Matemática, miembro de la Marina de los Estados Unidos y científica computacional, Grace Hopper está considerada como la madre de la programación informática.
Desarrolló uno de los primeros compiladores de lenguaje. Un importante salto de las técnicas de programación primitivas a los sofisticados sistemas que usamos ahora.
La vida de Grace Hopper
Grace Hopper es una de esas mujeres a las que la historia no ha dado el reconocimiento que merece. Pero, sin ella, la tecnología no habría llegado a ser lo que hoy conocemos.
Nació en 1906 en Nueva York, en el seno de una familia vinculada al ejército. Desde niña, demostró aptitudes para la ciencia y la matemática. Un interés que su padre potenció, pues quería que sus hijas tuvieran las mismas oportunidades que su hijo. Con solo siete años, Grace desmontó todos los relojes de su casa, llena de curiosidad por saber cómo funcionaban realmente.
En 1934, se doctoró en Matemáticas por Yale. También estudió en la Escuela de Cadetes Navales para Mujeres, en la que se graduó en 1944 con el distintivo de teniente. Fue enviada a la Universidad de Harvard para trabajar en el Mark I, un proyecto que cambiaría su vida (y la nuestra) para siempre.
Mark I
Howard Aiken, ingeniero estadounidense, soñaba con desarrollar el primer ordenador electromecánico desde 1937. Su idea se basaba en la máquina analítica de Charles Babbage. El proyecto se presentó a IBM, que aprobó su financiación. La máquina se construyó en Endicott y se envió a Harvard en 1944. Ahí es cuando Grace Hopper entra a formar parte del proyecto.
El Harvard Mark I medía 15,5 metros de largo por 2,40 de ancho. Pesaba unas cinco toneladas y poseía 760.000 ruedas y 800 kilómetros de cable. Recibía los datos a través de tarjetas perforadas y las instrucciones mediante cintas de papel.
Gracias a la Mark I, Hopper desarrolló diferentes aplicaciones contables que podían emplear empresas como compañías de seguros. “Cuando empecé con la computación no sabía nada de ordenadores. Claro, hice el primero”, declararía años después en una entrevista para televisión.
Hopper aprendió a usar este ordenador como nadie y escribió un manual de 500 páginas en el que se establecen los principios básicos de la programación de ordenadores (un campo que, por entonces, estaba por desarrollar).
Una anécdota de aquella época habla de la creación de la palabra bug. Un bug es un error informático que, en inglés, también significa bicho o insecto. El término se acuñó al descubrir que la calculadora del ordenador no funcionaba bien porque una polilla se había introducido en los circuitos. Según la historia, Hopper comenzó a usar bug para referirse a los fallos informáticos, aunque ella siempre explicó que no fue la verdadera “inventora” la palabra.
El primer compilador de la historia
Tras su paso por Harvard, en 1949, Hopper pasó a trabajar con la Eckert-Mauchly Corporation, en Filadelfia. Un trabajo en el que continuaría hasta que se retiró, ya en los años 70. Fue para esta empresa para la que desarrolló, en 1952, el considerado primer compilador de la historia: A-0.
Hopper creía que la informática solo podría desarrollar todo su potencial si era capaz de llegar a muchas más personas, no solo expertos en matemáticas e informática. El desarrollo de los lenguajes de programación haría más fácil la comprensión para los no eruditos en la materia.
A-0 se creó para la computadora Univac I, el primer ordenador comercial de Estados Unidos. El sistema especificaba un programa en una secuencia de argumentos y subrutinas. Cada especificación se convertía en un código que el ordenador podía interpretar para ejecutar determinado programa. Es decir, Hopper desarrolló un sistema que ‘traducía’ los símbolos matemáticos a un código binario que la maquina podía comprender.
FLOW-MATIC y su influencia
En 1955, Hopper lograría su contribución más importante para el mundo de la informática. El B-0 es el primer compilador que procesaba datos usando palabras de nuestro lenguaje natural. Las instrucciones en inglés se convertían en un lenguaje de programación.
Flow-Matic fue el motor para que la informática llegara a ámbitos como el empresarial. Se comenzó a usar para gestionar las facturaciones y pagos de las empresas.
Los compiladores que creó Hopper fueron claves para el desarrollo de Cobol (Common Business-Oriented Language). El lenguaje de programación universal que podía usarse en cualquier ordenador y que se destinó a la informática de gestión.
El legado de Grace Murray Hopper
‘Amazing’ Grace, como la llamaban sus amigos, es una figura imprescindible. Con el paso de los años, recibió numerosos premios y reconocimientos. Ya en 1969, consiguió el título ‘Hombre del año en ciencias de la computación’. En 1973, se convirtió en la primera mujer miembro de la British Computer Society. En 1991, logró la Medalla Nacional de tecnología y en 2016, a título póstumo, Barack Obama le entregó la Medalla Presidencial de la Libertad. Con más de 40 doctorados honoris causa, no podemos olvidar su carrera militar, en la que alcanzó el grado de contralmirante en 1985.
Además, desde 1971, la Association for Computing Machinery entrega el Premio Grace Murray Hopper, un galardón anual que reconoce la contribución del premiado al mundo de la informática. En 1994, comenzó a celebrarse la Grace Hopper Celebration of Women in Computing, unas conferencias para fomentar el papel de las mujeres en el campo tecnológico.
Este es el legado más importante de Hopper. Siempre trabajó pensando cómo sus progresos serían un avance para la sociedad. Con un estilo informal y vitalista, se hizo popular como oradora, llevando sus conocimientos a todo el que quisiera escucharla. Para ella, su mayor logro fue que las nuevas generaciones aprendieran gracias su trabajo: “La programación es un reto enorme en los fundamentos del conocimiento”.
Imágenes | Wikipedia: Jan Arkestein, Wikimedia: Topory, Harvard Mark, Wikipedia: Marina de los Estados Unidos, Flickr: Karen
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