En 1959, el teniente coronel del Ejército de Estados Unidos William Henry Rankin se encontró ante una situación complicada: el motor de su avión se había quedado parado cuando sobrevolaba una gran nube de tormenta. Su única opción era saltar en paracaídas y esperar que la suerte jugase a su favor.
40 minutos después, Rankin volvía a poner los pies en el suelo. Se convirtió así en la primera persona en sobrevivir en el interior de un cumulonimbo, uno de los fenómenos más impactantes que se forman en la atmósfera. Lo hizo, además, en mitad de una fuerte tormenta.
Altitud de crucero
En el verano de 1959, Rankin pilotaba un F-8 Crousader, un caza muy utilizado por la armada estadounidense a mediados del siglo pasado, desde una estación militar de Wymouth, en Massachusetts, a otra de Beaufort, en Carolina del Sur. Le acompañaba, en otro avión, su compañero Herbert Nolan.
Ambos pilotos se encontraban a una altitud de unos 47 000 pies (unos 12 000 metros, altura a la que vuelan la mayoría de los aviones comerciales) cuando divisaron una gran columna de nubes de tormenta. Optaron por seguir ascendiendo para sobrevolarla; sin embargo, poco después de alcanzarla, el motor de Rankin falló. El piloto tuvo tiempo de informar a su compañero por radio antes de preparar su paracaídas, saltar y entrar de lleno en la tormenta.
Una vez fuera de la nave, Rankin quedó expuesto a los elementos. El aire no era respirable (a esa altitud, la concentración de oxígeno en la atmósfera es demasiado baja) y la temperatura alcanzaba los 50 grados bajo cero. Para superar el primer problema contaba con un aparato de respiración de emergencia equipado con oxígeno. Sin embargo, no tenía ropa que lo protegiese del frío.
Su única opción era aguantar en caída libre durante varios minutos hasta alcanzar una altitud en la que pudiese respirar y no le afectase la descompresión. Abrir el paracaídas demasiado pronto hubiese ralentizado el descenso, provocándole la muerte por asfixia o por hipotermia. Rankin era un militar experimentado, que había participado como piloto en la II Guerra Mundial y en la Guerra de Corea. Contaba con los conocimientos y la experiencia necesarios para afrontar una bajada en paracaídas. Sin embargo, las circunstancias estaban muy lejos de ser las habituales.
¿Qué sucede en el interior de un cumulonimbo?
La Organización Meteorológica Mundial describe los cumulonimbos como nubes amazacotadas y densas, con un desarrollo vertical considerable, en forma de montaña o de enormes torres. Pueden alcanzar hasta los 14 kilómetros de altura y se forman sobre todo en las estaciones de primavera y verano.
En tierra, los cumulonimbos suelen ser sinónimo de tormenta. En su interior, se mezclan gotas de lluvia, copos de nieve, hielo granulado, granizo y, en algunos casos extremos, pedrisco. Es también donde se generan los rayos, fuertes descargas eléctricas que pueden ir de la nube a la superficie terrestre, de una nube a otra o quedarse en su interior.
Los #cumulonimbos (nubes de tormenta) crecen en la vertical y cuando llegan a la tropopausa se expanden en la horizontal. Desde la superficie terrestre su tope adopta la forma de yunque. Desde el límite exterior de la atmósfera este es su aspecto. Foto de la @NASA pic.twitter.com/NpJqi3VkL9
— José Miguel Viñas (@Divulgameteo) October 28, 2019
En medio de la caída, Rankin sufrió las consecuencias de exponerse a estos fenómenos. “Con tan solo una mascarilla de oxígeno, y sin traje protector, sus manos y pies se congelaron, a la vez que se encontró con fuertes lluvias, rayos y bolas de granizo enormes que lo golpearon y lastimaron gravemente. La presión le rompió las venas de la nariz causándole una fuerte hemorragia y las extremidades y el abdomen se le entumecieron”, explica la meteoróloga Mar Gómez en su libro ‘En qué se parecen las gotas de lluvia al pan de hamburguesa’.
Para complicar aún más la situación, su paracaídas se abrió cuando todavía estaba dentro de la tormenta. Lejos de la tierra, quedó colgando a merced de los fuertes vientos. “Aún quedaba algo muy peligroso por suceder. Fueron las conocidas como cloud sucks, unas corrientes térmicas que se producen debajo de estas nubes y que provocan bruscos ascensos y descensos. Cuando parecía que empezaba a descender, era de nuevo impulsado hacia arriba, de regreso a la nube tormentosa”, relata Gómez.
‘The man who rode the thunder’
Finalmente, la tormenta comenzó a amainar y Rankin salió del interior de la nube. Su paracaídas había aguantado sin romperse y sin enredarse, por lo que pudo descender lentamente hasta la tierra. Cuando tocó el suelo, habían pasado 40 minutos desde su eyección (en condiciones normales, una caída de ese tipo hubiese llevado unos 10 minutos) y se encontraba a 100 kilómetros del lugar en donde había saltado.
El piloto consiguió reunir fuerzas para andar hasta el pueblo más cercano y buscar ayuda. Fue hospitalizado con congelación superficial y problemas relacionados con la descompresión, consecuencias relativamente leves si se tiene en cuenta la presión a la que estuvo sometido. Pronto pudo abandonar el hospital, aunque pasaron varios meses hasta que se puso al mando de otra nave.
Al año siguiente, narró su experiencia en el libro ‘The man who rode the thunder’. Su caso es único: no se tiene constancia de ninguna otra persona que haya descendido desde los 12000 metros de altura a través de una gran tormenta, rodeado de rayos y truenos, y haya logrado sobrevivir para contarlo.
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Imágenes | Unsplash/Raychel Sanner, Wikimedia Commons/US Navy