Fake news, bulos, mentiras, posverdad, manipulación, propaganda… La propagación de noticias falsas o descontextualizadas en la red tiene muchos nombres. Tantos como caras. Nos exaltan en Twitter y saturan los grupos de WhatsApp. Pero también ganan elecciones y fomentan discursos que dividen a la sociedad. Puede que los bulos no sean algo nuevo, pero eso no quita que estemos ante una nueva edad dorada de la propaganda.
En medio de todo el debate, los medios de comunicación se han ido haciendo pequeños. En busca del clic, han ido cayendo en las redes de los bulos y sirviéndoles de altavoz. Ahora, muchos intentan dar marcha atrás al calor de plataformas que luchan contra las fake news, como Maldita.es. Los medios tienen una responsabilidad incuestionable en la propagación de las noticias falsas. Algunos, como ‘The Guardian’, ya marcan el camino para frenar a la posverdad.
Antiguas, pero no falsas
Las noticias falsas tienen muchas versiones. No todas son el típico dato manipulado por un político en constante campaña. Ni siempre se trata de invenciones descabelladas como las que se pueden crear en ‘The fake news generator’. En ocasiones, las fake news son poco más que un titular malintencionado. Y muchas veces se trata de contenido sacado de contexto o de noticias reales, pero antiguas, hechas pasar por actuales. Este último tipo de bulo es el último objetivo de ‘The Guardian’.
El pensamiento crítico es esencial para el periodismo. Pero, hoy más que nunca, también para el consumidor de noticias. Asociaciones como la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA, en inglés) lo han repetido hasta la saciedad en los últimos años. Antes de compartir una noticia en redes sociales es mejor pararse a pensar un par de minutos. No puede hacer daño a nadie.
Entre los trucos para destapar los engaños, la IFLA recomienda comprobar la autoridad de la fuente (¿me fío de quién lo publica?); leer la noticia al completo y no quedarse en el titular (suele llevar entre dos y cinco minutos); y comprobar la fecha de la publicación. Porque, sí, muchas de las fake news que nos cuelan son noticias antiguas. Reales en su momento, pero no actuales.
La etiqueta de ‘The Guardian’
Cualquier dato sacado de contexto puede convertirse en propaganda. La noticia de un atentado antiguo convertida en actual para aumentar la sensación de peligro. Los datos de desempleo de una encuesta de hace dos años para maquillar los números de la actualidad. O una declaración de un político en el pasado ante una situación muy diferente a la actual para restarle popularidad. El periódico británico ‘The Guardian’ ha decidido luchar contra esto con un pequeño trozo de código.
“Desde hace tiempo venimos notando ciertos problemas relacionados con el intercambio de noticias en redes sociales. Desprovistas de información de contexto como la fecha, estas pueden inducir a error. Por ejemplo, cada mes de febrero vemos un aumento repentino en el tráfico de Facebook de una historia sobre la presencia de carne de caballo en los productos cárnicos de un supermercado. Una historia publicada originalmente en febrero de 2013”, explica Chris Morgan, editor de proyectos estratégicos en ‘The Guardian’.
La respuesta del medio fue crear una etiqueta con la fecha que aparece por defecto junto al titular y la imagen, en la propia previsualización de la noticia en redes sociales. Por el momento, el código detrás de esta etiqueta solo está disponible para las publicaciones en Twitter y en la propia web del periódico. Eso sí, ‘The Guardian’ lo ha hecho público en Github para que lo utilice todo aquel que quiera.
If you've seen our change to make timestamps on and off platform more emphatic on older news pieces, here's a background piece detailing the specific data that lead to it. https://t.co/ddfIQtKDKQ
— Chris Moran (@chrismoranuk) April 3, 2019
El poder de los metadatos
La iniciativa de ‘The Guardian’ no parece complicada. Un pequeño código que utiliza información que ya está presente en la publicación en forma de metadatos. “Es una gran idea, una que merece la pena replicar en otros sitios. Pero también nos recuerda cómo los medios pueden usar los metadatos de sus artículos para mejorar la comprensión del público y lo poco que lo hacen”, señala Joshua Benton, director del ‘Nieman Journalism Lab’, una iniciativa de la Universidad de Harvard.
Los metadatos que acompañan a cada noticia o reportaje son la fuente de la que beben Twitter, Facebook y compañía para crear la publicación en redes sociales. Es decir, la imagen, el titular y el pequeño texto que acompañan el post no son decisión de la red social, sino del periodista o del medio. Por eso, pequeños cambios pueden hacer mucho.
Tal como explica Benton, si una noticia de hace 10 años se vuelve viral, un editor no tiene más que cambiar los metadatos para que aparezca la fecha en el titular o en la imagen. Si un estudio científico antiguo que ya ha sido refutado se intenta hacer pasar por actual, lo mismo. “Los periodistas se quejan todo el tiempo de que las personas no hacen clic: simplemente ven el titular o la imagen […] y se quedan con una vista limitada o distorsionada. Eso es cierto. Pero esto no significa que no podamos hacer nada al respecto”, concluye Benton.
Las redes sociales han cambiado el paradigma de la información. Los medios ya no son el único canal por el que la humanidad recibe noticias. Mensajes, tuits o posts son utilizados a diario por multitud de personas para lanzar informaciones, más o menos verídicas, más o menos contrastadas. Es cierto que los medios no son los responsables últimos del auge de las fake news. Pero iniciativas como la de ‘The Guardian’ muestran que sí que pueden hacer algo para ponerles freno.
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Imágenes | Unsplash/Kayla Velasquez, The Guardian, NiemanLab, Pxhere