Mirar la receta de la paella para sorprender a tus suegros el próximo domingo. Escuchar el último éxito de Ed Sheeran en bucle. Pedir tu plato favorito al nuevo restaurante hipster que acaban de abrir en Malasaña o consultar el número del Cuponazo del día anterior. “Internet es necesario porque ahora todo se mueve con eso”, asegura feliz Rafaela, madre de cuatro hijos adolescentes que disfrutan de acceso a la red desde noviembre del pasado año. Por ello, esta familia de El Pozo del tío Raimundo ya no pertenece al 16,6% de hogares que, según el INE, carecen de acceso a Internet en España. La brecha digital es una realidad, y quienes padecen sus consecuencias quedan automáticamente excluidos de la sociedad.
Este concepto hace referencia a la desigualdad de oportunidades que existe entre las personas que tienen acceso a Internet y las que no. En una sociedad en la que la información y el conocimiento se desplazan a la velocidad de la luz, y en el que todo se queda obsoleto en lo que dura un parpadeo, la red emerge como protagonista. Es el reino de la velocidad y lo instantáneo, por lo que no poder acceder a Internet a diario supone una clara desventaja en el tablero social. Así, las personas que no pueden permitirse el lujo de realizar algo tan aparentemente usual en este mundo posmoderno como escribir un correo o enviar un whatsapp se hallan en claro fuera de juego. Un problema que no solo atañe a los países en vías de desarrollo, ya que en la capital son numerosas las personas afectadas por este mal tan contemporáneo.
“La brecha digital incide en el incumplimiento de algunos derechos fundamentales como el acceso a la información, lo que provoca una situación de exclusión”, subraya Rocío García, delegada territorial de la Fundación Secretariado Gitano. Y es que no son pocas las ONG’s u otras organizaciones que se han dado cuenta de esta situación y actúan para ponerle freno. Es el caso del programa Gigas Solidarios, de Orange, cuyo objetivo es proporcionar conexión gratuita a Internet y una Tablet durante un año a familias que no pueden permitírselo.
Como el resto de sus compañeros
Uno de estos beneficiarios es Samuel, hijo de Rafaela. Cuando recibió el dispositivo electrónico no pudo disimular la emoción que sentía. A partir de ese momento podría entregar a su profesor los trabajos universitarios por email, como el resto de sus compañeros. Entre risas bromeaba comentando el susto que se llevaría el docente al recibirlos. “A día de hoy se siente uno más en clase, participa y hace las tareas al igual que los demás”, subraya la madre. Yarisa, otras de sus hijas, también se beneficia de las ventajas que poseer Internet les confiere en el ámbito educativo. “Ahora, en vez de tener que ir a la biblioteca a hacer los trabajos, puedo quedarme en casa todos los días. Mi vida es mucho más cómoda y fácil. Además, 3º de ESO es muy difícil, hay que currárselo más”. Su madre la mira emocionada mientras habla y reconoce sentir un gran orgullo por sus hijos. Son muy buenos estudiantes y sacan notas brillantes. Tanto Rafaela como ellos son conscientes de que sin este tipo de iniciativas no podrían disfrutar de la red en su hogar. “No somos los únicos que estamos en esta situación. Hay otras familias que tampoco tienen acceso a Internet porque no tienen cincuenta euros para pagarlo. Yo lo invierto en otras cosas más necesarias, como comer o vestir a las niñas. Hay muchas cosas que pagar”, explica con cierta rabia la cabeza de familia.
Algo así le ocurre a Argelia, madre, también, de cuatro hijos. Cuenta que estas Navidades han sido muy especiales porque gracias al programa de Gigas Solidarios ha podido ver mediante videollamada a sus padres, residentes en Honduras, que se sentían “locos de alegría” cada vez que hablaban con sus nietos a través de la pantalla. “Ahora estamos en contacto casi de forma diaria, no tenemos que esperar a que pasen los días para hablar y contarnos qué tal estamos”, comenta la vecina de Villaverde Alto. Hace más de 11 años que tomó la decisión de venir a España desde Centroamérica en busca de un futuro mejor. Algo tímida, y con una inquebrantable sonrisa en la cara, es eclipsada constantemente por la algarabía de sus pequeños, quienes relatan cómo es tener ahora conexión permanente en casa. “Antes íbamos a la biblioteca, o incluso a algún locutorio a hacer los deberes, pero estos son muy caros y no podíamos permitírnoslo”, explica Jocelyn, una de sus hijas mayores que acude a 4º de ESO. Su hermano pequeño, Isaac, la interrumpe contantemente. Él está pletórico porque puede divertirse con los mismos juegos que sus compañeros de clase. Hoy, hasta para disfrutar del ocio, es necesaria la red.
Cada vez son más las organizaciones conscientes de esta problemática social. Otro ejemplo de ello es Mensajeros de la Paz, que ha regalado, recientemente, cuarenta y un móviles con tarjetas prepago y cargadores solares a personas sin recursos. “Para la gente que está en una situación precaria es importante esta donación, porque así tienen acceso a la comunicación, lo que es imprescindible para que puedan encontrar empleo”, asegura Pedro Blasco, colaborador de la ONG. En esta misma línea, el empresario Cipri Quintas, coordinador de la actividad, recalca la importancia de tener acceso a la red, ya que lo considera “una ventana abierta al mundo”.