Google Maps se ha convertido en una herramienta imprescindible para los conductores que, antes de emprender su ruta, consultan qué calles estarán más libres de vehículos. Suele funcionar, a no ser que vivas en Berlín y se cruce en tu camino Simon Weckert.
Este artista berlinés reflexiona en su trabajo sobre cómo lo digital influye en nuestro día a día. En este caso, es Google Maps el objeto de su trabajo y, por ello, se ha propuesto generar un tráfico ficticio en las calles de Berlín, engañando a nuestro mapa virtual favorito.
¿Cómo? Pues ha transportado en una carretilla 99 smartphones de segunda mano para pintar de rojo las calles que deberían figurar como verdes, despejadas, en las pantallas de los conductores. De esta forma tan simple, ha impactado en las decisiones de transporte de muchos conductores y, por tanto, ha modificado el tráfico normal de la ciudad, mediante una acción que se halla en la frontera entre la reflexión, el arte y el gamberrismo. Imaginemos decenas de personas transportando estas carretillas por nuestra ciudades…Uf.
hackeando google maps
Los datos de nuestros «smartphones» sirven a Google para actualizar el tráfico en tiempo real, estimar la velocidad de dicho tráfico o localizar desvíos, por ejemplo. Esto es posible porque, al encender nuestro teléfono móvil, el GPS empieza a enviar datos con nuestra ubicación. Algo que también sucede cuando enciendes 99 móviles y los transportas en una carretilla.
Google Maps ha cambiado completamente nuestra visión sobre lo que es un mapa, incluso la imagen que tenemos de nuestras ciudades, convertidas en una retícula de calles sobre el que podemos interactuar, hacer zoom o pasear virtualmente.
Por otra parte, hay múltiples aplicaciones que funcionan gracias a Google Maps: relacionadas con el mercado inmobiliario, el alquiler de vehículos, compra a domicilio, incluso plataformas de citas. Google Maps ha creado a su alrededor un nuevo ecosistema de capitalismo digital. Esta nueva cartografía incide en nuestra forma de vida a niveles de los que no somos conscientes de tan interiorizados que los tenemos.
Con su acción, Simon Weckert demuestra que no es tan difícil “hackear” esta herramienta que, siendo útil, también supone una nueva forma de vigilancia a través de la geolocalización y recolección de datos y una poderosa herramienta de manipulación sobre nuestras decisiones cotidianas, mediante acciones publicitarias insertadas en la plataforma, a menudo en forma de juego. No en vano, Google Maps se ha convertido en nuestro cuaderno de bitácora en este nuevo orden mundial digital. A través de la pantalla de nuestro «smartphone» esta cartografía virtual nos ofrece una visión del mundo, ya casi la única visión del mundo.
De hecho, con Google Maps, el discurso de la cartografía quizás debe reformularse. Porque, ¿cuál es la relación entre el arte de definir un territorio y las técnicas de supervisión y control en los mapas virtuales? ¿Estos mapas funcionan como redes de dispositivos que determinan el comportamiento, las opiniones y las imágenes de los seres vivos, ejercen poder y controlan el conocimiento? Estas son algunas cuestiones sobre las que Simon Weckert nos hace reflexionar.