Visitas el supermercado con la intención de comprar unas cuantas bebidas y algo de comer para celebrar una comilona con tus amigos. Te acercas al pasillo de las cervezas y, con toda la naturalidad del mundo, echas mano de varios packs de seis en los que las bebidas quedan agarradas gracias a unas anillas de plástico. Una vez finalizada la comilona, tiras las anillas a la basura y, cosas del directo, se te ha olvidado cortarlas en trozos pequeños. Realmente ¿qué consecuencias puede tener este pequeño gesto? Si total, por una vez que se me olvide no pasa nada ¿no?
muchas vidas. Todos hemos visto en alguna ocasión la imagen de una tortuga o un pez atrapados en las dichosas anillas de plástico hasta la muerte, sin posibilidad alguna de salir y sobrevivir. Por este motivo, numerosas empresas están buscando alternativas a este formato que con su aparente inocencia casi consigue engañarnos. Tanto es así que una cervecería artesanal de Florida ha cambiado el plástico por materiales comestibles que dejan atrás la destrucción de vida submarina para dar paso a un consumo responsable y sostenible.
Nada más lejos de la realidad porque nuestras acciones, a veces, acaban conTRIGO Y CEBADA: EL PLATO ESTRELLA
Esta cervecería estadounidense, bautizada como Saltwater Brewery ha fabricado unas anillas que, aunque poseen las mismita apariencia que el cartón, en realidad están fabricadas con un material hecho de trigo y cebada que puede servir de alimento para las tortugas y otros animales marinos. Dicho material resiste las inclemencias de los transportes y el almacenamiento gracias a la compresión del trigo y la cebada, un proceso que otorga resistencia y durabilidad.
De esta forma, el equipo de Saltwater Brewery ha querido contribuir a la conservación de la fauna marina, condenada a vivir en unos mares y océanos repletos de plástico. El proyecto, desarrollado en colaboración con Eco Six Pack Rings, se ha puesto a disposición del resto de cervecerías con la intención de sufragar los enormes gastos que supone esta iniciativa para este pequeño establecimiento.
La amenaza del plástico
Cada año, 8.000 millones de kilos de plástico acaban en los océanos. Se descomponen en partículas diminutas que pasan a formar parte de la cadena alimenticia. Los estudios más recientes estiman que una persona ingiere entre 39.000 y 52.000 partículas de microplásticos al año. Es decir, nuestra propia basura se ha convertido ya en parte de nuestra alimentación.
Tal y como asegura Greenpeace, los plásticos que encontramos en superficie solo son la punta de iceberg, ya que representan menos del 15% de todos los plásticos que hay en el mar. Este material ha sido capaz de alcanzar todas las zonas del planeta y, de nuevo siguiendo los datos recogidos por esta organización, entre un 21% y 54% de todas las partículas de microplásticos del mundo se encuentran en la cuenca del Mediterráneo.
Una condena para la fauna marina
Cada año, más de un millón de aves y más de 100.000 mamíferos marinos mueren como consecuencia de todos los plásticos que llegan al mar. Los sedales y redes de pesca abandonadas, al igual que los anillos y envoltorios de los paquetes de latas, enredan y atrapan a los animales, en algunos casos aprisionando partes de su cuerpo.
Los plásticos pueden causar heridas, lesiones y deformidades e impedir que los animales puedan moverse para escapar de los depredadores, nadar y alimentarse, con consecuencias casi siempre mortales: los animales mueren de hambre, se ahogan o se convierten en presas fáciles.
El plástico supone una auténtica condena también para las aves marinas, que eligen su alimento a través del olfato. Las algas que entran en contacto con este contaminante material emiten un fuerte olor a azufre que estos animales asocian con la comida, algo que les lleva a ingerir plástico de forma continuada. Los peces también caen en este tipo de trampas olfativas, con las consiguientes consecuencias que esta ingesta tiene sobre sus vidas.
Es importante que tanto empresas como consumidores tomen conciencia sobre el peligro que genera el plástico que, por cierto, también se introduce en nuestra alimentación (si los peces lo comen, nosotros vamos detrás). Pequeñas acciones como la realizada por la cervecería Saltwater Brewery ayudan a salvar el planeta y, sobre todo, a los seres vivos que habitan en él. Merece la pena ¿verdad?