La primera vez que puso el pie en el Congo, la única conexión con el resto del planeta era una radio de baja frecuencia. Ni teléfono, ni satélite ni, claro, internet. Han pasado solo 15 años y Rebeca Atencia habla con nosotros desde Madrid, mientras está pendiente de una videollamada por Skype desde el centro del Instituto Jane Goodall en el mismo país africano. “La comunicación ha cambiado el mundo. Aún no nos hemos dado cuenta de cuánto”.
Atencia dirige el centro fundado por la mítica primatóloga y antropóloga británica, que está a punto de ser investida doctora honoris causa por la Universidad Complutense de Madrid. Y ha sido elegida por la revista ‘Newsweek’ como una de las 20 mujeres que inspirarán a las próximas generaciones. Un grupo de ‘Women of the Future’ en el que hay dos españolas: la propia Atencia y Luz Rello, quien ha desarrollado una herramienta de machine learning para ayudar a diagnosticar la dislexia. Pero volvamos al Congo.
“Ahora ya no existen sitios así. Era un sitio muy remoto”, explica Atencia sobre su primer lugar de trabajo para la ONG Help Congo. “Estabas allí en un sitio con elefantes, gorilas, chimpancés… Era irse a otro mundo. Me metí en una cabaña en mitad de la nada con un equipo de trabajadores locales para conseguir que los chimpancés se reintrodujesen”. Y allí fue donde la encontró Jane Goodall. “Rebeca me recordaba a mí a su edad. Se sentía como en casa en el medio de la selva”, señala Goodall para la revista ‘Newsweek’.
La veterinaria gallega, nacida en Ferrol, dirige desde hace más de una década la oficina del Instituto Jane Goodall en Congo, donde es responsable de más de 160 chimpancés rescatados y rehabilitados y está a cargo de una plantilla de 100 trabajadores. “Muchos niños y estudiantes sueñan con algo así. Yo luché por un sueño y el sueño me cautivó. Me cautivó hasta condenarme. Estaré atada a los chimpancés y al conservacionismo toda mi vida”.
Cambiar lo incambiable
Los chimpancés se enfrentan en Congo a dos grandes problemas. Uno sigue siendo el mismo contra el que luchó Goodall cuando llegó a Tanzania en los años 60: el furtivismo. El otro se ha disparado en las últimas décadas: la deforestación. “Cuando llegué, me di cuenta de la realidad de la caza furtiva y de la deforestación. Los chimpancés llegaban con un trauma grandísimo. Han visto morir a machetazos a sus madres. Han ahumado su carne delante de sus ojos. Como humanos, nos odian”, explica Rebeca Atencia.
La solución pasa también por dos caminos, el de la recuperación y reintroducción de esas crías traumatizadas y el de la educación de los seres humanos para cambiar las cosas. “Cuando conservamos los chimpancés, conservamos su selva, conservamos los pulmones de la Tierra. Nosotros, como consumidores, somos responsables de lo que está pasando en África con la deforestación para madera ilegal y plantaciones de palma de aceite”.
Pero de la misma manera que las cosas pueden empeorar, también pueden cambiar a mejor. “Hicimos un plan estratégico a nivel nacional, intentando cambiar la educación y la empatía de las nuevas generaciones. Trabajábamos en colegios, hacíamos carteles sobre la protección de los chimpancés… Empezamos a ver cómo se reducía el número de chimpancés huérfanos. De 10 al año hemos pasado a uno o cero”. Para Atencia, la situación del furtivismo está mejorando. La de la deforestación, sin embargo, ha ido a peor. “Los humanos destruimos, pero también podemos cambiar”.
Bebés con pesadillas y adultos inadaptados
En Congo, los furtivos matan a los chimpancés adultos por su carne. Comerla es un lujo. Las crías las intentan vender como animal de compañía. Cuando las autoridades intervienen, confiscan la carne y dan a las crías a centros de recuperación como el que dirige Rebeca Atencia en la reserva de Tchimpounga. Rehabilitar a esos pequeños no es muy diferente de trabajar con crías humanas que han pasado por situaciones traumáticas.
“Al principio tienen mucho miedo. Por la noche, se quedan dormidos agarrados a ti y se levantan gritando con pesadillas. Los tocas y se van calmando. Notas que están pasándolo mal. Cuando llegan, se despiertan tres o cuatro veces cada noche. Poco a poco van superándolo. Necesitan la protección que han perdido”, explica Rebeca Atencia. “Un día estaba dando una charla en Madrid y, al terminar, se acercó una chica que trabajaba con niños con traumas. Y me dijo que lo que describía era exactamente lo mismo que veía ella con los niños”.
La presencia de una figura adulta día y noche con las crías es clave en su recuperación. Si se consigue (muchas veces no es posible por tema de recursos), los chimpancés adultos acaban siendo más sociables. Aun así, el proceso de rehabilitación es complejo. Atraviesa ocho fases que van desde el cuidado veterinario inicial y la cuarentena hasta su reintroducción en la sociedad de la selva. A pesar de todo, algunos no logran recuperarse.
“Los chimpancés son animales sociales. Su espacio de confort es el grupo. La libertad para ellos no es la selva, es su espacio de confort, el grupo, la vida social. Si de pequeños pierden esa vida social es muy difícil que vuelvan a adaptarse”, dice Atencia. “Lo que hemos hecho con los chimpancés que tenían comportamientos sociales raros, gracias al trabajo con una psicóloga, es ponerlos todos juntos. Es una isla, Ngonge, donde están los inadaptados. Como todos son raros, se aceptan, no se hacen bullying entre ellos”.
“Nos une la pasión”
Tras casi 15 años en el Congo, Rebeca Atencia se enfrenta a un giro importante en su vida. A partir de ahora, pasará la mitad del tiempo en Madrid, donde ha escolarizado a sus dos hijos. Irá a África a actuaciones concretas, ya que el grueso del trabajo administrativo lo puede hacer de forma remota. Su pasión y su misión, asegura, permanecen intactas. Las mismas ganas y la misma motivación que, para Atencia, están detrás de Luz Rello, la otra española nominada en la revista ‘Newsweek’.
“Me ha dejado impresionada. Estuve oyendo su charla TED. Me ponía los pelos de punta. Yo creo que nos une la pasión. Está haciendo una cosa que vive. Lo expresa como algo muy personal, no habla desde fuera. Además, quiere compartir su investigación, buscar soluciones que lleguen a cuanta más gente mejor”, explica la veterinaria gallega sobre Rello. “Su pasión se transforma en su vida. Es inspiradora. Lo importante es la misión, que se expande. Puede mover montañas con sus palabras”.
“Creo que todos tenemos que intentar cambiar el mundo. Mucha gente junta, remando en una misma dirección, puede cambiar las cosas”. Mientras prepara un nuevo viaje al Congo, Rebeca Atencia se despide con esa reflexión. Y con un consejo que nos habla de un mundo muy lejano, pero dentro del mismo planeta. “Si te persigue un elefante hay que correr haciendo zigzag. Por si te pasa alguna vez”.
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Imágenes | Instituto Jane Goodall/Fernando Turmo