejen pasar la información que viaja en una frecuencia y elimine la información que viaja en otras frecuencias distintas”, señala.
radares de defensa
“Cuando se define un Cuadro Nacional de Atribución de Frecuencias (CNAF es la sigla) por parte del Ministerio responsable del Espectro Radioeléctrico –añade-se prevén precisamente bandas de guarda, es decir, espacios que permiten filtrar a cada propietario y no interferirse entre sí». Sánchez Malagón pone como ejemplo dos casos:
El primero es conocido: los radares que el Ministerio de Defensa tiene en España radiando en un trozo de la banda de 3,5 GHz. La banda va de 3,4 GHz a 3,8 GHz. Defensa ocupa los siguientes trozos: 3,48 a 3,50 GHz y 3,58 a 3,60 GHz, en total si sumas son 40 MHz (1 GHz son 1000 MHz, y 1 Hz es una onda que da un ciclo por segundo). La potencia con la que radian los radares hace que, si utilizas su banda, la interferencia no te permite dar servicio de telecomunicaciones.
Pero en realidad las frecuencias asignadas a los operadores no coinciden con estas asignadas a Defensa, y de hecho, los propios radares radian en la banda 3,485 – 3,495 GHz y 3,585 – 3,595 GHz, dejando 5 MHz de guarda a izquierda y derecha precisamente para evitar interferencias.
bandas de guarda y moléculas de agua
El segundo ejemplo explicado por Manuel Sánchez Malagón se refiere al caso estadounidense. Efectivamente algunos satélites operan en la banda de 22-23 GHz porque es justamente a esta frecuencia a la que “resuena” la molécula de agua, y permite detectar concentraciones de vapor de agua y predecir el tiempo atmosférico con complicados modelos matemáticos.
Las bandas que hoy están “bendecidas” mundialmente para 5G son las de 3,5 GHz (en realidad se llama así, pero ocupa una banda de 3,4 a 3,8 GHz), la de 700 MHz (que será licitada en España en 1H20) y la de 26-28 GHz (que será licitada en España en los próximos años).
“En EE.UU., ocupan la banda 24-26 GHz, que está más cerca de la que utilizan los satélites atmosféricos, pero dudo muchísimo de que haya interferencias porque hay sesudos estudios que planifican el uso de las frecuencias y las bandas de guarda (de separación) que deben dejarse entre ellas”, afirma, tranquilizador.
En definitiva, el experto cree que esta alerta es una manera de llamar la atención sobre un riesgo inexistente, pero que obligará a la administración americana a revisar si las bandas de guarda definidas son suficientes para garantizar que ambos servicios, el de los satélites meteorológicos y el de las telecomunicaciones, conviven sin interferencias.
En definitiva, en EE.UU. y aquí podremos seguir confiando, más o menos, en las previsiones meteorológicas del telediario para planificar nuestras vacaciones.