Cuando pensamos en las civilizaciones más antiguas tratamos de imaginarnos hasta los detalles más nimios de su modo de vida. Cosas tan cotidianas como la decoración de sus hogares, modos de subsistencia o costumbres se rodean de una especie de aura de misterio que nos hace experimentar un deseo imparable de conocimiento.
El Antiguo Egipto es uno de esos periodos de la historia que siguen causando fascinación y sobre los que siempre queremos saber algo más. Si nos paramos a pensarlo, no somos tan distintos a aquellos que pasearon por las orillas del Nilo hace miles de años. De hecho, el proyecto de excavación Djehuty así lo demuestra.
¿Quién era el famoso Djehuty?
El Proyecto Djehuty, liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), tiene como objetivo la excavación, restauración, publicación científica y divulgación de un conjunto de monumentos funerarios y enterramientos de individuos de clase media y alta, en la colina de Dra Abu el-Naga, en el extremo norte de la necrópolis de la antigua ciudad de Tebas, hoy Luxor, Egipto.
Toma su nombre de Djehuty, supervisor del Tesoro y de los trabajos artesanos de la reina Hatshepsut, una de las pocas mujeres que ejerció de faraón en el antiguo Egipto y cuyo reinado se extendió durante 22 años en la dinastía XVIII, en torno al año 1470 a. C.
Hasta el momento, 19 campañas de excavaciones nos han mostrado cómo era la vida en el Antiguo Egipto y nos ha hecho viajar, aunque sea de forma figurada, al pasado. Y es que a quién no le gusta sentirse, aunque sea durante un rato, como si del propio Indiana Jones se tratara.
El equipo que conforma el proyecto ha devuelto la vida al Antiguo Egipto y a todas las personas que conformaron una civilización tan misteriosa que, miles de años después, continúa atrapándonos. El descubrimiento del ataúd de Iqer (en torno al año 2000 a. C.), enterrado con sus arcos, flechas y bastones de mando; el ataúd alado de Neb (1600 a. C.), la cámara sepulcral del propio Djehuty, decorada por completo con pasajes del Libro de los Muertos (1470 a. C.); la denominada Tabla del Aprendiz, un pizarrín de escuela de esa misma época empleado para aprender a manejar el pincel escribiendo y dibujando; o los cincuenta ramos de flores del año 1000 a. C. aproximadamente, son solo algunos de los hallazgos.
Lo que esconde la colina de Dra Abu el-Naga
En el siglo XV a. C., la ciudad de Tebas pasa de ser una capital de provincia a convertirse en capital del reino y del imperio. La afluencia de riquezas y materias primas trajo consigo la sofisticación de las clases altas de la sociedad, el refinamiento de sus costumbres y gustos, y el florecimiento de las artes en todas sus expresiones.
La necrópolis de la ciudad se ubicó en la orilla occidental del Nilo y la famosa colina de Dra Abu el-Naga aún se eleva frente del templo de Amón-Ra en Karnak, el santuario más importante del momento en Tebas. El simbolismo funerario que adquirió este lugar hizo que muchos de los ciudadanos del momento, siempre y cuando tuvieran recursos, eligieran esta colina para su descanso eterno.
El yacimiento arqueológico del Proyecto Djehuty se encuentra a los pies de la parte central de la colina de Dra Abu el-Naga. Aunque no son ni mucho menos las únicas, las principales tumbas encontradas pertenecen a Djehuty y a Hery. Este último debió servir a los primeros reyes de la dinastía XVIII. El cargo o título principal que Hery ostentó en vida, además de “escriba del rey”, fue el de “supervisor del granero de la madre del rey y esposa real Ahhotep”.
Aunque el Proyecto Djehuty comenzó centrado en las dos capillas-tumbas de estos personajes, ha terminado ocupándose de investigación y documentación de una parte significativa de la necrópolis, mostrando la disposición en “calles” de los monumentos funerarios de la clase más pudiente de la capital.
Hace 3.600 años también tenían ajuar
El último hallazgo realizado por el equipo que conforma el Proyecto Djehuty nos demuestra que, por muchos que pasen los milenios, hay cosas que no cambian. Y, si no, preguntadles a vuestras madres y abuelas por su ajuar.
En una reciente excavación se ha hallado un ataúd antropomorfo de la dinastía XVII del Antiguo Egipto (hace unos 3.600 años). En el interior descansaba sobre el costado derecho la momia de una mujer de unos 15 o 16 años y 1,59 metros de altura con su ajuar: dos pendientes, dos anillos y cuatro collares, uno de ellos de gran valor.
