El mundo está lleno de olores, de hecho, podríamos decir que la mayor parte de las realidades podrían describirse a partir de un olor. La tierra mojada justo después de que caiga una buena tormenta, un bizcocho de chocolate que aún apura unos minutos más en el horno.
Las personas no solo percibimos los aromas sino que, además, solemos tener memoria olfativa. Una capacidad que nos ayuda a relacionar determinadas situaciones o personas con olores. Pero, como ocurre con la mayor parte de los talentos, no somos los únicos que los poseen. Al menos a partir de ahora habrá un algoritmo para que una máquina, bautizada como Loihi, aprenda e identifique olores en tiempo real pese a la presencia de otras sustancias.
¿Qué tal huele mi lasaña querido algoritmo?
El estudio, que ha sido publicado recientemente en Nature Machine Intelligence, explica cómo la inteligencia artificial ha sido capaz de detectar olores con una tremenda precisión, al margen de las interferencias o ruidos que puedan existir en el ambiente. Cada olor, o más bien cada sustancia olfativa, poseen una serie de componentes químicos que dan lugar a una secuencia espacio-temporal característica de pulsos eléctricos.
El algoritmo trata de imitar la forma de pensar de los sistemas biológicos, implementando los pulsos eléctricos de cada componente químico y creando una arquitectura neuronal. Loihi es capaz de detectar estos sistemas neuronales y aprenderlos en tan solo un instante. Esta inteligencia artificial llevó a cabo su entrenamiento con sustancias un tanto fuertes, olfativamente hablando. El tolueno, el amoníaco, la acetona, el monóxido de carbono y el metano son algunas de ellas.
La IA de Loihi se puede entrenar eficazmente mediante el aprendizaje en una sola sesión, y apoya innatamente el aprendizaje en línea; es decir, el entrenamiento adicional en nuevos estímulos no interrumpe el aprendizaje anterior.
¿Para qué sirve una inteligencia artificial que lo huele todo?
El objetivo que persigue el equipo que ha creado Loihi no es detectar los componentes de un perfume o ir persiguiendo el rastro de una pizza. Loihi ha sido creado para una misión mucho más importante, la de identificar elementos tóxicos o fugas de sustancias peligrosas, calibrando a la vez la calidad del aire que respiramos. Esta inteligencia artificial cuenta con la ventaja de ser un dispositivo en línea que, a diferencia de los humanos, no se cansa.
Aún así, Loihi todavía está en proceso de desarrollo y no es del todo efectiva. Aunque su margen de error es tan solo del 5%, los investigadores están trabajando para resolver estos problemas y también para desarrollar aún más el circuito esta inteligencia artificial.
Tal y como asegura Thomas Cleland, investigador en el laboratorio de Fisiología Computacional de la Universidad de Cornell (Estados Unidos) y autor del estudio, “es posible que llegue a ser mejor que el ser humano cuando vayamos añadiendo más sensores y enseñándole más componentes. Haciendo cálculos la máquina es claramente superior a nosotros”. Temblad queridos humanos, las máquinas nos pisan los talones.