El agua líquida es clave para la vida tal como la conocemos. El agua dulce, indispensable para nuestra supervivencia. El planeta Tierra tiene una buena cantidad de ambas, pero el acceso a este recurso es desigual. Una quinta parte de la población mundial, 1.200 millones de personas, vive en áreas de escasez física de agua, según datos de las Naciones Unidas (ONU). Unos 500 millones están cerca de esta situación y otros 1.600 millones se enfrentan a la escasez económica de agua. Es decir, carecen de la infraestructura y el capital para transportar el agua desde ríos y acuíferos.
Asegurar el acceso al agua potable es uno de los desafíos del siglo XXI. Alcanzarlo pasa, en gran medida, por mejorar la reutilización y depuración del agua. Y, sobre todo, por conseguir técnicas que hagan este proceso accesible en todo el mundo. El proyecto REMEB, con cinco integrantes españoles, puede haber encontrado una solución mezclando residuos de cerámica y huesos de aceituna.
¿Cuántas duchas se da el mundo?
En España, de media, una persona consume 132 litros de agua al día, según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Una ducha de cinco minutos consume entre 50 y 100 litros. Una lavadora, entre 40 y 80. De acuerdo con la ONU, por debajo de los 50 litros de agua disponibles por persona al día no se pueden satisfacer por completo las necesidades humanas. En cuanto a las reservas de agua, Naciones Unidas habla de estrés hídrico si estas caen por debajo de los 1.700 metros cúbicos anuales por persona, de escasez por debajo de los 1.000 m3 por persona y de escasez absoluta cuando las reservas bajan de los 500 m3.
De acuerdo con el informe ‘Managing Water under Uncertainty and Risk’ de la ONU y la UNESCO, Europa, Estados Unidos y Canadá apenas tienen problemas de agua. Por el contrario, el Magreb, Asia Central y algunas zonas de México están en una situación delicada. África Subsahariana, el Sudeste Asiático y la zona de los Andes no pueden sufragar la infraestructura necesaria para acceder al agua. Es decir, se enfrentan a la escasez económica aunque no tienen problemas con las reservas.
Gastar menos y depurar más
“La escasez de agua es un fenómeno no solo natural, sino también causado por el ser humano. Hay suficiente agua potable en el planeta para abastecer a los 7.000 millones de personas que lo habitamos. Pero está distribuida de forma irregular. Se desperdicia, está contaminada y se gestiona de forma insostenible”, señalan desde las Naciones Unidas.
Racionalizar el consumo y mejorar en la gestión del ciclo del agua, desde su extracción hasta su depuración. Estas son las dos claves para asegurar el acceso de todas las personas a este recurso. Según la ONU, la cantidad de aguas residuales se ha disparado en las últimas décadas debido a varios factores. El crecimiento de la población, la urbanización y el desarrollo económico, principalmente. Y la mayor parte se vierte a ríos y mares sin tratar. Sin embargo, la depuración puede convertir aguas residuales en aguas reutilizables. Incluso para el consumo humano.
el Tratamiento low cost de remeb
En 2015, bajo el paraguas del programa europeo Horizonte 2020, once instituciones de siete países se pusieron manos a la obra. El objetivo era desarrollar un biorreactor de membranas cerámicas de bajo coste para el tratamiento de aguas residuales. La idea era usar residuos agroindustriales. El proyecto, apodado ‘Recycled Membrane Bioreactor‘, contaba con un presupuesto de casi 2,5 millones de euros. A estos se sumó una financiación extra de cerca de dos millones.
El uso de membranas cerámicas para filtrar residuos en líquidos es uno de los procesos más costosos. Sin embargo, se trata de un material resistente y duradero ideal para procesos industriales. Dentro de un biorreactor, la tecnología de membrana se combina con el tratamiento biológico. En la fase final de la depuración, el agua atraviesa estas membranas. En ellas se quedan atrapadas las partículas en suspensión más finas.
Para resolver el asunto del coste, REMEB propuso utilizar membranas cerámicas recicladas prácticamente idénticas a las de alta gama. Estas membranas se fabrican a partir de residuos de las industrias de la cerámica, el mármol y el aceite de oliva. Concretamente, restos de cerámica cocida o chamota, polvo de mármol y huesos de aceituna. El resultado fue un biorreactor con 200 membranas de 200 por 500 milímetros. Está diseñado de forma modular para poder ampliar su capacidad.
La tecnología low cost, desarrollada bajo el liderazgo de la empresa española FACSA y el Instituto de Tecnología Cerámica de la Universitat Jaume I, ha sido ya probada con éxito en la depuradora del municipio murciano de Aledo. Además, la fabricación de las membranas con residuos locales se ha probado también en Italia, Turquía y Chipre. Y la Universidad Antonio Nariño ha estudiado su aplicación en Colombia y otros países del entorno andino, donde los problemas de acceso al agua son, sobre todo, económicos.
Los integrantes de REMEB, ya concluido, aseguran que el siguiente paso es ganar en competitividad. E introducir la tecnología en el mercado. La puesta en valor de residuos industriales que iban a acabar en el vertedero, la innovación y la promesa de solucionar (al menos parcialmente) el problema mundial del agua son sus grandes aliados.
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Imágenes | REMEB, Pexels, Unsplash/Aman Bhargava