El ataúd, de madera pintado de blanco, ha sido descubierto a unos metros del patio de entrada a la tumba-capilla de Djehuty, junto a una pequeña capilla hecha en adobe del año 1600 a. C. Según los investigadores, el ataúd fue abandonado sobre el suelo por saqueadores de tumbas en época antigua. A pesar de ello, fue dejado con cierto cuidado y sin abrir.
Tras realizar una radiografía a la momia dentro de su ataúd, los arqueólogos descubrieron que llevaba dos pendientes en la oreja izquierda y dos anillos (uno en cada mano), uno de hueso y otro de vidrio azul con un engarce y un cordel alrededor del dedo. Sobre el pecho se habían colocado, formando un pequeño montón, cuatro collares. Dos de ellos están hechos con cuentas de fayenza, un tipo de cerámica artesanal con acabado vidrios, de distintos tonos de azul. Un tercero combina cuentas de fayenza con cuentas verdes de vidrio.
“El cuarto es el más elaborado y valioso, pues está formado por 74 piezas de distintas formas talladas en amatista, cornalina y otras piedras semipreciosas que todavía no han sido identificadas, además de vidrio, y siete amuletos de fayenza. Un halcón de ámbar, representando al dios Horus, parece haber sido la figura central, flanqueado por dos escarabeos (amuletos egipcios con forma de escarabajo pelotero). Sorprende la riqueza del ajuar para una persona tan joven y con un ataúd relativamente modesto”, destaca José Manuel Galán, investigador del CSIC en el Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente Próximo y coordinador del Proyecto Djehuty.
En la zona de la necrópolis donde se han desenterrado estos objetos se ordenó enterrar a al menos tres reyes de la dinastía XVII y, junto a ellos, a algunos miembros de sus familias y cortesanos de la época residentes en Tebas. “En el yacimiento se ha hallado hasta la fecha una docena de ataúdes dejados sobre el suelo sin protección alguna, algo inusual. Además, el porcentaje de enterramientos infantiles y mujeres es también más elevado que en otras partes de la necrópolis”, detalla Galán.
Sandalias que caminaron en torno al año 1600 a. C.
El Proyecto Djehuty ha realizado una gran cantidad de descubrimientos en la distintas campañas que se han realizado. En 2019, En la misma zona del yacimiento, pero esta vez dentro de un pozo funerario, los investigadores hallaron un par de sandalias de cuero teñidas y con la decoración repujada que, por su tamaño y la presencia de dos divinidades asociadas a la gestación y el parto, podrían haber pertenecido a una mujer que debió de vivir en torno al año 1600 a. C. Pero vamos, que las modas siempre vuelven y sino echadle un vistazo al catálogo de zapatos primavera-verano de hace dos o tres años.
Justo debajo de las sandalias, se descubrieron una pareja de bolas de cuero rellenas de cáscara de cebada, unidas entre sí por un cordel. Podrían haber formado parte también de los bienes funerarios de una mujer.
Muchos de estos hallazgos han sido objeto de actuación de ladrones y saqueadores. De hecho, el Proyecto Djehutyel encontró recientemente dos momias que habían sido descuartizadas y abiertas violentamente por los saqueadores en época antigua. “Paradójicamente, lo que buscaban con mayor ansia los ladrones, que era el metal y las piedras semipreciosas, fue los que no vieron por actuar demasiado rápido y con muy poca iluminación. Uno de los cuerpos conservaba todavía en su lugar una placa de estaño con el Ojo de Horus grabado en una de las caras, el cual protegería el cuerpo de la putrefacción. El estaño era en aquella época un metal valioso por ser muy escaso y son muy pocas las placas de este tipo que han sido halladas in situ”, explica Galán.
En el segundo cuerpo, en el lugar del corazón, se había colocado un puñado de tierra amarillenta y, sobre este, un collar de ocho plaquitas de plata recubiertas de oro. El collar debió de pasar desapercibido a los ladrones porque los encargados de la embalsamación derramaron resina sobre él, ennegreciendo así el oro. Tras limpiar de resina las placas, el collar ha vuelto a brillar como antaño.
De paseo por las tumbas
Sabemos que, por muchos que nos hagamos con el atuendo del perfecto explorador, viajar a Egipto es algo que no todo el mundo puede hacer. Por eso, y para que nadie se quede sin ver las maravillas que escondía la Necrópolis de Tebas, el equipo del Proyecto Djehuty ha habilitado unos recorridos virtuales que podemos realizar con tan solo disponer de conexión a internet.
Estos vídeos con imágenes reales y recreaciones en 3D nos permiten conocer de primera mano cómo se realizaban los enterramientos de la época y la enorme importancia de la tradición funeraria del Antiguo Egipto.
Ahora más que nunca nos hemos dado cuenta de que no siempre hace falta salir de casa para recorrer el mundo. Gracias a proyectos como este, nos percatamos también de que aquello de viajar en el tiempo sí era posible.