Si viajas a Marte, no olvides el paraguas. Se esperan fuertes tormentas (de polvo) para el fin de semana. Puede que algún día consultemos el pronóstico meteorológico antes de salir a dar un paseo marciano con la normalidad con la que hoy lo hacemos en la Tierra.
De momento, sin embargo, ni viajamos al planeta rojo ni entendemos muy bien cómo funciona su climatología. Pero eso está a punto de cambiar gracias a la tecnología desarrollada en el Centro de Astrobiología (CAB). Con dos estaciones medioambientales operando ya sobre suelo marciano, un tercer instrumento, el Mars Environmental Dynamics Analyzer o MEDA, se prepara para despegar a bordo de la misión Mars 2020 de la NASA.
Medir el tiempo en Marte
A pesar de sus diferencias, Marte es el planeta más parecido a la Tierra de todo el sistema solar. El planeta rojo presenta estaciones como el nuestro, ya que su eje de rotación también está inclinado. Y, aunque es escaso, el vapor de agua forma algunas nubes y ligeros bancos de nieblas, tal como señalan desde la Agencia Estatal de Meteorología (AEMET). Sin embargo, no hay constancia de que se produzcan precipitaciones.
Esto no quiere decir que no existan tormentas. Las grandes diferencias de temperatura que se dan en la superficie a lo largo del día producen vientos muy intensos y espectaculares tornados. Y como la humedad es bajísima y el terreno muy seco, el polvo es el gran protagonista de estos fenómenos meteorológicos.
“El polvo domina el tiempo de Marte de la misma manera que el agua domina el de la Tierra. No podremos predecir el tiempo marciano hasta que no entendamos bien cómo se comporta el polvo de su superficie”, señalan desde la misión Mars 2020, cuyo lanzamiento está previsto para dentro de un año. “MEDA nos enseñará más cosas sobre el ciclo del polvo en Marte y su impacto en el tiempo”, afirman.
Los objetivos de MEDA
La noticia se hizo oficial hace ya cinco años. El CAB, dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y del Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA), volvería a colaborar con la NASA en una de sus misiones a Marte. Lo haría mediante el diseño del instrumento MEDA y su integración en el rover Mars 2020. Ahora, MEDA está ya listo para cumplir con sus cinco grandes objetivos científicos.
- Estudiar el ciclo del polvo. Al igual que el agua en la Tierra, el polvo desencadena multitud de procesos químicos en la superficie y la atmósfera de Marte, afectando a la temperatura y al tiempo.
- Contribuir a la predicción meteorológica. Con vistas a mejorar la seguridad de posibles misiones tripuladas, MEDA contribuirá a tener predicciones más precisas de las condiciones meteorológicas en Marte.
- Medir la radiación solar y espacial. La protección de Marte frente a la radiación exterior es menor que la de la Tierra. Entender cómo interactúa la radiación con el terreno es clave en la búsqueda de huellas de vida en el planeta rojo.
- Medir la presencia de vapor de agua. Se sabe que entre el suelo y la atmósfera de Marte existe un intercambio constante de vapor de agua. MEDA contribuirá a que se entiendan mejor estos procesos.
- Registrar el impacto climático en la misión. MEDA tiene también la misión de controlar cómo la temperatura, el viento o el polvo afectan al funcionamiento del rover y del resto de instrumentos con los que está equipado.
Y es que MEDA no estará solo a lomos del vehículo de exploración. Allí compartirá sitio con MOXIE (un experimento para producir oxígeno a partir de CO2), PIXL (centrado en el análisis químico de la superficie), RIMFAX (un radar noruego que explorará el subsuelo) y SHERLOC (un espectrómetro en busca de materia orgánica). Los detalles de todos los instrumentos pueden consultarse aquí.
Así es la tecnología de MEDA
“MEDA es un conjunto de sensores ambientales diseñados para registrar las propiedades del polvo y seis parámetros atmosféricos: velocidad y dirección del viento, presión, humedad relativa, temperatura del aire, temperatura del suelo y radiación”, señalan en la web de la misión Mars 2020. Así es, en detalle, la tecnología que lo hará posible.
- Sensor de polvo y radiación. El RDS (por sus siglas en inglés) irá colocado en la parte superior de la cubierta del rover. Está compuesto por ocho fotodiodos sensibles a diferentes rangos de luz que observarán el cielo marciano y otros ocho que analizarán la luz lateral. Además, una cámara medirá la intensidad de la radiación circunsolar. A su vez, todos estos dispositivos servirán para medir la presencia de polvo y su efecto en la radiación.
- Sensor de presión. Estará situado en el interior del rover para protegerlo del polvo. Un pequeño tubo saldrá hacia el exterior para medir la presión de 1 a 1.150 pascales (11,5 milibares).
- Sensor de radiación térmica. Situado en un mástil (o RSM, por sus siglas en inglés) junto al resto de sensores, el sensor térmico mediará la radiación térmica infrarroja en la superficie marciana mediante un conjunto de termopilas.
- Sensor de temperatura del aire. En realidad, no es uno, sino cinco sensores formados por tres termopares cada uno. Estarán encargados de medir la temperatura del aire entre -123 °C y 27 °C.
- Sensor de humedad. Su misión es medir la humedad relativa del aire en un rango de temperatura que va de los -73 °C a los 50 °C. Va situado en un cilindro con un filtro especial para protegerlo del polvo.
- Sensor de viento. Dos sensores formados por seis detectores cada uno medirán la velocidad y la dirección del viento alrededor del vehículo de exploración.
La cuenta atrás
Tanto MEDA como el resto de los instrumentos están ya a punto y están siendo integrados en el rover. La actividad estos días es frenética. Queda poco más de un año para el lanzamiento de la misión. “Es un proceso durante el cual la presión es máxima, pues cada vez es más escaso el tiempo hasta el lanzamiento y no hay prácticamente ya margen de error”, señala José Antonio Rodríguez Manfredi, ingeniero del CAB e investigador principal de MEDA.
La ventana de lanzamiento está fijada entre los días 17 de julio y 5 de agosto de 2020. El aterrizaje en el cráter Jezero está previsto para el 18 de febrero de 2021. Y la misión debe durar, como mínimo, un año marciano (687 días terrestres). Aunque todos sabemos qué pasó con los 90 días que iba a durar la misión Opportunity. Pista: se convirtieron en 15 años de exploración ininterrumpida.
En Nobbot | Falcon Heavy, SpaceX y cómo un Tesla allana el camino a la llegada del hombre a Marte
Imágenes | NASA/rover, instrumentos, Marte